- ¿Qué hechizo tienen las palabras para cautivar nuestra alma?
Por: Cut Domínguez
Según la Biblia. Mateo 15: 18-19, “Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella”. Es decir, somos lo que pensamos pero también lo que decimos. ¿No es verdad que de manera ocasional o con frecuencia, de acuerdo el caso, tenemos reuniones para ejercer el milagro de la condición humana: la conversación?
Sí, conversamos; esto es, conversan conmigo, o mejor aún, me conversan a mí. A eso le llamo y le llaman el poder de la palabra. La especialista en la materia Florence Scovel Shinn en su libro El Poder de la Palabra afirma: “Cuida tus palabras, pues continuamente cosechas los frutos de ellas”. En esta obra advierte que a pesar de estar lúcidos con las ideas anidadas en nuestra mente y éstas fluyan de la boca, vamos dando forma sutilmente como un vino embriagador al guion de nuestra existencia.
Y uno se pregunta ¿qué hechizo tienen las palabras para cautivar nuestra alma? ¿qué soledad sonora acaricia nuestro espíritu y nuestra mente para que las palabras se impriman en el inconsciente y tarde o temprano se manifiesten en la realidad? De ahí la confianza en nuestra intuición y escucharla susurrar al oído el plan divino que nos espera. Pero eso sí, para lograrlo primero debemos silenciar los sentimientos de duda, los miedos, los prejuicios y el resentimiento.
Cuántas veces no hemos escuchado el popular dicho: “Una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, una palabra puede encerrar en sí misma un poder enorme y acompañada de más palabras puede humedecer los ojos o ser demoledora. Nos guste o no, la palabra es la forma más usada por los seres humanos para el acto de comunicación. Es un acto que deja huella. ¿Qué mujer no recuerda haber escuchado tener unos ojos pizpiretos o una sonrisa de primavera?
También, sirve para describir sentimientos como placer, bondad, amor y agradecimiento. De hecho, somos capaces de crear algunas de las palabras más bonitas del mundo, entre las que describen la belleza, la amistad, los encantos que nos rodean o empatía, denuncia y solidaridad entre mujeres. Enseguida este conmovedor ejemplo de la poeta chilena Silvia Rodríguez Bravo:
ULTRAJADA
Alejandra 15 años:
de un segundo a otro
todo grito fue náusea petrificada
“cállate mierda”
el frío metal presiona el cuello
baja a los senos, al abdomen
sube a los labios y
se detiene al costado de la cabeza
la frescura del pasto se ha tornado tibia,
quema la piel derramada sobre su verdor
no hay ruido, solo respiración jadeante
“muévete puta”
miro entre las ramas del árbol
cómo el cielo deja caer una estrella,
mientras un golpe de hormigas frías
entran a mi cuerpo
“muérete perra”
éramos tres dentro de la noche:
/ él /
yo
y un cuchillo clavado, en mi costado.
Otro aspecto importante a tomar en cuenta es el diálogo interno. En este sentido, hay que cuidar las palabras que decimos, pues terminan ejerciendo un poder sobre nosotros. Cuando hablamos de uno mismo elegimos palabras determinadas y no otras, y nos decimos una serie de dichos o términos concretos.
En este caso, no reconocemos la importancia de las palabras y el efecto que su uso origina en nuestra persona. Las palabras empleadas al pensar pueden tener un efecto poderoso en nuestras emociones o estados de ánimo y la forma en cómo vemos al mundo; por lo tanto hay que elegirlas con cuidado. Y va un ejemplo, cuando decimos “nunca voy a llegar al peso que quiero”, no describimos una situación, sino que estamos declarando una condena y generando nuestra realidad en base a esta afirmación.
La ecuación es sencilla, de modo que en este breve repaso acerca de la palabra y su poder te dejo esta frase de Mahatma Gandhi para que hagas tu propia consideración: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.
