martes 14 mayo, 2024
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«CEREBRO 40» Burundanga y cosas peores

Por. Bárbara Lejtik

@barlejtik

 

Existen dos cosas muy peligrosas, destructivas y poco explicables sobre la faz de la Tierra: la burundanga y los seres humanos que la utilizan.

La burundanga que ha existido toda la vida y es conocida por sus dañinos efectos, recibió ese nombre de origen afrocubano que significa “sustancia o brebaje usado con fines delictivos” y ahora conocemos su nombre científico: Escopolamina. Lo traemos para todos lados como si se tratara del último descubrimiento, pero la humanidad la conoce desde que se empezó a interesar por la herbolaría y esto fue tal vez antes de que empezáramos a tener conciencia social.

Yo no sé si a ustedes les pasa, pero yo si recuerdo infinidad de historias en las que la hechicera prepara una pócima secreta que vende muy cara a quien pretende someter a otra persona y utilizarla con fines personales -por lo general poco honestos- al hombre que quiere abusar de alguna doncella o a aquella malévola mujer que quería dejar sin voluntad al caballero de su interés. En los cuentos se llevaban aquel brebaje en pequeños y misteriosos frascos que derramaban sobre la bebida de la víctima o en ciertos casos en un polvo que soplaban sobre la cara de la desafortunada persona con la finalidad de que ésta la inhalara.

¡Exacto! Usted acertó, tanto la burundanga como otras especies de solanáceas han sido utilizadas en todos los tiempos para someter a las personas causándoles efectos psicotrópicos

¿Suena peligroso? Créame que realmente lo es.

Esto refuerza mi vieja teoría, “somos una prueba-error de la naturaleza”; no lo son estas plantas que son utilizadas por la ciencia con fines médicos para varios padecimientos por sus propiedades antiespasmódicas, pero que en las manos equivocadas son letales. Mucho se ha dicho estas últimas semanas sobre los síntomas y las consecuencias de consumirlas y casi todo es cierto. Que es casi imposible detectarla en estudios de laboratorio, que no aparecen restos en sangre ni en orina, que empieza a hacer efecto antes de dos horas y que deja a la víctima en un estado al parecer hipnótico en el que queda a merced total de su abusador, que si bien puede caminar no puede hacerlo por si solo o sola y que hará todo lo que el victimario le indique.

Esto no es nada nuevo, les tengo malas noticias, si bien los primeros casos registrados en México de supuesta intoxicación por Escopolamina tendrán unos 10 años, se utiliza desde siempre. Cada vez son más las víctimas que logran sobrevivir y denunciar que alguien les puso algo en la bebida y que sin su voluntad les llevó a sacar dinero de sus cuentas bancarias, a abrir las puertas de su casa, a entregar joyas y valores, a participar en relaciones sexuales aparentemente consensuadas con una o varias personas e incluso a dar su permiso para ser filmadas y que al otro día refieren no recordar nada. Habrán sido miles los casos en los que las autoridades pensaran que más bien no quieren recordar nada y que este comportamiento obedeció al exceso en la ingesta alcohólica.

Muchos de nosotros lamentablemente conocemos a alguien que ha pasado por este problema, yo tengo un par de amigos que fueron víctimas de estos criminales y que al denunciar se toparon con testigos, testimonios e incluso videos de ellos mismos subiendo a autos, entrando a sus casas u hoteles en compañía de extraños, al parecer por su propia voluntad, y que incluso se sacaron exámenes de laboratorio en los que no apareció ni rastro de ninguna sustancia extraña, y al no presentar tampoco señales de violencia prefirieron levantar los cargos y cancelar la investigación.

Como suele suceder las cosas toman verdadera relevancia cuando afectan a personas de nivel socioeconómico alto, como lo fue en el caso del empresario Iñigo Arenas Sainz, quien presuntamente fue víctima de esta modalidad criminal, aunque todavía no se ha dictado la sentencia final sobre si consumió Escopolamina o si sufrió una congestión alcohólica. Lo que es cierto, es que este caso nos va a conducir por un laberinto de delincuencia organizada.

Cualquiera que haya sido la razón de su fallecimiento nosotros como sociedad, debemos en este caso y en todos, estar en estado de alerta. Estos villanos no se quedaron en las historias medievales y en los cuentos de hechiceras, no había calderos ni pócimas a base de alas de murciélago, el temido brebaje anulador de conciencia está entre nosotros y más cerca de lo que pensamos, muy cerca de nuestros hijos, de nuestros amigos, de nosotros mismos cuando inocentemente acudimos a algún restaurante o bar buscando unos momentos de relajación y esparcimiento, pueden dárnoslo en gotas en la bebida, inhalado o de forma cutánea en parches.

Urge instalar un protocolo de detección y ayuda a personas presuntamente intoxicadas, investigaciones en las denuncias y penas mayores a quienes están ejerciendo esta modalidad de delito, no ignorar bajo ninguna circunstancia el comportamiento extraño de nuestros conocidos y no dejarles solos, dar aviso a una o varias autoridades y a familiares.

El hilo conductor del que hablaba es muy probable que nos lleve por escenarios inimaginables en los que dueños, encargados y trabajadores de establecimientos, autoridades y civiles estén involucrados.

Tal vez las únicas personas que ignoraban lo que estaba ocurriendo tristemente fueron las mismas víctimas.

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