- “De enamorado a loco va muy poco”
Por: Cut Domínguez
El Premio Mayor
Era rico, apasionado y le gustaba viajar. En la celebración del amor y la amistad ganó el premio para darle la vuelta al mundo en 80 días; prefirió recorrer el cuerpo de ella en 80 minutos.
Morir de Amor
Cuatro mujeres esperan turno para confesarse. Una tras otra pasan. La primera, muy joven dice: “Padre he pecado en pensamiento, pero no quiero morir sin haber amado como en mis sueños”. El cura respondió que rezara mucho. Entró la segunda, una guapa mujer de treinta y tantos: “Ay señor párroco, pronto voy a madurar, quizá me contagié de Covid, muera y no encuentre el amor de mi vida ¿Qué hago?”. El sacerdote recomendó lo mismo: rezar. Pasó la número tres. Una dama de la tercera edad: “Padre, expuso, soy casi una vieja, nunca me casé y aún quiero conocer el amor como Dios manda, aunque luego mis pensamientos llegan de la mano con el remordimiento”. El clérigo sugirió, sí, la oración. Este último preguntó si había alguien más que deseara hablar con él. En ese momento se apareció una mujer callada, enjuta y triste. “¿Tú también andas en busca del amor y tienes miedo de morir hija?”. La extraña señora murmuró: “No padre, yo viví y gocé amores de lo lindo. Le tengo miedo a la vida. ¡Yo soy la muerte!”.
En el nombre del barrio
Ese domingo sin pizca de tranquilidad y con el recelo de oficiar su primera misa en uno de los barrios más populosos de la gran ciudad, lanzó una suplicante mirada al cielo, para después entrar con paso lento a la nueva parroquia. Luego de concluir los primeros ritos decide subir al púlpito, comienza el sermón, hace una petición y convoca amarse los unos a los otros. El silencio va y viene. Todos se miran con asombro, desconcertados. Por fin, el sacristán, nativo del lugar, musita algo al cura. Toma el lugar de éste en el pequeño estrado y dice: “Pa´pronto mis ñeros, que dice acá el chompiras del trapuco negro y la tirilanga larga que se quieran chido, pero tambor que no se frunzan, que claven sus baisas a las buchacas y que jalen tochos pa´serle un paro al cantón del chavo Chuy”. Enseguida bajó, tomó su bandeja de palma y todos le entraron con la limosma.