Por. Fernando Coca
Con la consigna de defender al Instituto Nacional Electoral, miles de personas marcharon del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución. El número de participantes tomó relevancia desde el momento en que el presidente López Obrador ordenó quitar el mobiliario que había en la Plaza de la Constitución para que los manifestantes pudieran llegar ahí.
Pero la ruta trazada por los opositores de la reforma política -que no electoral- del presidente nunca tuvo como destino el Zócalo. Por eso fue que las cifras de participantes que el gobierno de Claudia Sheinbaum dio (poco más de 10 mil) pegaron hondo en la credibilidad de la jefa de Gobierno.
Tampoco son reales las cifras alegres de algunos de quienes organizaron la marcha que fueron de los 800 mil a los 600. Creo que la marcha cumplió y aglutinó a unas 150 mil personas en su momento más alto.
Voy a partir de esta cifra (150 mil) para darle una dimensión político electoral a la marcha. En el 2018, el INE instaló 156 mil 807 casillas en todo el territorio electoral para la elección de presidente de la República. Con los participantes a la marcha, los opositores a la reforma estarían en posibilidad de tener un representante en cada urna.
Ese año, el PRI, hoy decadente, tuvo el 89 por ciento de representantes en las mesas receptoras del voto, MORENA alcanzó el 82.06 por ciento y Acción Nacional el 75.88 por ciento. Los demás partidos estuvieron por debajo del 50 por ciento.
La consigna más repetida en la marcha del 14N fue que al INE no se le toca. El debate parte de un discurso en el que se personalizó en Lorenzo Córdova “el privilegio de ganar más que el presidente” y en que el INE y lo OPLES -los organismos estatales electorales- son muy costosos.
Del otro lado, de los que apoyan la propuesta presidencial, el argumento se basa en que quienes marcharon tienen intereses político-empresariales que se oponen a la transformación del país.
Ninguna de las posturas le reconoce a la otra un centímetro de razón y por ello el encono, la polarización.
Menos abona que la jefa de Gobierno, de gira fuera de la ciudad que (des) gobierna, descalificara a los marchantes diciendo que ellos participaron de los fraudes electorales. Habrá que exigirle a la señora Sheinbaum que sea más clara y que especifique a cuáles fraudes se refiere pues desde que MORENA participa en la recolección de votos para gobernar ha ganado casi todo.
Me atrevería a decir que el contingente del 14N, en al menos una tercera parte, votó por Andrés Manuel López Obrador y que miles de los que salieron el domingo a marchar, también lo hicieron indignados cuando Fox lo llevó al desafuero.
Que la dirigencia de MORENA y que la jefa de Gobierno no lean correctamente el mensaje de la marcha hacen que, lo que yo llamo la Reforma Sheinbaum, haya sido derrotada en las calles de la Ciudad de México.
No solo por el numero de participantes sino por el estrato social al que pertenecen: la clase media. En México nadie a quien se le pregunte es pobre. Busca siempre ubicarse en el sector que aspira a mejorar su nivel de vida y es el que vota por quienes le ofrecen llevar a buen puerto su aspiración.
Claudia Sheinbaum es identificada con la reforma pues sus asesores y aplaudidores la han presentado como la favorita en la sucesión presidencial (raro que lo hagan quienes siempre se oponían al dedazo priista) y por ese motivo ha resultado derrotada.
Fue en la ciudad que ella administra la vida pública donde más mexicanos salieron a expresar su descontento con una propuesta política y electoral. Y, dato curioso, ella no estaba en SU ciudad cuando ocurrió la marcha. Eso habla de un desprecio no solo a sus gobernados, sino también al movimiento al que pertenece y que, otra vez, dicen que tiene la venia para ser la sucesora impuesta.
La Reforma Sheinbaum ha sido derrotada. Los partidos de oposición deben tomar nota de lo acontecido y, si el reclamo que le hicieron a Alejandro “Alito” Moreno en un restaurante cuando varias mujeres lo increparon por haber “militarizado” el país, lo que sigue será la desaparición de esos partidos.
El mensaje está claro. Veremos si los políticos entienden el mensaje de las calles.
Desde el poder desdeñaron al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y le hicieron fraude en 1988. Desde el poder desdeñaron a Andrés Manuel López Obrador y también le hicieron fraude en el 2006. ¿Hoy que están en el poder van a desdeñar, como lo hicieron los priistas y panistas, a las voces que exigen respetar las reglas de juego con las que ganaron?
La Letrina. Dos mujeres jóvenes murieron al caer a las aguas negras de la Ciudad de México. Claudia Sheinbaum, feminista de impostura, nada hace por mantener en condiciones dignas a sus gobernados. La falta de una tapa de la coladera que le costó la vida a esas dos mujeres se suma a quienes perdieron la vida en el Rébsamen, en el choque de trenes de Tacubaya, en el incendio del PCC1 del Metro y en el desplome de la Línea 12 del Metro. Ese es su gobierno.
