Por. Bárbara Lejtik
¿Si te invitaran a pasar a una habitación en la que previamente de roció aerosol plagado de metal, nicotina y producto que sirve como insecticida y veneno para ratas, moscas y cucarachas, entrarías?
La respuesta de cualquiera es ¡no!
¿Tuviste COVID o has tenido alguna enfermedad en el sistema respiratorio, bronquitis, asma, neumonía?
¿Sabes cómo quedan tus pulmones después de esto?
¿Harías algo para dañarlos aún más?
Imposible responder que si.
Sin embargo, es cada vez más frecuente el uso del famoso vapeador, lo que en un principio fue una alternativa para dejar de fumar cigarros se está convirtiendo en una verdadera pandemia y una emergencia sanitaria.
Leí y vi toda la información que encontré en redes, platiqué con mis hijas adolescentes quienes han usado vapeador o cigarrillo electrónico y parecen no querer tomar conciencia de los riesgos.
¿Cómo algo tan agradable a la vista y al olfato va a ocasionar daño?
El Juul, la versión más famosa del vapeador viene en colores súper alegres, parece un USB y tiene todo tipo de sabores agradables, mango, chicle, chocolate, pepino etc. El vapor que despide se ve limpio y huele bien, no apesta la ropa, ni el pelo ni la habitación y no mancha los dientes ni ocasiona mal aliento.
Además, es una buena opción para combatir la ansiedad, los que sufrimos este trastorno conocemos la necesidad imperiosa de tener algo en la boca.
Inhalar vapor puede parecer una mejor alternativa a comer, fumar cigarros o morderse las uñas, que son solo algunos de los hábitos que tenemos quienes, y me atrevo a decir somos la mayoría, sufrimos alguna interrupción durante la etapa oral y en la edad adulta buscamos cómo satisfacer este instinto y sentir tranquilidad y placer al llevar algún estímulo a la boca.
Todo esto parecerían razones más que lógicas para usar tranquilamente un cigarro electrónico cada que nos de la gana.
Lejos estamos de la realidad.
Los cigarros electrónicos o vapeadores son todo menos beneficiosos para la salud, es por eso que la Cofepris, después de hacer exhaustivos estudios y detectar además de nicotina, THC -sustancia activa de la marihuana-, metales pesados, elementos como alcohol benzilico, propilengicol, acetato de isamilo , diacetilo ether, y otras sustancias que nos suenan muy lejanas, pero que están presentes en los insecticidas y venenos para insectos como moscas, cucarachas y roedores, que resultan altamente adictivos, generan una insoportable ansiedad por abstinencia, lo que nos lleva a no poder estar sin consumir el producto. Esto se convierte en un círculo vicioso. Todas estas sustancias pueden provocar arritmias cardiacas, inflamación e irritación en el sistema respiratorio e inmune y nervioso central, además de irritar ojos, nariz, piel, boca y garganta; son verdaderamente cancerígenos; contribuyen a la falta de atención, alteración del sueño, pérdida de memoria y capacidad de aprendizaje e incluso disfunción sexual en etapas muy tempranas.
Es por eso que la Cofepris prohíbe la venta y distribución de los vapeadores o cigarros electrónicos a menores de 21 años.
El problema es que la adicción ya existe, al parecer es demasiado tarde.
Aunque es muy reciente la moda de vapear y en un principio fue vista como una buena alternativa para dejar de fumar, hoy en día los vapeadores de sabores gozan de una gran aceptación y están en el gusto de jóvenes y adolescentes que incluso no habían fumado antes.
Erradicar este problema prohibiéndolo, desde mi punto de vista no es la solución en un país en donde siempre encontramos alternativas para adquirir todo aquello que nos prohíbe el gobierno y peor aún, en donde el mercado negro (más negro que el que produce los vapeadores de marca) está siempre dispuesto a darnos alguna alternativa. La distribución de vapers ya está a la orden del día, se pueden adquirir sin ninguna dificultad y casi en cualquier lado por un costo de aproximadamente $150.00 uno desechable que da unos 500 hits o golpes. Los consumidores no se detienen a pensar que un producto sin etiqueta y por este costo es todo menos seguro e higiénico y que al no estar regularizados no hay nadie que se haga responsable por los daños que puedan hacer a la salud. Tampoco analizan el sistema del adminículo que simplemente funciona a la primera inhalación o jalada, demostrándonos así que más que vapor es aerosol lo que estamos llevando a nuestro cuerpo.
Del impacto ecológico platicamos otro día, pero debe ser también altísimo, pues estos artículos no son biodegradables y no existe una vía de reciclaje y mucho menos de almacenamiento, lo que no nos garantiza que el nuevo vaper que estamos comprando a nuestro distribuidor de confianza no fue rescatado de la basura días antes.
Como en todo, el único camino es la concientización, un tema en el que los mexicanos somos todo menos expertos.
Al menos tengamos información sobre qué es lo que estamos consumiendo y el daño que estamos haciendo a nuestro organismo y al medio ambiente para poder decidir de forma responsable si seguiremos por este camino.
Las nuevas generaciones se distinguen por un alto nivel de conciencia ecológica y de salud.
Ojalá que con la debida información estemos todavía a tiempo de prevenir una futura y segura epidemia sanitaria.