domingo 24 noviembre, 2024
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COLUMNAS IVONNE MELGAR

«RETROVISOR» El PRI cavó la tumba de la alianza opositora

Por. Ivonne Melgar

Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del PRI, y Rubén Moreira Valdez, coordinador de los diputados de ese partido, rompieron la coalición Va por México.

Porque para el resto de 2022, esa alianza ya no caminará.

Así que en el Estado de México y Coahuila tampoco habrá candidatos comunes. Y, al menos en 2023, Va por México no le estorbará al partido del presidente López Obrador.

Habrá quienes, en sintonía con ambos líderes priistas, dirán que el bien superior es afrontar a Morena y pedirán levantar la suspensión temporal de la alianza que este miércoles anunciaron Acción Nacional y el PRD.

Pero en el PAN ya perdieron la confianza hacia la mancuerna priista. Si bien el líder de los perredistas, Jesús Zambrano, mantiene una postura conciliadora, en el primer círculo panista que conduce Marko Cortés aseguran que la coalición con Alito y Moreira agoniza.

No se trata sólo del incumplimiento priista de la moratoria legislativa surgida, justamente, ante las presiones de la Secretaría de la Defensa Nacional a la oposición para que respaldara el mando militar de la Guardia Nacional.

Desde la perspectiva panista, esa falla entraña una gravedad mayor: la sospecha de la deliberada simulación por parte de Alejandro Moreno y Rubén Moreira en la firma de un pacto que terminarían reventando para socavar las posibilidades de competencia electoral opositora.

Esta hipótesis que convertiría a la cúpula del PRI en el caballo de Troya de Va por México coexiste con la posibilidad de que, simplemente, Alito cedió ante el riesgo del desafuero y el encarcelamiento solicitados por Morena y la Fiscalía de Campeche para investigarlo por corrupción y presunto lavado de dinero.

¿Mintió la dirigencia priista a sus coaligados en pausa?

¿O se arrepintió de responderle que “no” al general secretario Cresencio Sandoval ese 9 de junio en que PRI, PAN y PRD firmaron la moratoria legislativa? Ese pacto era, dijeron, para impedir cualquier intento de desaparición del INE y de establecer en la Constitución nuevas rutas de empoderamiento militar, como la de adscribir la Guardia Nacional (GN) a la Sedena.

Como lo narramos aquí el 27 de agosto, la moratoria se formuló una vez que la dirigencia panista, con el visto bueno de los gobernadores, le informó al general Sandoval que no podían acompañarlo en esa reforma.

El argumento del PAN es que el poder otorgado por López Obrador a los militares trasciende el tema de la seguridad, abriéndoles camino a un modelo donde las Fuerzas Armadas persiguen a los críticos del gobierno y hacen política.

“Solamente en las dictaduras es donde hay policías militares, como Nicaragua, Venezuela y Cuba. Y en los países democráticos tenemos policías civiles”, sostiene desde entonces Marko Cortés.

Moreno y Moreira callaron durante más de 10 semanas su opinión y sentir, contrario al lìder de los panistas.

“Las Fuerzas Armadas siempre han velado por la transición democrática en México, y así lo seguirán haciendo”, aclaró este miércoles el dirigente de los priistas.

Fue el deslinde de Alito con los temores del PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Grupo Plural y organizaciones de la sociedad civil.

Una precisión que el PRI hizo pública al cerrar filas en torno a la iniciativa de la diputada Yolanda de la Torre para ampliar de 2024 a 2028 el plazo constitucional de la permanencia del Ejército y de la Marina en tareas de seguridad.

Para sellar el compromiso con el alto mando castrense, la diputación priista asistió el jueves a desayunar con el secretario Sandoval, a quien el coordinador Rubén Moreira trató como gobernador de Coahuila: el general estaba adscrito a la Guarnición de Piedras Negras.

Y si el jefe de la diputación priista tiene una cercanía de tiempo atrás con el titular de la Sedena, convertido en exitoso cabildero político, habrá que subrayar que también el dirigente partidista Alejandro Moreno sostiene una cultivada amistad con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Un antecedente que explica las palmadas y los secretos que intercambiaron el 1 de septiembre en el recinto de San Lázaro.

¿Fue ahí que Alito cambio de opinión?

De haber sido así, ¿por qué ocultó a sus pares del PAN y del PRD la reforma que traían entre manos para modificar el Quinto Transitorio del decreto de creación de la GN?

Ni siquiera una llamada, un whatsapp para alertarlos. Menos una convocatoria para que esa propuesta fuera de la coalición.

En abono a la hipótesis del caballo de Troya, la bancada de Morena y su coordinador, Ignacio Mier Velazco, elogiaron a los priistas y archivaron las amenazas de desafuero a Moreno y de quitarlo de la presidencia de la Comisión de Gobernación.

El próximo martes, en la Comisión de Puntos Constitucionales de San Lázaro, los votos del PRIMOR terminarán de enterrar a la coalición.

Será una victoria gubernamental mediática. Porque los priistas del Senado le darán la espalda.

Y aun cuando discursivamente Moreno y Moreira seguirán declarando que son aliancistas, la fosa está cavada.

¿Fin de una candidatura presidencial común en 2024?

Esa pregunta, nos adelantan, la responderán los panistas en agosto del próximo año, una vez que concluya la gestión de Alito… Si es que no se reelige.

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