sábado 04 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«RAZONES INTUITIVAS» Política de oropel

Por. Mariana Aragón Mijangos

En las vísperas de las campañas, es oportuno hacer una reflexión sobre la inercia social que consiente las conductas de la clase gobernante. Hace unos años, viviendo fuera de México conocí a un artista plástico portugués de nombre Carlos Luz, quien emocionado al conocer mi nacionalidad nos invitó a mí y a mi ex marido a comer a su casa. Fue una tarde espléndida de vino verde y revuelto de bacalao, en la que el artista puso música de Javier Solís, Lucha Villa y yo completé con algo de Vicente Fernández y Juan Gabriel. 

Hablamos de las películas de Pedro infante y Jorge Negrete, del mole y el mezcal que le regalamos, de la familia y costumbres mexicanas. Pura cosa bella. Era como un tributo a México, que para mí fue como un bálsamo en un momento en el que la nostalgia me abatía. 

Carlos, poeta y bohemio empedernido, sacó su guitarra y cantamos México Lindo. De pronto, hizo una pausa y dijo: “Desde niño tuve gran ilusión por visitar México, y en el 90 mi sueño se hizo realidad. Fue un viaje maravilloso, un país impresionante, sus colores, su magia, su gente; excepto por una cosa: en el centro histórico de la Ciudad de México me tocó ver al presidente, que parecía un rey con su gran traje, rodeado de súbditos, los guardias, los coches… ante un pueblo pobre, dolido, enojado. Eso me desencantó”. No supe qué decir, el comentario generó un gran silencio donde antes había barullo y fiesta. Me incomodé, pero era cierto. 

Lo peor es que seguimos creyendo que vivimos en una democracia, cuando en realidad estamos en un régimen despótico, donde no importan los colores, la cúpula se comporta igual. Lo peor, es que saben que cuentan con nuestro consentimiento, o al menos abnegación. 

Es esta una paradoja ciudadana, que en lo colectivo desprecia a sus políticos y su actuar, pero en lo personal, cuando la diputada es prima de una amiga o el gobernador se aparece en un evento, se les perdona todo, nos sacamos la selfie y hasta entramos en acaloradas discusiones en su defensa. Todos lo hemos hecho, algunos con la esperanza de conseguir chamba, otros tan solo para decir que se codean con políticos, como si automáticamente el halo del poder se les pegara tantito. 

Mientras continuemos con esta cultura de admiración al poder, de cubrir la función pública y el ejercicio político con oropel, continuaremos cultivando políticas y políticos narcisistas, más preocupados por retener el poder, a costa de lo que sea, que por ejercerlo responsablemente.


Mariana Aragón Mijangos es politóloga, asesora política y articulista. Sus áreas de desarrollo son feminismo e interculturalidad, protección social y movilidad incluyente con perspectiva de género. Generadora de contenidos de campañas políticas y programas gubernamentales.  Integrante de la Red Global Women In Motion. Mamá de Abi, Sherouse y Apolo.
Twitter: @MarianaAM147

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