Por. Saraí Aguilar
Durante la primera conferencia del año, el presidente Andrés Manuel López Obrador, al hablar sobre el intento fallido, o más bien derribado, de una estatua en su honor, terminó por hablar del monumento en honor a la Patria que existe en Tabasco, el cual posee un busto prominente. El problema fue que para señalarlo recurrió al nombre, según él, con el que se le conoce en su ciudad natal: “La chichona”. Y para rematar hizo un ademán con las manos que no a pocos causó escozor e indignación.
Si bien los comunicadores o aplaudidores de costumbre, o como sea que ellos mismos se autodenominen, lanzaron una andanada en torno a la defensa del término, en especial después de que la diputada federal Margarita Zavala –claramente identificada como del bando opositor– criticara y reclamara seriedad al mandatario por sus ademanes soeces, no hay manera de justificar con “lenguaje sencillo, tropical” los dichos del gobernante de uno de los países en los que la violencia de género y el acoso sexual tienen índices escandalosos.
La sexualización del lenguaje y la cosificación del cuerpo femenino es una discusión ya añeja y que resulta imposible que un hombre de su investidura no conozca. De hecho, los ademanes y el lenguaje son tipificados como acoso sexual. El acoso sexual incluye conducta verbal, visual o física de naturaleza sexual que puede tener un impacto negativo en las personas que lo viven. Que una persona en el poder lo normalice e incluso lo tome como algo chistoso dice mucho de quien lo hace y más de quienes lo defienden. Pues si en verdad hay convicción en la defensa, más allá de aplaudir lo que se diga desde el púlpito presidencial, nos habla de un machismo acendrado para el cual no hay nada de malo en hacer chistes a costa del cuerpo de la mujer, o alusiones sexuales. El machismo en su representación estructural de manual.
Pero no es todo. El gobierno de la 4T ha optado por un discurso en el cual se presenta a sí mismo como cercano al “pueblo” (cualquier cosa que por ello se entienda), e incluso, cuando se trata de señalar algo, es frecuente en sus críticos la frase “el pueblo bueno” a manera de sorna. No obstante, decir que algo es conocido “popularmente” representa una forma de perpetuar el concepto de que el acoso sexual callejero está asociado con un sector socioeconómico desfavorecido, lo cual es totalmente injusto y, por demás, discriminatorio.
De acuerdo con un reportaje de CNN, la población de Tabasco se mostró indignada por la afirmación de que eran ellos quienes mantenían este nombre denigrante para la estatua. Como señaló una de las entrevistadas: para nosotras como mujeres es ofensivo.
Por lo visto, 2022 tiene muchos retos, entre ellos hacerle ver a los hombres en el poder que el lenguaje sexualizado y el cuerpo de la mujer no son un chiste.