jueves 21 noviembre, 2024
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RODRIGO LLANES COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«CONQUISTA A LA CARTA» La fundación del Ayuntamiento en Veracruz

Por. Rodrigo Llanes

Para 1517, cuando comienzan las expediciones hacia Yucatán y Campeche, el proyecto español en  América pasaba por una fase de estancamiento. Por una parte, se intentaba reconocer el territorio descubierto en los viajes de los Pinzón,  Americo Vespucio, etc. Y, por la otra, la inmigración de  españoles a las Antillas estaba transformando a las islas en rancherías poco productivas que, además, estaban exterminando a la población indígena por el despojo y la explotación.

Como antecedente de la empresa de Cortés figuran las expediciones de Hernández de Córdoba y de Juan de Grijalva. La primera creó una gran expectativa, pues hizo vislumbrar un territorio mucho mayor y rico que el hasta entonces conquistado de las islas.

Para la segunda expedición, la ambición lleva a Grijalva a adentrarse más allá de lo dispuesto por Velázquez y a retrasar su regreso, lo que generó una gran ansiedad en Cuba. En tierras mexicanas, Grijalva fue  recibido por  los emisarios de Mocteuzuma y le entregaron  un regalo de su parte. En ese momento se confirmó la existencia de un país rico y la posibilidad de una nueva conquista.

Esto generó fuertes presiones políticas en Cuba. El nuevo descubrimiento  avivó el conflicto crónico entre los intereses de la corona  y los particulares, derivado del carácter privado de los rescates de oro llevados a cabo desde años atrás.

Velázquez era el gobernador de Cuba y delegó en el soldado Hernán Cortés la estructuración privada de la expedición en donde participa como socio, defendiendo sus intereses particulares a pesar de su cargo público. Pero todos los allegados a Velázquez sabían el peligro de delegar la empresa en Cortés. La experiencia señalaba que quien tuviera el control directo de la expedición iba a ver por sus propios intereses. Y así fue.

Cortés rompe definitivamente con la jerarquía militar y de gobierno, al decidir desarrollar su propia empresa de conquista, apoyado en sus propios capitanes y soldados que ansiaban la misma gloria y que se rebelaron ante el representante del status quo en Cuba.

Es así que el  episodio de la conquista inicia con un acto de voluntad estratégico y a la vez simbólico: barrenar las naves. Aunque para los conquistadores parecía un acto de sentido común, dado el precario estado en el que habían quedado a la llegada a Veracruz. Con ello se cerraban  las puertas al temor conservador de obedecer al gobernador y lanzarse así  sin retorno, a una misión que prometía mucho pero aseguraba poco. Además había que lograr el común acuerdo para fundar un cabildo en la Villa Rica de la Veracruz que  permitiese una interlocución directa con el rey, y pasar por alto la autoridad de Cuba en el momento de las capitulaciones futuras.

La conquista de México acarrea una ruptura política entre Diego Velázquez y Hernán Cortés y sus capitanes. El liderazgo del gobernador de Cuba es puesto en entredicho en el momento en que adopta una posición cautelosa frente a las ambiciones que despertaron los viajes de Hernández de Córdoba y de Grijalva. La expedición de Cortés era la tercera en su tipo: buscaba el rescate. Sin embargo, Velázquez ya tenía su propia capitulación real para conquistar los territorios recién descubiertos y no la ejerció. Su idea de rescatar lo más que se pudiera traicionaba el espíritu de descubrimiento y conquista de todos esos españoles trasterrados. Los conquistadores de México asumen desde ese momento la defensa de su misión histórica como expansores de la Monarquía Católica al desobedecer las instrucciones del gobernador.

El argumento de la ruptura opta por un expediente histórico presente en la mente de  la mayoría de los soldados de Cortés: fundar un Ayuntamiento y nombrar capitán general a Hernán Cortés. Sabemos que la figura del municipio funcionó durante la Edad Media en Castilla ante la necesidad de poblar el territorio arrancado al control musulmán, cuando este no representaba interés especifico para algún señorío. Los ayuntamientos eran la institución jurídica y política que agrupaba a los “hombres libres” castellanos. Y que por su decisión y con sus propios recursos deseaban poblar un territorio y defenderlo del dominio árabe, rindiendo vasallaje al rey cristiano.

Podríamos comenzar a esbozar la idea de dominio en la Conquista de México a partir de esta fundación, la cual invoca la propia historia castellana como una coordenada ante la nueva dinámica de expansión territorial.

Parece claro que durante toda la etapa antillana, se dio un descontento generalizado por las típicas formas de concentración de poder y de las cuales trataban de huir los conquistadores. Ellos, por el contrario, trataban de expandir las posesiones de la Corona de Castilla a cambio de tener un espacio relativamente prometedor de acción militar y de enriquecimiento. Todo aquello que fuese descubierto y conquistado pertenecía ya a la Corona de Castilla, y se tenía entonces que ejercer la acción de dominio sobre el territorio en nombre del rey.

¿Cuál es el cálculo que tienen Cortés y sus capitanes con esta fundación?

Un intento de reservarse para sí y frente a la aristocracia castellana el desarrollo de la conquista en Mesoamérica. Supongamos que ante la noticia de los nuevos descubrimientos, algún noble decidiera, con muchos más recursos que los de Cortés, emprender esa misma conquista apelando a alguna concesión real de señorío. La fundación del Ayuntamiento es una advertencia al nuevo rey de España (Carlos I) de que el dominio americano será de aquél que lo ejerza. Irónicamente, años más tarde, el primer virrey de la Nueva España sería uno de los títulos de España, don Antonio de Mendoza y no un conquistador.

No creo que debamos leer la carta del Ayuntamiento en términos de la ambición personal de Cortés. Por el contrario, debemos ver en ella el consenso de toda la expedición por asegurarse el beneficio de la conquista frente  a otros actores. Mencionemos tan sólo que fue firmada por 544 miembros del ejército. Y Bernal Díaz del Castillo señala con claridad que el propio capitán tenía por base de su liderazgo a  los soldados.

 

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