viernes 03 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«PERIODISMO A TODA PRUEBA» Linternas

Por. Yohali Reséndiz

@yohaliresendiz

Por qué una madre debe suplicar ser leída por senadores y senadoras de la Comisión de Justicia y Derechos de la Niñez y la Adolescencia en este país y espera que lo que no han hecho las autoridades judiciales de su estado, ellos y ellas puedan lograrlo.

Sí, es terrible y triste. Porque seguramente de leerla, -sí es que le hacen el favor-, nada cambiará, porque aunque puedan tener la voz y firmeza para exigir que ya basta que la Justicia y los Derechos de la niñez no son respetados, habrá silencio.

El caso más reciente es el del pederasta diputado federal, Saúl Huerta. Sigue con fuero, libre y riéndose de sus víctimas.

Y no, no se trata de que ellos se conviertan en jueces sino en visores de la Comisión que presiden para que las leyes existentes que proponen y aprueban no se sean letra muerta.

Qué diferente sería que coadyuvaran a lo enfrentan diariamente miles de niños y adolescentes, pero no, ellos tienen otros asuntos que atender.

Conozco varios casos donde los senadores o diputados se atreven a dar su correo y celular, pero no para aportar sino para quitarse de encima la cantaleta de justicia que exigen las víctimas.

Y que se lea, las víctimas se acercan a los diputados y senadores, pensando en que sean voz, no solo para que capitalicen la tragedia a su conveniencia.

¿Un ejemplo? Josefina Vázquez Mota publicó su libro Alas rotas, y ¡que padre se ve en su librero!, pero en los hechos, cuáles son y han sido los resultados de su tarea como legisladora.

La prescripción en el fuero federal es un logro, pero seamos sinceros, ¿en qué momento lo van a aterrizar a la legislación local a favor de las víctimas?

Escritos hechos por mujeres como Paloma Gámez van alineados a la absoluta decepción y pérdida de la confianza en las instituciones por su nula aplicación de justicia. Cada letra escrita por una madre como Paloma es plasmada con pesar y una gran carga de rabia con frases de dolor profundo que simplemente ellos nunca entenderán, porque la clase política lee en modo: indiferencia.

En el año 2018, Iván Francisco salió su casa en Culiacán, Sinaloa, hacia Ensenada, Baja California, acompañado de su padre Ernesto Iván para realizar un viaje por toda la península.

Ese 18 de junio habían sido invitados a un evento para celebrar el día del padre, subieron a un vehículo todo terreno en el que viajaban en la parte trasera junto a dos amigos de la familia.

Iván Francisco, relata que al sentir que el vehículo iba muy rápido, le pidió al conductor de nombre Roberto que le bajara a la velocidad. No hizo caso. Roberto había bebido, no hubo la capacidad para hacer algo ante la pérdida del control del vehículo. Dieron vueltas y el auto se incendió, Iván Francisco quedó atrapado con el cinturón de seguridad, mientras que su papá también fue lesionado y aun así, regresó caminando por él, lo liberó y segundos después el vehículo explotó.

Sin servicios de emergencias cercanos ambos fueron apagados con sal y agua de mar.

“Yo me enteré del accidente hasta la noche de ese mismo día; fue Roberto, el hombre que conducía el vehículo, quien me llamó diciéndome que mi esposo estaba muy grave y que mi hijo estaba en las mismas condiciones.

A las tres de la mañana me llama otra persona y me informa que mi marido había fallecido.

El 19 de junio tomé el primer vuelo hacia La Paz para comenzar con lo que en ese momento sería nuestro calvario que aún no termina. Asistí al velorio de mi esposo sólo dos horas, de quien nunca pude despedirme porque no me permitieron verlo.

Procesos burocráticos ante el Ministerio Público presuntamente coludidos con el responsable del accidente, y la amenaza de que mi hijo podría morir si no era trasladado a un hospital especializado para tratar sus quemaduras.

El 21 de junio nos trasladamos hasta Sacramento, California, al hospital Shriners para salvarle la vida a mi hijo, lo cual tomó más de siete meses, 30 cirugías, un código azul, (que es cuando el paciente sufre un paro cardiorespiratorio) y muchas lágrimas, angustias y oraciones de toda nuestra familia.

En enero de 2019, dan de alta a mi hijo, pero al requerir cuidados especiales 24 horas al día los siete días de la semana, me dediqué completamente a su cuidado, situación que hasta el momento me impide contar con un empleo que me permita llevar un ingreso a casa.

Lo que más impotencia me da es que a pesar de todos los esfuerzos que he realizado, al parecer la justicia en Baja California Sur y en nuestro país no tiene cabida para quienes se ostentan como amigos de actores políticos, así como me lo dijo de viva voz Roberto, quien hasta este momento ha librado todos los citatorios a declarar ante el juez.

Por eso he presentado querellas, ratificaciones de denuncias aquí en Culiacán y allá en La Paz y hasta quejas ante Comisiones de Derechos Humanos por el posible encubrimiento del procurador de Justicia de Baja California Sur, Daniel de La Rosa; así como de Manuel Romero, subprocurador regional de Procedimientos penales; Raúl Ochoa, agente del Ministerio Público adscrito a la Unidad de Atención Inmediata de La Paz; y Luis Van Macías, agente del MP.

¿Y qué he recibido como respuesta? Nada”.

Y Paloma pregunta: “Solicito a los senadores y a las senadoras que me emitan una respuesta pública en la que me puedan explicar por qué se permite que la justicia sólo sea aplicable al antojo de las más altas esferas políticas.

Necesito darle a mi hijo una explicación de todo este tiempo que he invertido para obtener una respuesta de nuestras autoridades, que insisto, hasta este momento no ha llegado.

Quizá quieran que se enfríen las cosas, que me canse y que deje de luchar, pero me gustaría advertirles una cosa: no descansaré hasta que mis hijos, mi familia y yo sepamos que al responsable del homicidio de mi esposo y del actual estado de salud de mi hijo recaiga todo el peso de la ley. ¡No descansaré!”. Hasta aquí parte del texto que circula en redes de esta madre y viuda.

Y yo pregunto: Qué podrían hacer los senadores y senadoras ante el influyentismo y la burla de un agresor que tiene todas las ventajas, incluido un evidente poder económico sobre las víctimas que además de perder al proveedor de la familia, siguen sostenidos por la dignidad que atesoran y los levanta cada mañana a pesar de los mazazos que reciben como respuesta. Sí, la dignidad es su pilar que muchos ven como valentía.

Tengo mucha curiosidad sobre la respuesta que le darán los senadores y senadoras de esta comisión a Paloma Gámez, aunque si soy honesta, no la habrá, porque es más cómodo y ha sido más cómodo evadir que asumir.

¿Será muy difícil para ellos tener empatía por quienes viven destrozados al no tener Justicia? Son miles de familias en este país que viven en la zozobra y sombra de su agresor.

He sido reportera de terribles historias y es desesperanzador que la insensibilidad e indiferencia sean las banderas que enarbolan la clase política y funcionarios burócratas y corruptos en cualquier nivel en contra de la niñez y adolescencia de este país.

Los aliados somos los periodistas que visibilizamos sus historias, y damos fuerza a su voz, esa voz que les irrita y les resuena, los señala y acompañará por siempre, si continúan en la ceguera colectiva, solapando a quienes han agredido bajo su manto de protección y silencio.

Seamos linternas y no oscuridad para las víctimas en su camino por la obtención de justicia.

¿Tienes una denuncia?
periodismoatodaprueba@gmail.com

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