lunes 13 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

150 años de la Rosa Roja (III)

  • Teórica, activista, feminista e internacionalista
  • La revolución mundial desde los ojos agudos de Rosa Luxemburgo

Raúl Jiménez Lescas

Era cabrona y brillante la Roja (en polaco Róża Luksemburg). Rosa empezó burlándose del jefe de jefes. Era la Rosa Roja. Se burló de Bernstein con la siguiente frase en alemán que traduzco: “Si es cierto que las teorías son sólo imágenes de los fenómenos externos en la consciencia humana, debe agregarse, del tal sistema de Eduard Bernstein, que las teorías suelen ser imágenes inversas”.

Así de cabrona la Rosa Roja.

En fin. Se peleó con los jefes de jefes de la socialdemocracia alemana. La más importante de la Segunda Internacional fundada por el jefe Federico Engels. Ella nos legó el concepto de “oportunistas” a los que “oportunamente” se ubican en la lucha por el poder. Esa era la agudeza de Rosa, la Roja.

Como dice Raya Dunayevskaya “… muestra el tipo de teórica, el tipo de personalidad, el tipo de activista que era Rosa Luxemburgo”. Yo lo creo no porque sea mi comadre, sino porque tenía razón.

A punta de fregadazos se posesionó en el más grande partido de la Socialdemocracia Mundial. Los jefes la respetaban, aunque mujer, era la principal teórica de la socialdemocracia alemana. Tenía una amiga íntima, Clara Zetkin, que era muy pero muy respetada en la socialdemocracia alemana. Era tan cabrona como Rosa, pero mesurada. Rosa fue arrebatada. Tiraba cañonazos a todos. Era pues, bien cabrona, como se dice en México, pero yo estoy de acuerdo con ella.

Entonces según la lógica, en un café o algo por el estilo, Clara y Rosa idearon construir el 8 de marzo como un día de las “Trabajadoras del mundo”. No sé dónde fue, pero las cabronas nos impusieron dulcemente, como lo hacen las mujeres, el 8 de marzo como Día Internacional de las Trabajadoras, que años después las Naciones Unidas los convirtieron en el Día Mundial de la Mujer.

Esa era la Rosa Roja.

¿Reforma o revolución?

Eh ahí el debate. En los últimos años del siglo XIX fue el tema que partió en dos bandos a la socialdemocracia internacional, agrupada en torno a las banderas de la Segunda Internacional (fundada el 14 de julio de 1889). Rosa tiró la primera piedra, le seguirán Lenin, Trotsky y los 38 delegados que se juntaron en Zimmerwald entre el 5 y el 8 de septiembre de 1915.

Las reformas son importantes en el capitalismo, pero para cambiarlo por un nuevo mundo, una nueva sociedad se requiere la revolución, sostuvo firmemente Rosa Luxemburgo, de ahí la importancia de sus textos ya compilados como libro en Reforma o revolución.

Rosa Luxemburgo tuvo razón. Los diputados socialdemócratas alemanes votaron en el Reichstag financiar la guerra con “bonos de guerra”. Los socialdemócratas votaron a favor de la propuesta e incluso, el PDA llegó a declarar una tregua con el gobierno, prometiendo abstenerse de declarar huelgas durante la guerra. La poderosa socialdemocracia alemana en la Primera Guerra Mundial. Los obreros alemanes lucharon contra los obreros europeos, cuando habían jurado unirse en torno a las banderas de la Segunda Internacional. Ahí murieron millones de personas. La Segunda Internacional estaba fracturada, muerta en vida.

Rosa no asistió a la conferencia de Zimmerwald porque estaba presa por oponerse con todas sus fuerzas a la guerra.

Rosa estaba presa. Entre 1904 y 1907 estuvo tres veces presa. Pensó en el suicidio. La película de Von Trotta la captura muy bien. Rosa no se achicó, se dedicó en la cárcel a estudiar, leer y escribir. Como lo harían muchos presos políticos después, como José Revueltas en Lecumberri, en Ciudad de México después de 1968. Entonces Rosa se transformó en “Espartacus” (Espartaco). Junto a  Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el 1 de enero de 1916 en la Liga Espartaquista, antecedente del Partido Comunista Alemán (PCA).

No era una autoridad en la Internacional Socialista, pero era muy respetada. Conoció a Lenin en Londres, en 1907, durante el V congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR). Se codeaba con las lumbreras internacionales de la Socialdemocracia pero tenía sus propios puntos de vista.

Así de cabrona era la Rosa Roja.

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