viernes 03 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«DESDE LA IMAGEN» Niños de cajita feliz y adolescentes Starbucks

 

  • La enseñanza-aprendizaje hoy

Está en boga hablar de las características de las generaciones “Baby Boomers, Generación X, Millennials y Generación Z”. Estos términos se basan en las características sociotecnológicas, incluso he usado este espacio para expresar que somos “la generación puente” entre el mundo socialmente tangible y la digitalización.

Mucho se ha publicado de que los jóvenes se caracterizan por desinterés por el otro, intolerancia a la frustración, e incluso he leído que se ha tildado hasta de un coeficiente intelectual menor, sin embargo, hay artículos donde expresan lo contrario, su capacidad multitareas, su capacidad de adaptación, la habilidad de telecomunicación por el móvil… Bien, todo esto con base en en la tecnología digital, pero, aún existe esa incomprensión mutua entre generaciones. He leído en redes que a los jóvenes se les señala como “generación de cristal” porque todo les afecta, y éstos han respondido con frases como: “Ustedes son unos sometidos por su tolerancia al bullying”.

La imagen siempre ayuda a comprender mejor, a visualizar “el punto ciego de la sociocultura”. Eso que a diario vemos, pero pasamos por alto. En este caso la imagen que se utiliza en la promoción del consumo de comida rápida.

Si usted llevó a sus hijos a comer a McDonald´s (empresa que llegó a México en 1985), esos niños fueron acondicionados a consumir, si es que comían, “la cajita feliz”; significa que si cumplía con su alimentación había un premio dentro. (No estamos hablando de la calidad de la comida como hoy día se habla) el estigma era “feliz”, la “sorpresa”. Una compensación grata, este tipo de recompensa permeó en diferentes interacciones.
En 2002 Starbucks abrió su primera cafetería en la Ciudad de México, al poco tiempo estaba ya en todo el país; esta marca ofrecía la posibilidad de que el consumidor hiciera a su gusto su café decidiendo cómo y qué lo comprendía, qué tipo de leche, qué tipo de café, de azúcar, temperatura, presentación… ¡y lo mejor! Tu nombre en la taza desechable (no importa que sea escrito con un plumón). ¿Qué significó esto en la episteme del joven consumidor? Simple, éste decidía qué y cómo quería lo que iba a consumir. Hasta el momento no he escrito ninguna novedad. ¿Qué diablos tiene esto que ver con las generaciones?, muy sencillo, aprendieron por medio del estímulo de la compensación; algo muy diferente con generaciones anteriores, le recuerdo desde la imagen culinaria cómo era antes.

Si usted iba a comer a un restaurante o a una cafetería existía un menú, usted no elegía nada, quizás el azúcar; el resto “así venía” servido, “así dice el menú”…, “así son las cosas”…, “ahora te lo comes”, frase recordada de la infancia por algunos mayores. La dicotomía epistémica generacional, no solo es la digitalización, sino, que ésta no llevó a las posibilidades de manipulación y compensación, es decir, que las nuevas generaciones aprendieron desde el estímulo “del placer” y las anteriores desde “el deber”.

Con esto no quiero decir, que se haya aprendido en ninguna de las dos opciones, la adquisición del conocimiento depende de cada sujeto, pero el diseño de la enseñanza sociocultural se basó en el estímulo-respuesta. Trataré de hacerlo más visible. He visto fotografías de graduación de kínder y primaria, antes solo era la graduación universitaria, una vez más la sobre estimulación del “ego” para conseguir lo que antes era “un deber”.

Es posible que si usted pertenece a esa generación del “tiene que ser” y el “debe de…”, comprenda una de tantas expresiones que se decían: “Hay de dos sopas, y una ya se acabó”, “Agua y ajo”, “A comer sin hacer caras o te toca doble” … Ahora eso es catalogado como “bullying”, el forzar contra voluntad a alguien; hoy la bandera es ser “free sugar”, “gluten free”, “pet friendly”…

Por baladí que esto se lea, obedece a un principio de enseñanza aristotélica, por cierto, muy mal llevado, y muy mal comprendido. El liceo aristotélico, obedecía a la enseñanza libre y estímulo de acuerdo del estudiante, estos caminaban aprendiendo la catedra en exteriores y libertad, esta caminata generaba adrenalina de forma natural; este neurotransmisor fungía la labor de “sellar” en la memoria aquello que se iba aprendiendo por praxis, así fomentaban el ejercicio y el aprendizaje. (El tema es muy extenso para escribirlo en un solo párrafo). Con el tiempo, la adrenalina se generó con un golpe, recordará la frase: “la tetra con sangre entra”. Antiguamente se enseñaba con un “reglazo”, generaba adrenalina, y aquel tema que se estaba analizando simplemente no se olvidaba, quedaba en la memoria. El problema es que, memorizar no es aprender, no se comprendía, es más, el riesgo de memorizar erróneamente era y es alto.

Con esto, no quiero decir que el nivel de adquisición de conocimientos sea más alto, mejor, o más bajo o peor de alguna u otra forma, lo único que señalo, es el proceso de adquirir conocimiento, la manera que se estimula a la mente para comprender aquello que nos rodea, esto se llama procesos epistémicos, justo esto es lo que diferencia hoy a las generaciones. La cantidad, y la calidad de los contenidos aprendidos es otro tema, yo solo abordo la condición de estímulo-respuesta como interacción socioepistémica.

La crisis sanitaria que vivimos este año, y que seguramente se extenderá indefinidamente, no solo por un virus, sino por toda la posibilidad de nuevos virus, bacterias y micóticos posibles que surgen en el hacinamiento social. Sería muy bueno proponer las clases del liceo aristotélico al aire libre, y con la episteme contemporánea “pet friendly & free, free”.

La tecnología puede cambiar, ésta puede cambiar nuestra percepción e interpretación de nuestro entorno e incluso hasta de sí mismos, pero lo que aún no cambia son nuestros químicos que procesan nuestro entendimiento, nuestra biología, nuestra anatomía.

Hemos sido partícipes de la educación de las nuevas generaciones en premiar con una cajita feliz, y crecer pidiendo un café con todas las posibilidades para ser servido.

 


Cristina Ortega Domínguez. Fotógrafa desde hace 27 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante en Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Autora de los libros: “Psicografía. El dibujo de la mente”: Percepción-interpretación de fotografías en la interacción de las redes sociales como exteriorización psico-emocional (2019) y “La Psicografía”: La identidad a través de la imagen fotográfica (2016).
Twitter @CrissOrtega
FB @CrisstinaOrtegaD

 

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