El mes pasado José María Morelos y Pavón fue recordado por su documento Los Sentimientos de la Nación, mismo que reúne la esencia de la lucha de Independencia.
Siempre es importante tener en cuenta el contexto en que son hechos los eventos de la historia, como la época, la ubicación geográfica y la personalidad que actúa en dicho momento. Morelos, como sacerdote y militar; descendiente de criollos y mestizos –que para la época era de suma importancia el origen de su proceder– la casta que marcaba la sociedad de entonces, es quizás importante, que dicho documento inicie señalando que América es libre de la monarquía española, y de toda otra nación, que la religión católica sea la única y sin tolerancia de otra.
Hoy, cinco siglos después, el contexto histórico ha cambiado, estamos en un Estado Laico, donde nuestra Carta Magna en el artículo 24 menciona la libertad de culto “…libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto…”.
La situación geográfica también cambió, las colonias españolas de América se fragmentaron, La Nueva España o América Septentrional de la que hablaba Morelos, se hizo pequeña, hoy es México, Estados Unidos, y Centro América; sin embargo, somos mucho más grande que lo que formó el imperio Azteca, donde hoy reside la capital del país.
Después de la Independencia La Guerra de Castas ocupó el reclamo de indígenas mayas que ahora pertenecían a un eximperio Azteca, que fue excolonia Española, que ahora gobernaban independientes por Criollos. El sur y sureste tienen herencia de Mesoaméricana (término geohistórico que refiere al territorio que ocupaban las civilizaciones indígenas prehispánicas). Pueblos indígenas donde la conquista escribió con sangre su historia. Hoy se solicita “que nos pidan perdón” por semejante abuso a dichos pueblos que fueron hace cinco siglos.
Demos perspectiva y proporción al tiempo para comprender hoy día. Quiere decir que, según la genealogía, una generación dura 25 años, por lo que en cinco siglos transcurridos, referimos a 20 “abuelos” de nuestro árbol genealógico. De acuerdo a la historia de México, no solo hablamos de “españoles” de la Conquista, incluyamos a la cantidad de refugiados que México ha brindado su hospitalidad: asiáticos, sudamericanos, africanos, árabes, judíos… refugiados españoles entre 1939 y 1942. No olvidar la migración haitiana en años recientes que ocupan el norte del país, y el paso migratorio que ha sido México como camino para Estados Unidos. Por estadística y probabilidad, usted que me lee, y yo, tenemos un alto porcentaje de ser mestizos; pero calma, no estamos en la post Independencia, nuestro proceder de casta no importa, hoy día al proceder selectivo por tono de piel se le llama “racismo”, y a la preferencia de apellidos extranjeros le llamamos “malinchismo”, una “xenofilia” muy notable en nombres públicos, y que el pueblo admira incondicionalmente. Un ejemplo al azar es que refieran a la esposa del presidente como la Doctora Müller, cuando lo correcto es decir la Doctora Gutiérrez. Eso es malinchismo del mismo pueblo que no acepta sus patronímicos. Que hagan un apellido compuesto de nuestro actual presidente “López-Obrador”, cuando lo correcto es el C. presidente Andrés López. Todos los anteriores los refieren con un solo apellido, ¿Por qué los patronímicos los hacen apellidos compuestos?
Hablando de resentimientos y “perdones”; en el siglo pasado en 1992, el Papa Juan Pablo II, fue el primer Papa en pedir perdón por las atrocidades cometidas por la Iglesia Católica, no sólo a los nativos americanos, también a la ciencia, al pueblo judío por el holocausto…
En 2007 el Papa Benedicto XVI, también pidió perdón en nombre de la Iglesia Católica.
Entonces; ¿A los cuántos “perdones” se perdona?
¿Cuál es la imagen con la que se identifica a México en el mundo?, usted lo sabe. Pero hoy día, cuál es la imagen que da México con las siguientes frases:
“Ni perdón ni olvido”, “Nos deben pedir perdón”, “Corruptos”, “Adversarios”…
“Abrazos, no balazos”: Con un incremento de violencia que en dos años supera sexenios anteriores.
“Primero los pobres”: Una caída del PIB histórica, y 12 millones de empleos perdidos, ya ni hablar de la falta de empatía hacia los abusos sexuales a mujeres y niños, las extorciones, los secuestros que eufemísticamente le llaman desaparecidos”.
Buscan un perdón que ya se dio en dos ocasiones, pero, “perdón”; no saben perdonar, quizás al crimen organizado, a los ladrones que se les justifica diciendo: “roban por necesidad”. También se mata, se viola, se golpea, se humilla, se abusa, se extorsiona… ¿por necesidad?
Buscan un perdón en el exterior cuando no saben perdonar en interior al escuchar la voz del presente del pueblo pidiendo justicia al listado ya mencionado.
“Lealtad ciega” se solicita, cuando están ciegos de las injusticias del presente. ¿Buscan en el pasado lo que no se pueden hacer hoy? ¿Quieren pasar a la historia, reescribiendo el pasado? La historia se hace en el presente, y ¡qué año este 2020! Por sí solo marca una historia, ¿cuál es la nuestra?
La codicia de pasar a la historia, ha llenado de resentimiento al representante de la Nación, denota ausencia de perdón ante el hecho de no haber sido el presidente en las fechas del Bicentenario y Centenario de la Independencia y Revolución respectivamente. Evidente que no perdona, por su discurso diario.
Según la definición de “Resentimiento” es la acción y efecto de resentirse (tener un enojo o pesar por algo). El resentimiento se refleja en diversos sentimientos y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar.
Desde hace años la nación tiene resentimiento, hace dos años bajo la confesión en redes de “por hartazgo” se votó por “La esperanza de México”, pero nos ha ganado el resentimiento con palabras diarias y matutinas que fomentan esa sensación: “Antes”,” Adversarios”, “Ellos y nosotros” …
Las naciones como las personas son similares, cuando no encuentran paz interior, la buscan en el exterior, cuando desconocen sus riquezas, salen de compras al exterior.
Quieren cambiar la historia por “la verdad histórica”, denominación que acuña la postura de la narrativa desde las víctimas; por lo tanto, bajo esa postura de víctima se festeja entonces la caída de la Gran Tenochtitlán, festejaremos el fracaso y no la unión (de dos etnias que la mayoría hoy somos). La victimización es una manipulación emocional, un resentimiento que necesita tratamiento. No es una postura positiva, reescribir la historia bajo el nombre de “La Grandeza de México”, después de un año de pandemia, de pérdidas de vidas, de economía, de beneficios sociales… un año lleno de víctimas invisibles que han marchado por las calles, aún así el próximo año se festejará:
- 700 años de la fundación de Tenochtitlán, en 1321.
- 500 de la llegada de los españoles, en 1521. (Primera vez que se festeja una invasión a un pueblo. El año pasado se “celebró” la llegada de Hernán Cortés al puerto que el mismo nombró Villa Rica de La Vera Cruz” ¿Dónde está la moneda de plata conmemorativa que el Banco de México anunció?).
- 200 de la Consumación de la Independencia, en 1821.
Estoy segura que sin importar su postura social, política, racial, y económica que nos “divide”, hay algo más fuerte que “nos une”: Queremos justicia, queremos paz, queremos prosperidad, seguridad… eso nos une. Festejar el pasado ni nos une, ni nos separa, solo se despilfarra un erario que debería ser invertido en eso que todos queremos: Justicia, paz, seguridad, prosperidad, un plan para futuro; y no un plan para escribir el pasado de 20 generaciones atrás.
“Perdón”, pero no hay sentimientos, hay resentimientos en la nación que hay que atender.
Aquí mi “verdad histórica”, yo la víctima, pidiendo perdón de antemano.
Cristina Ortega Domínguez. Fotógrafa desde hace 27 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante en Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Autora de los libros: “Psicografía. El dibujo de la mente”: Percepción-interpretación de fotografías en la interacción de las redes sociales como exteriorización psico-emocional (2019) y “La Psicografía”: La identidad a través de la imagen fotográfica (2016).
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