Para Martha Josefina Núñez, mi inspiración y mi guía, siempre.
En uno de los momentos emblemáticos del debate entre aspirantes a la vicepresidencia de EU, Mike Pence hizo un reclamo airado a Kamala Harris… a la moderadora… a los espectadores…al mundo… Se quejó de que la prensa liberal no hubiera reconocido el gran liderazgo del Presidente Donald Trump, quien había sido nominado para el Premio Nobel de la Paz. Pence trató de evadir el señalamiento de Harris de que bajo la presidencia de Trump, Estados Unidos está perdiendo el respeto internacional y el señalamiento de que Trump fue incapaz de condenar las manifestaciones de odio racista de los supremacistas blancos.
El exabrupto de Pence tuvo lugar poco antes de que la gran mosca se posara sobre su cabeza para terminar de confrontarlo con sus propios fantasmas. Por la noche, las redes sociales hervían con memes sobre Pence y la mosca protagónica. No tardaron en abrirle cuentas a la mosca que se llenaron de seguidores y la declararon la gran vencedora del debate. Al día siguiente del debate, The Washington Post publicó una interesante entrevista con la mosca. Esa misma mañana, Donald Trump anunció que no acudiría a la reunión virtual con Joe Biden a la que lo convocó el Comité de Debates porque lo consideraba “una pérdida de tiempo”. Además, ante la imposibilidad de arremeter contra la mosca protagónica, el presidente de EU se refirió a Kamala Harris como “un monstruo” (entrevista con Fox News).
El párrafo anterior podría considerarse una caricatura verbal del momento por el que atraviesa la política norteamericana en tiempos de Covid-19, pero también es una estampa plagada de simbolismos. Kamala Harris es una mujer afroamericana, hija de migrantes, que encontró los argumentos para hacer que el compañero de fórmula de Donald Trump perdiera los estribos delante de las cámaras. Ayudada por la providencial mosca protagónica, Harris logró que Mike Pence se derrotara a sí mismo en el único debate entre aspirantes a la vicepresidencia. ¿Por qué asumir que Pence fue el derrotado? Porque la fórmula Trump necesitaba un triunfo arrollador de su vicepresidente y lo único que logró fue asegurar la lealtad incondicional de sus ya de por sí incondicionales seguidores. Una señal más de que renunciar a las propias convicciones por una lealtad incondicional no genera dividendos. Además, todo parece indicar que el barco de Trump está haciendo agua y hay quien interpreta el anuncio de su Covid-19 como la construcción de una narrativa para justificar la derrota.
Otra señal de que el barco se hunde es que hay quienes comienzan a tomar distancia. A la mañana siguiente del debate entre vicepresidentes, Andrés Manuel López Obrador proclamó nuevamente que su modelo de combate a los efectos económicos de Covid-19 es el mejor del mundo. Entre los asistentes no hubo quien mencionara que lo candidateaban para el Nobel de Economía (como hizo Pence con Trump y el Nobel de la Paz). A lo máximo que llegó Andrés Manuel fue a reiterar que su modelo es tan bueno que lo va a patentar. Fue en ese contexto que declaró que no ve en las recientes declaraciones de Agustín Carstens algún reproche para su manejo de crisis, sino más bien una crítica para quienes optaron por seguir las recetas tradicionales y ahora se enfrenan al fracaso. Fue entonces cuando se refirió específicamente a los problemas de Estados Unidos. Como es usual en él, Andrés Manuel se quejó de que los medios habían tergiversado las palabras de Carstens. Es posible que se refiriera al editorial de El Universal que lo interpretó como una advertencia de que hay que si no hay cambios de estrategia en México y el mundo, se disparará todavía más el número de pobres. El diario ponía énfasis en la necesidad de que sumen esfuerzos no sólo autoridades y empresarios, sino todos los involucrados en la toma de decisiones para tratar de retomar el crecimiento.
En 1989, ante los restos del Muro de Berlín, muchos filósofos tomaron conciencia de que el mundo presenciaba el fin de una época. Algunos se preguntaron cómo sería el futuro. Otros propagandistas como Francis Fukuyama argumentaron que presenciábamos el “fin de la historia” de la Guerra Fría con el triunfo incuestionable de la economía de mercado y Estados Unidos como el gran vencedor de la contienda. Treinta años después, pocos recuerdan a Fukuyama y mucho se habla de la interferencia rusa en los procesos electorales de EU y las teorías del complot señalan que hicieron posible el triunfo de Trump para desnudar la decadencia del sistema político norteamericano.
En las últimas horas el vicepresidente Pence fue declarado perdedor en algunas encuestas debido a que no fue capaz de evitar que Harris colocara en el centro del debate la idea de que el liderazgo actual es un fracaso. Es probable que desde algún refugio anti-Trump, la mosca siga sonriendo. El gran reto para los ciudadanos y ciudadanas de Estados Unidos es recuperar el rumbo y el lugar que merecen en la historia.
(Esta historia se escribió con la colaboración de Juan Manuel Martínez, director del proyecto “Los medios vistos por los medios” del observatorio de medios OMCIM)
Si te interesó este tema también puedes leer este texto publicado por BBC sobre cómo la lucha de Harris porque Pence generó empatía en muchas otras mujeres que enfrentan situaciones similares.
