jueves 21 noviembre, 2024
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          Yo estaba dispuesto a dejar los huesos por llegar

  • El Che en el Popocatépetl o don Goyo saludando al Che

 

Por. Raúl Jiménez Lescas

Yo creo que todo mexicano debería subir alguna vez en su vida al volcán Popocatépetl (Montaña que humea en náhuatl o Don Goyo según los nativos de las faldas del volcán), bueno al menos el Tepozteco como yo. De perdida el Quinceo de Morelia o El Ajusco de CDMX. Resulta que un che argentino, asmático, lo intentó dos veces y no fue necesaria la tercera.

Aunque en el mes de junio del 55 no lo habían bautizado como Che, ya le llamaremos Che en este episodio, porque es muy engorroso eso de estar escribiendo “el futuro Che”.

Año de 1955 muy presente lo tengo yo: El Che e Hildita en mayo se fueron a pasear por Cuernavaca que ahora, los fines de semana es como una gran extensión de la Ciudad de México. En ese año aún no. Estaba lejos porque la Ciudad de México no se había extendido casi hasta Tres Marías. Como fueron en autobús pasaron por Tlalpan, Tres Marías y, la verdad, no sé sí ya estaba la temible “Pera”, donde hay tantos accidentes. Seguramente no. Se fueron por el viejo camino.

Al siguiente mes, el senderista de 27 años, se embarcó en una expedición para subir al volcán Popo, con un “viejito de 59 años que trepaba mejor que nosotros”. Ahora ni intentar trepar a Don Goyo que anda todo activo o enfurecido, sólo Iztaccíhuatl lo sabe. Desde 1994 está prohibidísimo subir a calmarlo.

Taibo, en su libro que ganó el premio Bancarella 1998 “El libro de año” en Italia, seleccionó una extraordinaria narración del Che de esa primera intentona por subir y saludar a Don Goyo:

Hicimos derroche de heroísmo sin poder llegar a la cima, yo estaba dispuesto a dejar los huesos por llegar, pero un cubano que es mi compañero de ascensiones me asustó porque tenía los dos pies helados y tuvimos que bajar los cinco. Cuando habíamos bajado unos 100 metros (que a esa altura es mucho) paró un poco la tempestad y se fue la bruma, y entonces nos dimos cuenta que habíamos estado casi al borde del cráter, pero ya no podíamos volver. Habíamos estado seis horas luchando con una nieve que nos enterraba hasta las verijas en cada paso y con los pies empapados debido al poco cuidado de llevar equipo adecuado.

El guía se había perdido en la niebla esquivando una grieta que son algo peligrosas y todos estábamos muertos del trabajo que daba la nieve tan blanda y tan abundante. A la bajada la hicimos en tobogán tirándonos barranca abajo como en las piletas de las Sierras y con el mismo resultado, pues llegué abajo sin pantalones.

Fiel a su admiración por Cantinflas, el Che narró simpáticamente y con tanto sentido del humor que hasta se vio reflejado como una calca del mismísimo Frankenstein:

Las patas se me descongelaron al bajar, pero tengo toda la cara y el cuello quemado, como sí hubiera estado todo un día entero bajo el sol de Mar de Plata [Argentina]; en este momento tengo la cara que parece la copia de Frankenstein entre la vaselina que me pongo y el suerito que me sale de las ampollas, además tengo la lengua en las mismas condiciones, porque me di un atracón de nieve. El andinismo es precioso y lo único que me acompleja es que en esta última vez subió con nosotros un viejito de 59 años que trepaba mucho mejor que nosotros.

¡Estuvieron cerca de la cima de 5 mil 426 metros sobre el nivel del mar!, quizá después de trepar por senderos y veredas de 12 kilómetros y 450 metros.

Pero llegó una segunda intentona en un día festivo en México: el entonces llamado Día de la Raza, el 12 de octubre del 55. Según Taibo, se conserva una foto “mostrando a un orgulloso doctor Guevara en plena ladera nevada. No se aprecia la bandera argentina que lleva en la mochila y que depositará en la cima. El país, la Argentina, se ha desplazado lejos en el futuro y en las querencias, una bandera y no más que eso”.

Una expedición más dura que saludar a Don Goyito le esperaba: el desembarco en Cuba para hacer la Revolución Cubana con su admirado y querido Movimiento 26 de Julio.


Fuentes:
Hilda, Gadea. Mi vida con el Che. Txalaparta. 2017.
José Natividad Rosales. ¿Qué hizo el Che en México? Famosos documentos desconocidos a 5 años de su muerte. México. Editorial Posada. 1973.
Miguel M. Delgado. Abajo el telón. México. Película con Cantinflas. 1955.
Paco Ignacio Taibo II. Ernesto Guevara, también conocido como el Che. México. Planeta. 1996. Capítulo 7. Estaciones de paso.
Pierre Kalfon. Che: una leyenda del Siglo XX. Buenos Aires. Edhasa. 2010.

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