domingo 12 mayo, 2024
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BÁRBARA LEJTIK COLUMNAS BLOGS

«CEREBRO 40» ¡Vivas México!

 

Un festejo del Día de la Independencia diferente, con ley seca, sin verbenas ni fiestas, algunos vimos el grito y el desfile por televisión, otros muchos pensarán que no hay nada que festejar.

El 26 por ciento de la población del país pertenece a la generación denominada “Centennials”, es decir que nacieron con el cambio de siglo, fluctúan alrededor de los 20 años, somos un país de jóvenes y eso tiene ventajas y también desventajas, el conocimiento y el recuerdo de otros tiempos tiende cada vez más a desaparecer, está a veces ya solo en los relatos de nuestros adultos mayores, de los abuelos y tíos que vivieron otras épocas y en los libros de historia.

Tal vez las nuevas generaciones piensen, y no los culpó, pues es parte del narcisismo propio de la juventud, que estamos atravesando por el peor de los tiempos.

Afortunadamente para todos existe la memoria selectiva, tendemos a olvidar lo que nos lastimó y quedarnos con los buenos recuerdos.

Pero las cosas no siempre fueron como son hoy, quien tenga la dicha de contar con sus abuelos, podrían preguntarles cómo era México cuando ellos eran jóvenes, nos sorprenderíamos con la respuesta, nos resultaría increíble que en su juventud nuestras abuelas no tenían la opción de estudiar y trabajar, nacían prácticamente destinadas al matrimonio y mientras más jóvenes mejor, a tener la mayor cantidad de hijos y dedicarse en cuerpo y alma a las labores del hogar.

Aquellas que insinuaran siquiera que preferían desarrollar una carrera profesional, ya sea casadas o solteras, eran vistas como libertinas y procaces, una amenaza para la sociedad y las buenas costumbres.

No solo no podían trabajar, tampoco viajar, ni vivir solas, las solteras eran vistas con lástima y miedo, por sus hermanas y amigas casadas.

También nos sorprenderíamos cuando nos cuenten que en sus tiempos, las mujeres no tenían derecho al voto, ni a ningún puesto público, que el ejercicio de la política estaba destinado únicamente para los hombres, que nunca existió la democracia y que durante 90 años México no conoció el término alternancia política.

Nos parecería aberrante enterarnos que hace realmente muy poco el matrimonio igualitario no era ni siquiera un sueño, es más, que aquellos que nacían con la enorme “desgracia” de tener una preferencia sexual distinta debían sentirse avergonzados y forzados a guardar el secreto para no manchar el honor de sus familias.

La interrupción legal del embarazo era un algo imposible de pensar, detener un embarazo era un delito, aun en caso de violación o por ser menores de edad las madres. Si alguna mujer quería practicarse un aborto, tenía que acudir a alguna clínica o casa clandestina a que un desconocido le extrajera el producto con procesos tan salvajes como inverosímiles, poniendo en riesgo la mayoría de las veces su propia vida.

El siglo pasado, cuando los papás de todos estos jóvenes éramos los jóvenes de ese tiempo se vivía siempre bajo amenaza de guerra, habían países divididos por muros, las mujeres morían en sus casas por complicaciones de parto, pues no había servicios de salud, millones de niños nacían con enfermedades o las adquirían en sus primeros años y esto les traía consecuencias como la cojera, infertilidad y, en la mayoría de las veces, la muerte.

Las mujeres y todas las minorías carecían de derechos, los afroamericanos no podían entrar a los establecimientos de los blancos ni estudiar con ellos, viajar, ser independiente y vivir en otro lugar era prácticamente imposible para la mayoría de los mexicanos.

Poco a poco hemos ido ganando terreno, independizándonos cada día, junto con la libertad y la soberanía llegó también la libertad de culto y la responsabilidad individual sobre nuestras vidas.

Hoy México es un país libre y soberano.

Los campesinos han podido ser dueños de las tierras que trabajan y las mujeres accedimos paso a paso, y peleando encarnizadamente al derecho de estudiar, de trabajar, de ser independientes y dueñas de nuestros propios destinos.

¿Falta mucho por hacer?

¡Muchísimo!

Pero las cosas hoy son mucho mejor que ayer, la globalización y la conectividad trajeron a nuestro país conocimiento, cultura, información, opciones.

Es tarea y responsabilidad de cada mexicano no dar pasos para atrás, no regresar a la peor época de oscuridad e ignorancia, tenemos que denunciar la corrupción, no permitir el racismo y la desigualdad, seguir luchando contra la violencia y trabajar a favor de la equidad de género, no permitir jamás que la agresión a mujeres y niños se normalice nuevamente.

Tenemos una Constitución vigente y clara, solo hace falta conocerla y cumplirla, no por miedo de ser castigados sino por conciencia y sentido común.

La Independencia se vive cada día, en cada casa y cada oficina, en las calles, en las escuelas.

Exigir y exigirnos el respeto entre compatriotas, sea cual sea el grupo étnico al que pertenezcamos.

No segregar por género ni preferencia sexual ni por color ni estatus social o económico.

Que los niños vayan a la escuela libres sin sentirse señalados por las decisiones de sus padres, que puedan estudiar tranquilos y elegir su profesión, que la gente nacida en pobreza extrema pueda tener la oportunidad de salir adelante, que podamos entender finalmente que la desigualdad social es injusta y únicamente trae retraso y recesión, que no nos duelan las ayudas sociales y tomemos conciencia de que para avanzar como país y como sociedad tenemos que acortar la enorme brecha económica que nos divide, no para que todos seamos más pobres como las conciencias mal informadas aseguran, sino para que los pobres tengan más y mejores oportunidades y un mejor nivel de vida.

La Independencia se logra cuando no transamos, cuando no nos pasamos un alto, cuando somos puntuales y considerados con el tiempo de los demás, cuando pagamos sueldos justos, cuando procuramos a nuestros ancianos.

La Independencia de México no se celebra con una borrachera y cohetes, se trabaja y se ejerce diariamente.

Queda muchísimo camino, mucho por hacer, el cambio está en pañales, pero ya es una realidad que no va a parar.

El día que todas las mujeres se sientan libres de salir a la calle y no corran el riesgo de ser agredidas y violadas o incluso asesinadas, el día que dejemos de estar sujetas a horarios y espacios para proteger nuestra integridad, el día que gritemos:

¡Viva México! y ¡Vivas México!

¡Vivas y vivos todos los mexicanos!

¡Libres y felices!

Ese día, habremos conseguido nuestra verdadera libertad.

 

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