martes 08 octubre, 2024
Mujer es Más –
RODRIGO LLANES COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«PUEBLO DEL SOL» Budismo de ayer, hoy y siempre

 

La semana pasada se estrenó la película Lopon en el FIC 16 Monterrey. Una película que en nuestra familia esperábamos con todo el corazón, pues mi querido cuñado Guillermo Granillo dirigió la fotografía (es muy talentoso y ha ganado ya muchos premiso Ariel por su trabajo). Y Nela Fernández Gaos, mi concuña, fue la cuidadosa line producer. La película fue dirigida por Everardo González y producida por Gina Terán y el guión corrió de la pluma de Marina Stavenhagen. Su proyección en la plataforma de Cinépolis Click fue un éxito y ganaron el Premio del público al Mejor Largometraje mexicano.

Desde hace años comenzó el rodaje. El equipo de producción se dedicó a viajar a distintos países para recabar testimonios de las enseñanzas budistas de Yongdzin Lopon Tenzin Namdak Rimpoche, uno de los lamas que mantiene vivo un linaje de enseñanzas budistas muy antiguo en un monasterio de Nepal, pero que también ha salido al mundo, dejando atrás la regla monacal medieval, para compartir las enseñanzas con personas de todo el mundo. La película nos lleva a conocer el monasterio donde se siguen formando los lamas en la tradición budista y también nos da  el regalo precioso que significan los testimonios de varios entrevistados que comparten a cuadro con nosotros cómo el budismo ha sido un parteaguas en sus vidas.

Ver la película me ha inspirado para escribir este artículo en torno a la espiritualidad oriental y su desarrollo en occidente. Pues es un camino que muchos hemos recorrido buscando un significado trascendente para nuestra vida. Somos muchos los que no encontramos respuestas a nuestras inquietudes espirituales en las religiones de nuestra tradición cultural y que hemos explorado otras vías en la tradición oriental  que cada vez es más accesible para nosotros.

En Lopon cada persona entrevistada nos ofrece un contexto propio y único. Y habrá algunos que nos generen mayor o menor empatía. A mi particularmente me llegaron tres: el de Serge Komas, un migrante africano que vive en Poitiers, Francia. Dedicado por varios años con entrega total a su práctica espiritual y en eso se casa con Séverine y se convierte en padre. ¡Esto plantea siempre un dilema! Pues estamos acostumbrados a que la práctica espiritual tradicional, medieval, se desarrolla en monasterios donde los niños se consagran desde pequeños para mantener vivo el linaje y las enseñanzas. Y dentro del monasterio se siguen ritos y prácticas que orientan todo lo cotidiano al desarrollo espiritual. 

Pero ¿qué sucede cuando no estás en ese contexto? ¿Cuándo debes trabajar, atender a tu bebé, cambiarle los pañales y sobrevivir como migrante sorteando las diferencias culturales con tu propia esposa? Su planteamiento es fundamental: ¿Cómo ser budista en la vida real, sin el privilegio de la clausura de un monasterio? Esa disyuntiva la viví yo hace años cuando me casé. Siendo joven y sin responsabilidades podía consagrarme a las prácticas espirituales en el Áshram donde yo aprendí la meditación. Serge nos narra su dilema y concluye que a través del amor hacia todos los demás logra mantener viva su práctica diaria en el budismo. Y nos dice: “debes encontrar el camino, primero para entender como experiencia inaugural, la sensación inicial de la naturaleza budista. Y luego poco a poco vas a tratar de integrar tu vida a la práctica y la práctica en tu vida. Ambos, al mismo tiempo”.

También aparece Ani Sherab, una mexicana que después de seguir una carrera académica con grados de doctorado, encuentra su camino espiritual en el budismo guiada por Lopon y finalmente toma los hábitos como moja budista. Ella nos narra cómo se cuestionó la supraestructura, la ideología dominante de occidente con el pensamiento racional y científico como sustento.  Para ella, el budismo le mostró respuestas que la vincularon con todo el genero vivo, con Buda. Desafiando así su propia formación científica.  Ella nos dice: “en occidente necesitas ver la lógica de las cosas. En el budismo necesitas trascender tu propia mente conceptual. Ir más allá del intelecto, porque ese estado de comprensión no se alcanza con el intelecto. Ese es el reto”.  Me gustaría escuchar su punto de vista frente al problema que estamos viviendo con la pandemia. Seguro arrojaría luces en medio de este caos de entendimiento por el que atravesamos.

Y finalmente Christophe Moulin, un diseñador parisino, quien sin muchas pretensiones termina concluyendo “tengo 20 veranos más en mi vida. ¿Cómo vivo mi vida cotidiana con gozo y gracia? A través de mi práctica espiritual que me permite experimentar lo cotidiano con una confianza fundamental, en vida, más allá de las apariencias… la vida y la muerte no son tan graves, y la vida está hecha para vivirse profundamente, no creando experiencias extraordinarias, sino viviendo en la simplicidad de la vida diaria” ¡Maravilloso!

Nosotros en la familia hemos sido testigos de cómo Guillermo y Nela, a través de la realización de esta película, se han permeado de la sabiduría del camino budista y transformado sus vidas. Pues cuando uno se acerca al fuego, siempre llena de su calor, y eso es lo que les sucedió en cada uno de los viajes del rodaje de la película: quemarse con el amor y el conocimiento de Lopon.

A veces creemos que lo auténtico, lo verdaderamente espiritual está allá en los lejanos monasterios de Nepal, pero en realidad uno puede estar en Finlandia o Bélgica, México o París y seguir un camino espiritual profundo, intenso. Pues el Ser es el mismo Ser, el mismo Buda, tomando conciencia de sí mismo en cualquier parte del universo. Pues como dice el maestro Lopon: “a medida que el hielo se vuelve agua, si lo miramos es duro, pero sigue siendo agua. Todos los seres son formas vacías, formas de la naturaleza real. Nada es sólido y concreto, porque finalmente todo es naturaleza”.

Así lo celebro y agradezco a Lopon y a todos los que participaron en su película.

 

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