Martha Juventino ha sido profesora de primaria durante los últimos 40 años de su vida. De estatura alta, complexión media y tez morena, siempre anda con una sonrisa. Sus manos largas, son muy elocuentes. Habla hasta por los codos, pero hay algo que la inquieta, según ella, sentirse maestra de la vieja guardia.
Confiesa que los nuevos formatos educativos implementados a partir del confinamiento por la emergencia sanitaria, no han sido fáciles para ella.
Las clases en línea y el uso de la tecnología ha sido un reto en el que ha tenido que invertir en cursos, aprendizaje y bastante apoyo para poder continuar con su trabajo. Como en muchos otros casos, no es la única que ha ido aprendiendo sobre la marcha.
El encierro por la pandemia modificó las formas de convivencia e interacción social, para trabajar y para estudiar. De un día para otro, los estudiantes y maestros no regresaron a la escuela. Y comenzó una nueva etapa, la enseñanza a distancia o en línea, que para nadie ha sido sencillo.
El 24 de agosto iniciarán las clases de Educación Básica y Media Superior en todo el país. Más de 30 millones de estudiantes de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato “regresarán” a clases, sin salir de casa, para arrancar el ciclo escolar 2020-2021.
Un enorme desafío garantizar educación a todos los niños en un país donde la brecha de desigualdad social ha crecido en los últimos años.
Se ve casi imposible volver a las clases presenciales antes de que termine el año, porque nomás no bajan los contagios ni los fallecimientos por covid-19.
Así es que, por lo menos durante los próximos seis meses las clases serán de manera remota, en línea, por televisión e incluso por radio.
El cierre del pasado ciclo escolar fue muy complicado para la mayoría de los alumnos y sus familias, por varias razones. No había las condiciones necesarias para que la mayoría de los niños y jóvenes mexicanos estudiaran en línea. Padres, alumnos y maestros, compartieron meses de mucho estrés.
Son tiempos difíciles. En momentos de aislamiento social, la mayoría de los integrantes de la familia están en casa, cada uno requiere espacio para estudiar o trabajar.
Imagine usted una familia donde hay tres estudiantes y los padres hacen “home office” o quienes viven en un pequeño cuarto o incluso quienes carecen de computadoras, o de un servicio como internet.
Recientemente se anunció el acuerdo del gobierno federal con las televisoras privadas para trasmitir, en sus canales, contenido educativo elaborado por la SEP, hasta que haya condiciones sanitarias suficientes para que los estudiantes regresen a las aulas.
Insisto, será un gran reto para la Secretaría de Educación Pública asegurar que llegue contenido educativo de calidad y eficaz a los estudiantes en todos los rincones del país.
No se ve fácil, pero tal vez nos podemos quedar con el ojo cuadrado. Como diría el clásico, peor es nada.
Por lo pronto, el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo estima la deserción de más de un millón 400 mil estudiantes en México. Esa ya es una mala noticia, solo falta ver la calidad y el nivel que traerá consigo la educación a distancia, en línea y televisiva. De por sí ya cargamos con serios problemas en temas educativos, calidad, reprobación y deserción.
Para la maestra Martha no hay opción. La forma no debe reducir la calidad, el reto será cómo hacer que a sus alumnos se les pegue algo. Ella anhela el trato directo con sus alumnos, pero está segura que algo bueno saldrá de todo esto. Su optimismo es más alto que ella.