jueves 03 octubre, 2024
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«COLUMNA INVITADA» No es enfermedad, no hay cura

 

Hace 30 años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció su determinación de considerar que la homosexualidad no es una enfermedad, por tanto ahora se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Bifobia y Transfobia.

Considerar, 30 años atrás, que las personas de diversidad sexual presentaban una enfermedad mental, como se encontraba entonces clasificada la homosexualidad, suponía que ello, debía atenderse como un padecimiento, por lo que, quienes se encontraran en esa circunstancia podían ser sometidos a tratamientos psicológicos o médicos para “curar” su enfermedad.

Los años anteriores a 1990, cuando se hablaba de homosexualidad, aparte de las cuestiones morales y sociales que debían sortear las personas, estaban sometidas al escrutinio público como alguien con problemas mentales.

Salir avante, con una sociedad conservadora en contra, con el señalamiento a cuestas no debió ser nada fácil, aunado a ello, los tratamientos para resolver el padecimiento, incluían medicamentos hormonales y psicoanálisis, en casos extremos electroshocks y la reclusión en clínicas de enfermedades mentales. Motivos suficientes había para sentirse rechazado, porque inclusive, todos aquellos llamados gays, también eran quienes seguro tenían Sida. Pero si eso no bastaba, las mujeres fueron entonces, como ahora, doblemente discriminadas cuando mostraban su preferencia sexual. Lo mismo o peor para la persona bisexual, nada que decir para quienes tuviesen alguna otra identidad sexual, pues el único adjetivo calificativo que usaban era: trastorno mental.

Hace más de 30 años, algunas personas padecieron y murieron antes de ser tratadas con normalidad, siempre, desde la apertura y autoreconocimiento de su identidad sexual fueron consideradas como enfermas, y así terminaron sus vidas, tratadas injustamente, principalmente en su núcleo más íntimo: sus propias familias.

Ahora, en el 2020, llama fuertemente la atención, que han pasado esos mencionados 30 años, y apenas en la Ciudad de México, la más innovadora y la ciudad de los derechos humanos, estará discutiendo en su Congreso Local el castigo a quienes obliguen a otra persona a acudir a terapias de reconversión sexual.

De acuerdo con el proyecto, la Comisión de Administración y Procuración de Justicia del Congreso de la CDMX, propone en su iniciativa sancionar con pena de dos a cinco años de prisión u 80 horas de trabajo comunitario a quienes cometan dicha acción de reconversión, así mismo, una pena similar para quienes “apliquen” los tratamientos de referencia.

Las también llamadas terapias de reorientación sexual, son un atentado a los derechos humanos de las personas, además de que son la muestra más fehaciente de un trato homofóbico y lesbofóbico hacia la preferencia sexual de las personas, y que lamentablemente se genera en su entorno más cercano.

En México es clara la falta, pues nadie debe ser discriminado por su preferencia sexual de acuerdo con el artículo primero de la Constitución Federal, por tanto, pretender imponer una terapia de ese tipo atenta con la identidad de género asumida por la persona.

El hecho de que se encuentre en la agenda legislativa el castigar las terapias curativas de las orientaciones sexuales, es una garantía y respeto a los derechos humanos, pues esas acciones de sanación atentan a la dignidad de la persona, así como a su libre construcción de la personalidad, lo que genera menoscabo en sus derechos así como exclusión y discriminación, lo que está prohibido en la nación mexicana.

Aunado a ello, señalar y marcar de esa forma a la persona, atenta contra otros derechos fundamentales como a la vida, seguridad jurídica y libertad, además de que la fija en un peligro constante de ser blanco de crímenes de odio.

Ahora bien, en el ámbito federal la propuesta inclusive va encaminada a proponer penas más severas que en la Ciudad de México para este tipo de terapias de re orientación, incluyendo la pérdida de la patria potestad al padre, madre o persona tutora que pretenda menoscabar los derechos de una persona menor de edad bajo su tutela, por razones de preferencia sexual.

A mitad de un 2020 diferente, donde la salud de las personas debiera ser el centro de todas las discusiones, además de implementar las nuevas normalidades, con la finalidad de salvaguardar el derecho humano de preferencia sexual e identidad de género, el Estado Mexicano se dispone a sancionar los atentados a través de la reconversión.

La frase de ámense los unos a los otros, debe ir forzosamente complementada con el respeto a la preferencia sexual de los otros.

 

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