miércoles 08 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

“Poco Ortodoxa” y la traición al clan

 

Por ITZEL ARCOS

Ayer vi Poco ortodoxa y no hace falta decir que es un gran trabajo de guion, actuaciones y narrativa visual. Además, generado por mujeres: Mujer la referencia del texto, mujeres las productoras, la vista femenina está más que ejemplar.

Durante toda la serie pensé en un concepto: el “Non plus ultra”, que etimológicamente significa “No más allá”. En la Edad Media se le llamaba a la certeza de que la tierra era plana y tenía principio y fin. Cuatro puntos donde lo que iniciaba, acababa.

Fue un concepto que aprendí en el psicoanálisis, se trata de las cuatro paredes donde tu clan te enseña a habitar, y está formado por los prejuicios, conceptos y traumas que muy bien retrata la serie. Es la forma de ver la vida de manera primigenia.

En el caso de Easty, la protagonista, está muy claro: ser buena esposa y madre, sobre todo madre, la herramienta para rescatar los millones de muertos en el holocausto, que a su vez es la fuente de dolores con los que han transitado los traumas de sus abuelos, quienes la criaron. Hay un trauma base: El holocausto y su catástrofe, el holocausto y su destrucción de miles de vidas, vínculos, anhelos. No es gratis que la comunidad que decidió la vida más ortodoxa sea la que contiene la historia de destrucción mayor. La comunidad de Easty viene de una de las más descarnadas masacres de la Shoa (como se le llama al holocausto judío) y con ese trauma se asentaron en Nueva York para rescatar lo perdido. Miles de artículos hablan del barrio de Easty como un barrio que sobrevivió en su lengua materna gracias a la fuerza del trauma.

El dolor potente genera patria, y Easty vive asentada en el dolor de sus generaciones pasadas.

Se podría hablar de la comunidad jasídica y sacar miles de documentales como ya se han hecho, pero más allá de ello, hay un tema “universal”: la búsqueda del camino propio a pesar del clan y sus directrices, a pesar del clan y sus dolores, a pesar del clan y sus cuidados.

En una escena inconmensurable Easty se baña en el río alemán donde mataron judíos mientras lo cruzaban, en ese recuerdo la canción de su abuela, el abandono de su madre, el alcoholismo de su padre y ella se baña mientras se quita la peluca ortodoxa. Un ritual de cierre de dolores. ¿Cuántos mandatos quedaron dichos en esos ríos? ¿Cuanta frustración? La insatisfacción sexual y espiritual de Easty tiene un sentido en ese río hecho de todas sus generaciones.

Es universal porque el “Non plus ultra” es un concepto que está en todas las mujeres del mundo: crecemos con una perspectiva de la vida, una serie de anhelos y traumas que no son exactamente de nosotras.

Pensé en mi abuela materna solitaria de un pueblo a mitad de Hidalgo, un pueblo seco y caluroso, donde “ser la bastarda” fue su única patria, y vino acá a la ciudad a formar una familia de hijos que fueran “legítimos”, a formar una familia que no viviera la pobreza como consigna pero sí como complejo o estilo de vida y lo vi en sus hijas, entre ellas mi madre y aún en mí. Pensé en mi abuela paterna cuyo pueblo era la comunidad ortodoxa del priismo y el qué dirán, huyendo con sus hijas como mujer recién divorciada en plenos años sesenta. En medio tanta precariedad, tantos anhelos, tantos prejuicios que nos pesan en la búsqueda de la voz propia. El clan, ya sea en forma de familia o de lo que sea, pesa bastante: te dicta y te dirige. Dirige tus deseos, te pide cuotas de errores y reconciliaciones. Nuestra vida en algún momento se convierte en una deuda con los errores de nuestros antepasados:

“Estudia porque yo no estudié”.

“Ten un buen hijo para sellar el hijo muerto que yo no tuve”.

“Termina tal carrera porque alguien la quiso estudiar y no pudo”.

“Habla de tal abuso porque yo no pude”.

Y en medio de los mandatos, la búsqueda de los deseos propios, el miedo y la huida. Nos salimos a escondidas con nuestras maletas simbólicas, y a veces no tanto, a buscar lo que de verdad somos y eso traiciona a nuestro clan pero representa nuestra libertad.


Itzel Arcos. Standupera, actriz y escritora, se dedica a impulsar las artes escénicas y narrativas a partir de la autobiografía con enfoque feminista.

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