Los más pequeños poco entienden del encierro. De pronto, un día ya no fueron a clases y dejaron de ver a sus amigos y profesores. Se acabaron las salidas al parque, a jugar, a fiestas, a visitar a los abuelos o al cine.
Hoy, 30 de abril será diferente para ellos. Estarán “casi todos” en casa, confinados por la pandemia. No habrá festejos escolares ni plazas repletas de niños.
De forma abrupta y sin que nadie lo pensara se rompió con la cotidianidad del festejo por el Día del Niño. Gran oportunidad para cambiar los regalos caros por un juego familiar; un helado por un pastel hecho por ellos con ayuda de la familia; una película por unos cuentos o historias familiares; escucharlos, tomarlos en cuenta y hacerlos partícipes de los quehaceres y placeres en casa.
Buen momento para explicarles que su día se celebra desde hace más de 90 años con el propósito inicial de recordar a los niños víctimas de la Primera Guerra Mundial. Para honrar a los que murieron, así como a los que perdieron a sus padres, hermanos, abuelos y amigos. A los que les destruyeron sus escuelas, sus hogares, pasaron hambre y tuvieron miedo.
Lamentablemente, hoy, el confinamiento en casa no es igual para todos los niños. Su vulnerabilidad ante el Covid-19 es mínima. Pero no lo es frente al maltrato, la violencia y hasta el abuso sexual en su propia casa.
Aquí en México, el 60 por ciento de las violaciones sexuales de menores ocurre en el ámbito intrafamiliar.
Para millones de niños el quedarse en casa es un calvario y representa un riesgo. Lo viven entre golpes, insultos y humillaciones.
En las últimas semanas se ha informado que durante el #QuédateEnCasa, el número de casos de violencia hacia las mujeres han aumentado exponencialmente. Hay líneas de auxilio para que se pongan a salvo y denuncien, incluso instituciones que las protegen desde el encierro.
Pero ¿qué hay de los niños? Poco o casi nada sabemos de cómo viven el confinamiento en casa, ni quién se ocupa de los que están en situaciones vulnerables.
Está documentado que el encierro potencializa la violencia. Duele saber que hay niños que tienen que convivir día y noche con un padre, una madre o un familiar que los maltrata física, emocional o psicológicamente.
Que nos sirva este Día del Niño, encerrados, para recordar la enorme deuda que tenemos con ellos.
En México hay poco más de 31 millones de niños entre 0 y 14 años y 7 millones de adolescentes de 15 a 17 años.
El 51 por ciento de ellos viven en situación de pobreza, 4 millones en pobreza extrema y nueve de cada 10 niños que hablan una lengua indígena son pobres.
Todos los días mueren 3.6 niños y adolescentes y desaparecen 7 de manera violenta.
Según la UNICEF, 6 de cada 10 niños menores de 14 años sufren algún tipo de violencia o maltrato por parte de algún familiar dentro de su hogar.
Hay casi 400 mil embarazos al año de niñas entre 9 y 17 años. La mayoría debido a violación sexual por algún familiar o alguien cercano.
Hasta ahí le dejamos a las penosas y preocupantes cifras, porque la lista es larga: explotación laboral y/o sexual, deserción escolar, niños en situación de calle, asesinados por sus padres, abandonados y reclutados por el narco, por ejemplo.
Muy lejos estamos de garantizar el interés superior de la niñez, así como el derecho a la salud, educación, alimentación y protección.
Nos toca conmemorar el 30 de abril de una manera diferente. La deuda con nuestros niños es grande. Ojalá que algún día, realmente tengamos argumentos y hechos para festejarlo.