viernes 10 mayo, 2024
Mujer es Más –

 

Desde que la telefonía móvil incluyó las imágenes e internet comenzó un cambio, todo lo que se digitalizó antes, lo teníamos en un “Touch”, el mundo al alcance de nuestras manos; así comenzamos a descubrirnos digitalmente poco a poco, pero olvidaron digitalizar algo: Los valores, la ética, eso que nos da “sentido”.

El arte visual del  siglo XX cruzó el portal del milenio con su herencia de “provocar”, “denunciar”, “representar” … ¿Qué? Si ya era manipulable la imagen digital, ¡perdón!, ese es un término del siglo pasado, hoy día no es políticamente correcto decir “manipular”, sino, “intervenir”.

Este pequeño ejemplo solo lo podrán entender quienes cruzamos la experiencia del milenio, no solo era un siglo, ¡era cambiar el primer dígito del año que rige políticamente al mundo! (recordemos que hay calendario chino, hebreo, maya…). Ahora, después de dos décadas ya hemos “naturalizado” la comunicación digital. Usted me está leyendo gracias a eso, pero en dos décadas, los jóvenes de entonces que ya no lo somos tanto, y que las nuevas generaciones gritemos con hashtags “No me representa”; una negación 100 por ciento semiótica, muy ligada a la imagen.

Ahora que hay varias vías de telecomunicación a diversas velocidades (radio, prensa escrita, redes sociales, mensajes en tiempo real…) vamos construyendo entre todos los nuevos símbolos que sí, y que ya no, nos representan.

Las redes sociales se cobraron con nuestros datos personales que gustosamente regalamos al digitalizar nuestra información de quienes somos (teléfono donde llega tu información de todo tipo) a la iniciativa privada de otros países quienes la crearon.

Los estudiosos de la comunicación nos dijeron que la fotografía en internet era “la democratización de la imagen”. Posteriormente llegó la terminología “La masificación de la imagen”; esta refiere a la cantidad exponencial que es intercambiada en la telecomunicación que son millones por segundo, usted puede voltear a ver algún producto de consumo y tiene una fotografía en su etiqueta, si no lo tiene es un producto ya posicionado en el mercado desde el siglo anterior, un clásico. Ese tiene un logotipo, que con una mínima parte lo ubica, ese es el símbolo que lo representa.

¿Y nosotros, qué o quién nos representa?, nosotros mismos. Acaba de suceder apenas, el primer ejercicio constructivista donde la democratización de la imagen representó a una gran mayoría a nivel mundial (siempre hay excepciones).

Es inevitable no hablar de esta gran afectación social que está sucediendo con el COVID-19, cuando se declaró la cuarentena en diversos países de Occidente, cada cultura a través de las redes sociales compartió a manera de nota, cuál era su producto básico para estar aislado de la gente, pero hiperconectado a la internet. Así comenzamos a ver las diferenciaciones entre una sociedad y otra, qué peso de valor le daba a las actividades con referencia a un producto de consumo, pero lo que nos unió a todas esas sociedades fue la compra masiva del papel higiénico. Sí, democráticamente lo eligieron como el producto básico.

En la sociedad virtual que ahora conformamos, consume Inteligencia Artificial (un ejemplo: las cámaras de video vigilancia que controla desde su smartphone). Hoy día la I.A. trabaja en incluir “la ética”, los valores que le son significativos a los humanos, pero, la Inteligencia Artificial no puede reconocer, ni utilizar, una palabra que se usa coloquialmente para describir miles de sensaciones. La palabra es: “Shit” (Mierda). Cada país tiene sus referentes muy semejantes, o relacionados anatómicamente.

La idea que se tenía del “Súper Humano” hoy un virus, nos recuerda que aún es un simple mortal y despierta nuestro miedo primitivo.

Que el “Antropoceno”, (el humano que contaminó el mundo y vive sus consecuencias) ahora conviva como “homo videns” (humano que interactúa en la telecomunicación).

Todo sucede al mismo tiempo, construimos en democracia los símbolos que nos representan, estos los nombramos, pero no somos conscientes al hablarlo, para eso está la imagen, la fotografía que su dispositivo de captura nos permite construir democráticamente qué sí, y qué no “vemos del otro”.

Favor de limpiar frecuentemente su smartphone, lavarse constantemente las manos, y no llevarse las manos a la boca.

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Cristina Ortega. Fotógrafa desde hace 25 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades – U.N.A.M. y U.A. de C.

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