lunes 06 mayo, 2024
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COLUMNAS HANNIA NOVELL

«EL RING DE LOS DEBATES» Adhara a la conquista del espacio

 

Hace ocho años, cuando nació la hija primogénita de la familia Pérez Sánchez, decidieron llamarla Adhara, el mismo nombre que tiene una de las millones de estrellas luminosas que hay en el Universo. Habían sellado su destino.

Los primeros años escolares fueron muy complicados. Los compañeros del salón la trataron con crueldad. Como todos los niños con Síndrome de Asperger, Adhara tiene dificultades para interactuar socialmente, para comprender el mundo al que se enfrenta diariamente y las emociones de las personas a su alrededor.

Su condición le impedía ser empática con los demás. La intolerancia de los otros estudiantes y la escasa experiencia pedagógica de maestros y directores para garantizar un ambiente libre de bullying en las aulas, le provocaron un largo y penoso desfile por seis escuelas diferentes.

Adhara tuvo episodios de depresión y sus padres decidieron llevarla al médico. La respuesta de los especialistas fue inesperada, grandiosa, retadora. La niña tenía Asperger y un coeficiente intelectual majestuoso de 162 puntos, superior a la inteligencia que habrían tenido Albert Einstein y Stephen Hawking.

La familia Pérez Sánchez debió cambiar sus planes. Era indispensable ofrecerle a Adhara las herramientas necesarias para aprender a atarse las agujetas de los zapatos deportivos y resolver ecuaciones trigonométricas. ¡Vaya desafío!

Con apenas ocho años, Adhara ya concluyó sus estudios de primaria, secundaria y bachillerato. Los hizo desde casa, no acudió más al sistema escolarizado. Ahora estudia en línea dos carreras universitarias: Ingeniería Industrial en Matemáticas e Ingeniería.

Nayeli, su madre, sospechó desde hace mucho que la inteligencia de la niña era sorprendente. Armaba sin dificultad rompecabezas de adultos y en su carta a Los Reyes Magos siempre incluía libros y juguetes científicos, antes que muñecas, patines o bicicletas.

Como cualquier otra niña de su edad, tiene platillos, caricaturas y programas favoritos, así que ama el espagueti, Scooby Doo y The Big Bang Theory. Las paredes de su recámara están pintadas de color rosa, tiene carteles de princesas y varias muñecas para peinar y vestir, pero el centro de atención de esa habitación es un enorme telescopio.

Adhara está decidida a viajar al espacio, ser astronauta, mirar meteoritos y estudiar los agujeros negros en el espacio para salvar al Planeta Tierra. El Universo trabaja en su favor: la Universidad de Arizona ya la invitó a estudiar Astrofísica y su familia no está dispuesta a dejar pasar esta oportunidad.

Ya en otros tiempos, la pequeña Adhara no pudo asistir al programa de Aeronáutica de la NASA, en Estados Unidos. El gobierno mexicano, con el argumento de la austeridad, canceló las becas para apoyar a los niños prodigio y la familia Pérez Sánchez no tuvo los recursos suficientes ni consiguió el patrocinio para llevarla.

La familia no se quedará de brazos cruzados. Adhara tiene el sueño y sus padres se encargarán de apoyarla, hasta llegar a la meta: la conquista del espacio.

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