En los días recientes volvió a convertirse en tendencia la “Ley Olimpia”, gracias a una entrevista que el portal en español de la BBC de Londres (26-IX-2019) le hizo a Olimpia Coral Melo, víctima de la difusión de imágenes íntimas, y cuya lucha llevó a cambiar la legislación en su natal Puebla.
Dicha ley en realidad son tres reformas. Implica que se reconozcan los delitos contra la intimidad, o sea, la difusión de contenido íntimo sin consentimiento; el ciberacoso, que es la violencia sexual en internet y, por último, el acceso a la justicia.
Por ejemplo, muchos creen que el sexting es el delito en sí. El sexting es un derecho al libre ejercicio de la sexualidad entre mayores de edad y que, como toda práctica, implica riesgos, de los que debe haber conciencia entre los integrantes de la pareja involucrada. Pero no por ello se puede atenuar la responsabilidad de quien, difundiendo imágenes íntimas sin autorización compartidas en un contexto de confianza, se convierte en un violentador sexual.
Si bien la aportación de material gráfico es voluntaria en razón del vínculo emocional que una a la víctima con el sujeto activo del delito, esto no significa la autorización para su difusión. El delito es precisamente eso: compartirlo sin consentimiento, tal como le sucedió a Coral Melo, una joven quien fue violentada a través de la difusión sin su consentimiento de un video sexual.
El linchamiento social y el calvario judicial al intentar denunciar la llevó a promover la ahora conocida Ley Olimpia, la cual con el apoyo de mujeres ha logrado que se aprobara en 11 de los 31 estados de México y que se esté discutiendo en la capital del país.
Pero, mientras este avance se festeja, se dio a conocer que en Ciudad Juárez opera un movimiento en redes sociales denominado Imperio Alpha, que se encarga de difundir imágenes sexuales de mujeres sin su consentimiento, a pesar de que en la entidad el delito de sexting está tipificado en el Código Penal.
Ahí, más de 80 mil integrantes de un grupo de Facebook comparten imágenes y videos íntimos de mujeres; en Whats App, alrededor de 230 integrantes también difunden los denominados ‘packs’.
No puede dejar de llamar la atención, que mientras Olimpia en su testimonio narra que, tras la filtración de su video, durante ocho meses no salió de su casa pues era señalada y objeto de burlas, los integrantes de la comunidad Alpha se identifican abiertamente con el logotipo de la organización, la cara de un vikingo guiñando el ojo que colocan como calcomanía en sus automóviles, e incluso cuentan con un saludo específico para reconocerse.
Esto sólo puede entenderse en una sociedad en la que la mujer que es víctima de cualquier tipo de violencia siempre tiene que demostrar su inocencia y el culpable siempre tendrá excusas.
Atenuantes propios del machismo arraigado donde ser mujer en el ejercicio de la sexualidad es más juzgada que el violentar a una mujer en su intimidad y exponer ésta en las redes.
Para Lulú Barrera, activista de Luchadoras, un colectivo feminista que participó en la producción del estudio La violencia en línea contra las mujeres en México, los medios digitales se han convertido en los nuevos espacios en los que se violenta a la mujer, trasladando a internet las agresiones que se viven en las calles (El Economista 25-01-2018).
Si bien los marcos jurídicos son necesarios para garantizar la protección y las sanciones correspondientes, urge la concientización social de que el verdadero delito es quebrantar la intimidad de una mujer. Se requiere retomar la frase de un cómico español, famosa a raíz de un caso de violencia sexual digital: viril no es quien viraliza.
