“A pesar del avance constante del desarrollo, el lugar de nacimiento de un niño sigue siendo el mayor predictor sobre su salud futura y, sin importar en qué país nace, la vida es más difícil si eres mujer”. Esa es la conclusión a la que llegó el reporte Goalkeepers. Dicho reporte es recopilado anualmente por la Fundación Gates, cuyo objetivo es monitorear los avances en los objetivos de desarrollo sustentable de Naciones Unidas que buscan reducir la desigualdad y la pobreza, así como incrementar el acceso a los servicios de salud para 2030.
En una nota de la agencia Reuters, sobre los hallazgos del reporte, se destaca la entrevista concedida a la directora ejecutiva de la Fundación Gates, Sue Desmond-Hellmann, donde dijo que las alertas más claras eran “los peligros del género y la geografía”.
Esto es visible en nuestro país. En México, a una mujer que nació en pobreza le será más difícil salir de esa condición que a un hombre. De acuerdo a una nota publicada en en diferentes medios referente a la investigación del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), las mujeres se hayan en desigualdad de movilidad social sobre los hombres del país. Asimismo, en el análisis regional, los resultados por sexo son consistentes y congruentes con lo acontecido en el panorama internacional: en el sur del país, que en general es el territorio con menor dinamismo económico a escala nacional, las posibilidades de ascenso en la estratificación social son aún más complicadas para las mujeres que para los hombres (Milenio 05-23-2019). Los resultados, presentados el pasado mes de mayo, muestran que las condiciones para salir de la pobreza son mejores en la zona norte del país que en el sur, dado que en la primera región 54 de cada 100 ciudadanos se quedan sin salir de ella, mientras que en el sur la proporción impacta a 86 de cada 100 ciudadanos. Las oportunidades varían si se toma en cuenta al género: una mujer que nace en la base de la escalera social, por ejemplo, tiene menos probabilidades de ascender que un hombre. Es decir, 75 de cada 100 mujeres que nacen en la pobreza no logran superar esta condición, mientras que esto solo les pasa a 71 de cada 100 hombres que están en la misma situación ( Expansión 05-20-2019) .
Diferentes especialistas expusieron en el estudio que la manera de cerrar dicha brecha es apostando por sistemas eficientes de salud, educación y protección social. Además de una política educativa con un Sistema Educativo Nacional incluyente y de calidad que persiga la universalización y la mejora de la calidad del aprendizaje.
Y tal vez parezca que no se descubre el hilo negro. Pero esta semana el Gobierno federal prefirió dar pasos en contra y optar por seguir ampliando esa brecha. La desaparición del Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa (INIFED), la asignación automática de plazas a los egresados de las normales, así como la participación de los sindicatos en los procesos de selección, promoción y reconocimiento, y la eliminación de las evaluaciones son algunos de los puntos que se establecieron en el paquete de leyes secundarias de la reforma educativa del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Dichas reformas beneficiaron a los dirigentes sindicales en perjucio del sector más desfavorecido: la población estudiantil de zonas marginadas al sur del país.
Y mientras la CNTE se complace a costa del futuro de miles de niñas, que aparte de ser mujeres, son pobres y del sur ahora tienen que pagar los costos electorales asumidos por el Presidente: el peso de la triple discriminación lo oficializó el Ejecutivo.
