Odio ir de compras. No me gusta estar en esos centros comerciales con mucha gente que pasea pensando que pueden gastar el dinero que no tienen o que finalmente, terminan haciéndolo, con esos créditos interminables que generan muchos intereses para otros. A veces, no queda de otra más que prepararse psicológicamente, ir y comprar algo que no puede esperar.
Estando en la fila larga para pagar, escucho la conversación de dos jovencitas que hablan con una papa en la boca, cargan su bolso a medio brazo, se levantan en tacones altos y maquillaje, y usan sus manos para hablar, siempre levantando el dedo meñique como si tuvieran una copa de vino. Una de ellas, más o menos de 23 años, se dedica a enseñar su anillo de matrimonio para que todos se enteren de que hace un mes tuvo “la boda más espectacular del año”, que su luna de miel por Europa y Asia fue “lo maaaaaximo” y que cada día está más enamorada de su marido.
– ¿Oye? ¿Crees que este sea el tono de color del que vimos en la otra tienda? (enseñando la parte baja del bikini a la hermana mayor)
– Ay, no sé… ¿Y por qué no pides que te lo presten, nos lo llevamos, lo revisamos y lo traemos de regreso?
– ¿En serio crees que esta tienda me lo va a prestar así nada más sin pagar?
-Pues inténtalo. No le veo nada malo.
Mis adentros me dicen continuamente que por favor no me ría de la tontería que acabo de escuchar.
– ¡Qué mal plan que no puedas venir a la playa! ¡Vente!
– Entiende… no puedo arriesgarme. Ya me dijeron que si me pica un mosquito con zika, tengo el riesgo de que mi hijo salga hidrocefálico y la neta, no quiero que eso me pase. Imagínate el tiempo que dura curarse de eso. Aparte, tendría que esperarme seis meses después de curarme para embarazarme. Has la cuenta, sería más de un año… no, eso no. Tenemos que tener un baby pronto.
– ¿Neta? No pues no puedes hacer eso, imagínate si te pica… más vale prevenir.
Aparece la madre, que aprovechaba no estar esperando en la fila para poder escanear la tienda completa y llevarse más cosas pues “están en oferta y hay que ahorrar”. Hablan de la maravillosa boda comiéndose a todos los invitados desde los vestidos que usaban y las parejas con las que iban.
Nunca imaginé sentir tanta alegría al llegar con la señorita de la caja, pagar e irme. Se le recomienda a aquellos que no tienen hijos, que no vayan a la playa pues estarán amenazados por un mosquito.