Como vulgares ambiciosos actuaron los de MORENA en Baja California. Pero no están solos pues los de Acción Nacional fueron también protagonistas de una escena de pornografía política.
Aumentar de dos a cinco años el mandato para el que fue electo Jaime Bonilla es un acto perverso y fuera de toda lógica democrática.
Baja California fue gobernada por los panistas desde 1989. Hace unas semanas perdieron el poder, y la credibilidad.
Personajes como Cuauhtémoc Cárdenas descalificaron la intentona golpista en contra de la voluntad popular. Desde el Instituto Nacional Electoral, la consejera Pamela San Martín ya advirtió que la reforma para darle tres años más de poder a Bonilla no debe pasar pues en dos ocasiones anteriores las autoridades de la Corte, mediante el Tribunal Electoral, ya le habían negado a Bonilla y sus cómplices la posibilidad de entronizarse en el cargo de gobernador.
El presidente López Obrador ya dijo que él se sonrojaría si fuera beneficiario de una ley así. Y aunque hay muchos que piensan que el de Baja California es un ensayo para llevar una propuesta así, el talante maderista de AMLO no lo permitiría jamás.
Baja California puso en evidencia el estado actual de los partidos políticos en México. El PAN, principal ejecutor de la reforma, apenas atina a decir que expulsará a sus diputados y que irá a la contra a emprender acción de inconstitucionalidad.
El PRI, casi desaparecido del mapa político electoral de México, dice lo mismo que sus antiguos socios panistas, pero ya ni las declaraciones de sus “líderes” son escuchadas por sus militantes.
El caso más patético, por ser el partido que llevó a López Obrador al cargo es el de la presidente de MORENA. Yeidkol Polevnsky se atrevió a decir que ampliar el mandato de Bonilla se debe a que el pueblo así lo quiere. Vaya descaro.
Ante la actuación de los dirigentes de los partidos políticos, la voz del presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo es no solo la más sensata, sino la que debería marcar el rumbo del legislativo federal y hasta de la Suprema Corte con su sala electoral incluida: desaparecer los poderes en la entidad y dejar sin gubernatura a Bonilla.
Los partidos demostraron que su interés está solo en ganar elecciones para ejercer el poder a su libre antojo.
Los partidos ya dejaron claro que no son entes públicos, sino clubes de cuates para allegarse el presupuesto de la federación, los estados y municipios para sus fines particulares.
Los partidos, en síntesis, están podridos.
La Letrina. Ya que hablamos de partidos, uno que no nace y ya está pensando en posponer su registro nacional es el que encabeza Felipe Calderón, quien fue impuesto en la presidencia de 2006 a 2012. A pesar del activismo del expresidente del PAN su partido no emociona a nadie, ni siquiera a quien se supone era la lideresa de esa formación política, la aspirante a presidenta del PAN y frustrada candidata presidencial: Margarita Zavala. Es ella quien declara que “es necesario, y aunque no nos guste mucho, hacer otro partido político, es urgente que lo hagamos este año o hasta el 2015…”. Las asambleas de México Libre, así se llama la formación política del calderonismo, no han funcionado. Hasta hace unos días solo se habrían concretado 19 asambleas de las 300 que exige la ley. Ojalá que los que bañaron de sangre al país sigan así.