La semana pasada para la Ciudad de México y algunos estados de la República Mexicana fue terrible, no creo que la olvidemos fácilmente y de verdad tampoco creo estar exagerando, la gente de mi edad ha visto ya muchas cosas, ni qué pensar la generación anterior que nació en los albores de la Segunda Guerra Mundial, pero para vivir catástrofes en esta ciudad no hace falta edad, hasta los más pequeños recordarán el pasado temblor, llamado S19 por la horda millennial, así como inundaciones, huracanes, sequías. Eso sin tomar en cuenta las catástrofes realmente provocadas por los hombres (bueno, hombres y mujeres), que son las verdaderamente graves, como la violencia y la tremenda corrupción en que vivimos, es más, para acabar pronto, no sé qué le hizo más daño a mis sistema respiratorio, ¿los cuatro días de contingencia ambiental, que fueron apocalípticos, o el video de Romero Deschamps cantando felizmente entre Julio Iglesias y el expresidente de México, Enrique Peña Nieto?
La semana pasada la contaminación alcanzó niveles históricos en nuestra ciudad, ni siquiera era lo que los noticieros o las aplicaciones sobre calidad del aire te pudieran decir, es que la podías ver, tocar, ya no desde el avión como cuando llegas de viaje, de verdad la podías sentir sobre ti. El olor del aire era nauseabundo, picaba en la garganta como cuando hueles gas mostaza (se preguntarán ¿cuándo olí gas mostaza? Me tocó mi rociadita en el concierto de Rod Stewart en Querétaro hace ya varias décadas por estar metiendo la nariz en donde no debía), el dolor de cabeza, de ojos, eran intensos.
Mal pensada como soy, deseché casi de inmediato la hipótesis de los incendios forestales, porque aunque sé que son ciertos y que efectivamente no hacía nada de aire, se podía ver la megabandera estática y las hojas de los árboles como si fueran fotos, es algo que pasa todos los años, ya sean accidentales o provocados por el hombre. Otro dato del que nos pudimos cerciorar y una vez más me lleva a mi conclusión de siempre: “Somos una prueba error de la naturaleza” y estamos condenados a auto extinguirnos, el caso que ya en mi delirio de persecución hice graves elucubraciones, de verdad ya veía yo a intereses secretos inyectando algún gas mortífero en el aire con alguna secreta intención.
No sé si fue así, no doy por descartada aún mi tesis. Los dedos acusadores se levantaron señalando a la 4T de la gravedad de la contaminación, lo que me obligó a batirme en redes con uno que otro, cuestionando qué hemos hecho nosotros por cuidar el ecosistema de nuestro planeta, la semana apocalíptica y combativa me dejó una fuerte, muy fuerte gripa, de la cual no haré un hashtag que diga #AMLOCULPABLE, como todo lo que pasa en este país.
A los únicos que considero culpables es a nosotros mismos, por no informarnos, por indiferentes, por soberbios, muchas veces solo por molestar al vecino, a las autoridades, por creer que así demostramos nuestra inconformidad.
Ni marchas, ni información falseada de dudosa procedencia, pero tampoco y, por favor se los pido, más incongruencia.
Nadie, absolutamente nadie puede aquí tirar la primera piedra, ni siquiera mi primo Yogui que vive desde hace años en la playa meditando y usando la misma ropa.
Todos contaminamos, y todos nos vemos bastante estúpidos tratando de demostrar lo contrario, como en todo lo que nos gusta polemizar.
No popotes, ok. ¿Y los vasos de plástico de tu bebida orgánica qué?
No bolsas en el supermercado, ok. ¿Y los empaques de absolutamente todos los productos que adquieres qué?
Se dice fácil cuando todos usamos pañales, toallas sanitarias, servilletas, desechables, automóviles o motocicletas, cuando hemos vivido, en mi caso fumándome el humo de todos los cigarros que se fuman en todos lados, para que lo sepan de una vez. ¡Todo contamina! Y no es culpa de la 4T, contamina el tinte del cabello, los esmaltes de uñas, tener aire acondicionado, encender aparatos electrónicos, usar el celular todo el santo día, sacar a pasear al perro y no recoger sus deshechos sólidos y líquidos, contamina usar electricidad, contamina vivir como vivimos.
Vivimos en un mundo globalizado, somos responsables de ello, tenemos que pensar mas allá porque cada hecho tendrá una consecuencia, si nos negamos a usar popotes, bolsas de plástico y desechables, tendríamos que estar conscientes que esto va a repercutir en la economía mundial, son industrias con millones de empleados las que se irían a bancarrota y tenemos que estar preparados para esa catástrofe económica y social; y eso solo por citar un ejemplo, no estoy a favor ni en contra, solo creo que hay que analizar todos los pros y los contras y no hacer responsable al gobierno en un futuro por la ola de desempleo y de gente sin trabajo en las calles, como es nuestra costumbre hacerlo.
Lo importante, creo yo, es saber qué hacer con los desperdicios y de verdad llevar a cabo medidas de reciclaje oportunas.
Así es que ya vamos dejando de echar culpas y asumir cada uno que esta época la diseñamos nosotros y así ya es, no hay manera de dar pasos para atrás, si se pueden moderar ciertas cosas, si es válido llevar tu bolsa de tela al súper, te ahorras unas 10 bolsas más de plástico, si es bueno separar la basura, buenísimo, llevar el Pet a contenedores especiales, recoger tu basura en la playa o en el campo, o en el cine o en el concierto, en donde vayas, no hay razón para que dejes nada tirado.
Bájenle al cigarrillo y al chicle, sobre todo dueños de dedos acusadores, eso si contamina de verdad; menos automóvil, más caminata; no se sientan absurdos llevando sus propios platos y vasos a las fiestas infantiles para después regresar a lavarlos a sus casas; bajémosle al consumismo extremo, a la vida desechable, a las televisiones y demás gadgets en cada recámara; aguántense tantito el calor y el frío, no tenemos que tener el clima prendido siempre, ni que viviéramos en Siberia o en el desierto, estamos muy mal acostumbrados y esa es la verdad. Pero es muy fácil acusar de todo al gobierno, no señor, yo no acuso a AMLO de este caos ambiental, como tampoco acusé a EPN del temblor ni a Fox de mi divorcio. Las cosas pasan, en el mundo pasan, vamos haciéndonos responsables de cada desastre que ocasionamos.
Dos días con fiebre me obnubilaron todas las neuronas, mucho más que la contaminación, al final no morí, ni hago pipí radioactiva ni voy a dar a luz a un alíen, afortunadamente somos una especie muy fuerte que lo único que no entiende es que la tierra no le pertenece, que estamos de afortunado paso sobre ella, pero que ella estuvo mucho antes que nosotros, nos vi comenzar a existir y conoce toda nuestra información, nos despedirá en su momento, mi pronóstico ya lo conocen y dará vida a nuevas formas de ser.
Lo único que podemos hacer es vivir lo más amablemente posible, con ella y con los otros que están junto a nosotros.
Respetar, pero de verdad respetar, con todo el significado de la palabra y con la intención de hacer un mundo llevadero y funcional para todos.