miércoles 15 mayo, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS IVONNE MELGAR

«ELLAS EN EL RETROVISOR» ‘Testosterona’

 

Es como una patada en los ovarios.

Un jalón de orejas sostenido para todas las que, alguna vez o más de una, cedimos la plaza bajo el argumento de que lo nuestro era sumar y no escalar a la punta de la pirámide.

Porque de eso se trata la obra Testosterona de la escritora Sabina Berman: de ponernos frente al espejo de la disputa del poder que, generalmente, las mujeres no queremos dar.

Hablo, por supuesto, desde mi generación y mi oficio, un terreno en el que hace unas dos décadas nuestro género se volvió numéricamente mayoritario en las redacciones de periódicos y noticiarios, y donde los cargos directivos, sin embargo, eran y siguen siendo ejercidos por varones.

Aclaro el sesgo generacional porque el reciente debate del #MeToo hizo evidente la brecha entre el feminismo de nosotras, las que hemos ido festejando las aproximaciones sucesivas de la despenalización del aborto en la CDMX y las cuotas de género en la vida pública, y el feminismo de las jóvenes que hoy quieren justicia ya, así sea por su propia mano, por la vía de un tuit, una denuncia anónima o una catarsis.

Por eso creo que las recriminaciones que, en mi caso, la obra de teatro me desató, podrían tornarse en imágenes de reconfirmación de cambio cultural entre las jóvenes ya liberadas de los dilemas que Sabina Berman recrea con alegría, humor y profundidad.

Desplegada en la oficina del director de un periódico, la obra se apega de manera escandalosamente real a lo que sucede en el terreno periodístico, gracias al conocimiento de la autora sobre el rol que la información tiene en la vida política.

Es un realismo al que contribuye, con su actuación, Álvaro Guerrero, quien encarna con deliciosos matices al personaje más encumbrado en el organigrama de un medio de información.

Puesta en escena, por primera ocasión, en 2014, la obra que en su nueva temporada también protagoniza Gabriela de la Garza es, como lo señala su autora, una conversación honesta entre un hombre y una mujer dispuestos a transformarse mutuamente.

“Si en el siglo XX la discusión sobre los géneros ocurría en los hogares, hoy la gran discusión ocurre en las más altas oficinas de los rascacielos”, argumenta Sabina Berman.

Se trata de una discusión viva y urgente, incluso ahora que el gabinete del gobierno del Presidente López Obrador es paritario y el Congreso mexicano porta como marca que esta es “la legislatura de la paridad de género”.

Y es que la escritora pone el dedo en un asunto que va más allá de los cargos, para tocar la llaga de las dificultades femeninas en el ejercicio del poder como tal.

Desde la perspectiva de Berman, la potencia femenina frente al poder es diluida por las mediaciones culturales de la fecundidad. De manera que al desplegar su liderazgo, la mujer estaría determinada por el valor que en nuestra sociedad tiene el sacrificio y la generación de estabilidad y florecimiento de y entre los suyos.

En lo personal, experimenté el gozo de la comprensión que duele ante el planteamiento de la autora de que esos atributos gregarios, de cobijo e impulso a los demás que nosotras tanto presumimos, no compiten con el ejercicio del poder a secas, con la testosterona.

Porque Sabina Berman nos lleva a la conclusión de que más que una experiencia acumulada de méritos, talentos y virtudes, el poder es la capacidad de ejecutar acciones definitorias que fijan rumbo, alineando a los demás en torno a esos trazos.

Así que de la mano de las contradicciones y los dilemas de los personajes, la obra conduce al espectador a su propia conversación honesta sobre qué tanto la renuncia femenina al poder también es una renuncia al ejercicio del deseo.

Y es en ese punto cuando Testosterona se convierte en un espejo obligado para diputadas, senadoras, funcionarias, directivas, alcaldesas, secretarias de Estado, magistradas, ministras, lideresas sindicales, mujeres colocadas en la punta de la pirámide de cualquier organigrama.

Porque la alerta de Berman es que, ante la experiencia siempre costosa del poder, a las mujeres les sobran dudas y les faltan pelotas.

Es una lección devastadora porque la obra deja la advertencia de que, hoy por hoy, en la vida privada, íntima, amorosa, el hombre de poder no quiere (o quizá no busca, no desea, no necesita, no puede tener aún) como compañera a una mujer con Testosterona.

De manera que esta conversación honesta, convocada por Sabina Berman, sobre las apuestas sentimentales de hombres y mujeres, también abre el debate en torno a los nuevos balances entre la química del poder, la equidad de género y el despliegue de las hormonas.

Para mí, sí fue como una patada en los ovarios. Porque sin duda, hubo un día, en que me sobraron dudas y me faltaron pelotas.

Pero siempre será mejor saberlo que echarle la culpa a la pirámide.

 

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