sábado 18 mayo, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS PATY BETAZA

«MIRADA GLOBAL» Castiguen a los corruptos pero #AlosNIÑOSyalasMadresNO

 

La polémica desatada por el recorte presupuestal al Programa de Estancias Infantiles me revivió lo difícil que es en este país la trilogía de ser mujer, trabajar y tener hijos. No es asunto menor el querer ejercer tu profesión o cualquier labor, ser productiva y además estar al pendiente de ellos. Un estrés que puede traer implicaciones para la salud física y mental de cualquier madre y de los hijos.

Ivonne Melgar compartió conmigo uno de esos episodios que hablan de la complejidad de esa trilogía. En el sexenio de Fox, cubríamos Presidencia. Ambas teníamos a los hijos pequeños cuando se nos programó una gira internacional. Para sentirme más tranquila –aunque tenía una excelente guardería- decidí enviar a mi hijo con sus abuelos a Veracruz; el papá -también reportero- lo consideró pertinente. Esa decisión -a mi juicio- me permitiría trabajar al cien por ciento. Estábamos en una comida cuando de pronto me habló mi mamá con voz angustiada, “oye hija, el niño tiene una fiebre altísima que no cede, no te preocupes, ya lo llevamos al doctor, pero solo te quería avisar”. Mi querida Ivonne fue testigo de la angustia estando a kilómetros de distancia, entre seguir con mi trabajo y estar al pendiente telefónicamente de mi hijo. Fueron horas de estrés y de angustia. Pendiente del evento y de la temperatura de mi hijo a larga distancia. Gracias a la solidaridad de colegas como Ivonne, puede sortear el momento sin descuidar mi transmisión. Mi mamá y su esposo decidieron tener a mi hijo bajo vigilancia médica las 24 horas del día.

Durante muchos años como reportera en Televisa estuve en esos vaivenes maternales sin descuidar el trabajo. También recuerdo que aunque mi labor y el de mi pareja nos permitía pagar una guardería privada y además tener una “nana” para el niño, aprovechaba cualquier circunstancia y tiempo para estar con él. Me lo llevaba a la realización de reportajes, a conferencias de prensa y a todo lo que podía. Incluso hasta las comidas y cenas de navidad de las “fuentes” que cubría.

Si teniendo un buen empleo las comodidades de una guardería privada y la ayuda invaluable de una nana, pasé momentos muy difíciles propios de la maternidad, no me quiero imaginar la problemática que enfrenta una madre de familia, que además de los hijos, es jefa de familia, tiene un sueldo precario y, por si fuera poco, debe cuidar de alguno de sus padres. Esos patrones son muy comunes en nuestro país.

Por eso me parece muy lamentable el anuncio de recortar el presupuesto al Programa de Estancias Infantiles que para muchas madres son un apoyo, diría más que vital, para poder desempeñar cualquier labor, siendo muchas de ellas el sostén de la casa. Parece incluso una broma de mal gusto la propuesta de darle mil 600 pesos a la abuelita para cuidar a los nietos. Después de los 50 años –no sé si sea mi caso especial- pero ni el ánimo ni la energía son suficientes para poder cuidar como se debe –o pensamos que se debe- a un niño.

Una de las personas que estuvo cercana al Programa me dijo que en los últimos años se hizo un gran esfuerzo para que las cuidadoras tuvieran un entrenamiento específico en esa labor de suma importancia para el bienestar de niñas y niños e incluso de la propia madre. El Programa surgió durante el sexenio de Calderón y además fue reconocido por la ONU, a través de Unicef. Recortarle el presupuesto afectaría a unos 400 mil niños y también a miles de madres. Por eso legisladoras de todos los partidos y las propias madres, han alzado la voz para que haya una rectificación de esa medida.

El presidente Andrés Manuel López Obrador hizo el anuncio del recorte porque dijo que hubo dispendio, corrupción, clientelismo y demás anomalías. Cosas que no sorprenden en este país. Y está muy bien que se sigan abriendo cloacas y se quiera acabar con la corrupción. Pero ¿por qué una medida tan radical que pone en desventaja a los niños y las a madres en este país? Son miles las mujeres que hacen malabares para ganarse la vida con el consabido sentimiento de culpa a cuestas por no estar al pendiente de los hijos. Ojalá que haya sensibilidad. ¡Qué se castigue a los corruptos pero a los niños y a las madres no! La trilogía de las madres, créanme muchas veces es un calvario.

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