Este viernes la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se reunirá con la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) para presentar y avalar la terna de candidatas a dirigir este organismo autónomo en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tomará la decisión final.
Como desde hace 22 años, cuando comenzó a funcionar una instancia del Estado para el impulso de la política de género, el proceso de designación muestra el músculo de un movimiento feminista siempre activo y creciente.
En lo personal, se trata de un momento emocionante que nos permite pulsar los diversos y ejemplares perfiles de luchadoras sociales y políticas comprometidas con las mejores causas de la agenda de equidad e igualdad sustantiva.
Justo ahora se agolpan en mí grandes recuerdos de las enormes feministas que hicieron posible con aportaciones desde distintos frentes que INMUJERES fuera lo que es ahora: una institución de todas y para todas.
Cómo olvidar el liderazgo de Dulce María Sauri Riancho, actualmente diputada federal del PRI, cuando en el sexenio de Ernesto Zedillo sacó adelante el programa y la comisión que más tarde darían paso al Instituto. Desde entonces, la exgobernadora de Yucatán pugnó porque éste fuera un espacio laico, comprometido con las banderas libertarias y democráticas de las mexicanas y de Naciones Unidas.
Después acudimos –cómo borrar de nuestra historia feminista esos gloriosos momentos de suma de esfuerzos–, en 1999, con Guadalupe Gómez Maganda, titular de la comisión gubernamental, y con activistas tan brillantes como Patricia Olamendi, Patricia Mercado y Sara Lovera, a la presentación del informe de México a la sede de la ONU en Nueva York. Ahí entendí que el feminismo iba más allá de partidos.
Y aunque en el arranque del sexenio de Vicente Fox hubo la pretensión de que una parte del INMUJERES fuera espacio para las organizaciones conservadoras de dogmas religiosos y de la normalización del machismo, demasiado pronto su presidenta, la panista Patricia Espinosa Torres no sólo comprendió el poder del feminismo sino que lo hizo suyo, convirtiéndose en una aliada de la pluralidad del movimiento.
Con el gobierno de Felipe Calderón, la jalisciense Rocío Gaytán institucionalizó la fuerza de las organizaciones sociales de las mujeres como un componente indispensable de la política de Estado con enfoque de género.
Ese legado se consolidó en la gestión de Enrique Peña Nieto con la presidencia de Lorena Cruz, quien sin regateos se hizo acompañar de las feministas de todos los signos para dar seguimiento desde INMUJERES al establecimiento de la paridad, ese gran paso que se estableció en la ley durante el sexenio anterior.
Y acaso porque he atestiguado el sostenido avance de las reivindicaciones feministas, esta vez, a diferencia de otros tiempos, más que emocionarme por una candidatura en particular, me llena de expectativa el proceso en tanto se da cuando contamos con el primer Congreso integrado por mujeres y hombres casi en igualdad numérica.
Mientras en otros tiempos esperaba la designación de alguna política o activista que me parecía con mejor perfil, ahora me preocupa y me ocupa las características del proceso, es decir, la garantía de que habrá equilibrio en la terna y que sus integrantes serán dignas representantes del poderoso y plural movimiento de mujeres en México.
Muy relevante será conocer cómo la secretaria Sánchez Cordero conduce esta deliberación que, además, contará con una mujer brillante como la actual secretaria ejecutiva de INMUJERES, Marcela Eternod, quien entregará la estafeta a la presidenta que López Obrador designe.
Y muy relevante ha sido la participación que en este proceso ha tenido la senadora de Morena, Malú Mícher, una feminista de cepa que ha dado muestras irrefutables de su compromiso con la agenda de género en los primeros tres meses de la legislatura, aún cuando se ha enfrentado a la resistencia de los varones de su bancada.
En los personal, espero que los dotes políticos y la sensibilidad de la titular de la SEGOB se hagan presentes atendiendo los señalamientos de las consejeras del Instituto, quienes públicamente se pronunciaron a favor de una terna que sea resultado, expusieron, de “un proceso participativo, que incluya deliberaciones abiertas sobre la idoneidad de los perfiles de las candidatas”.
“El nuevo régimen ha establecido que sus ejes centrales son la democracia participativa y la transparencia. El proceso de elección de la terna a la Presidencia del Instituto representa una oportunidad invaluable para poner en práctica estos principios”, plantearon esta semana las consejeras del INMUJERES.
Nuestra querida y admirada Sara Lovera, de quien aprendimos el periodismo con enfoque de género, reportaba recientemente en el portal hermano SemMéxico que uno de los principales perfiles participantes hacia la recta final era el de la médica y especialista en derechos sexuales y reproductivos Nadine Gassman Zylbermann, actualmente funcionaria de ONU Mujeres en Brasil.
Otro sitio hermano, CIMAC Noticias, confirmó la aspiración de la exdiputada federal y académica Candelaria Ochoa, cuya trayectoria suma esa feliz combinación del conocimiento experto sustentado en la investigación y el estudio del feminismo, con el trabajo político y el activismo ciudadano.
Apenas en la pasada legislatura, dimos seguimiento en San Lázaro a las iniciativas que Cande Ochoa apuntaló para visibilizar la violencia política de género, los feminicidios y los derechos humanos de las mujeres.
Y en Mujeres Es Más, Patricia Betaza, nuestra directora, nos compartió recientemente las innovadoras y sugerentes ideas de Carol Arriaga García, actual secretaria Nacional de Mujeres del CEN de Morena, quien este jueves fue respaldada por sindicalistas, empresarias, feministas, periodistas y legisladoras para que sea considerada por el presidente López Obrador como la mejor opción para encabezar el INMUJERES.
Firmada por más de 70 diputadas federales, la carta enviada a Palacio Nacional contiene el mensaje de que Carol Arriaga cuenta con el liderazgo para impulsar “la construcción de un feminismo democrático que incluye a todas por igual”.
Si bien en el documento se expone que su candidata concretaría los cambios de la Cuarta Transformación, las impulsoras de la secretaria de la Mujer de Morena sostiene que en la nueva política pública del Instituto “debe haber inclusión de todas sin importar partido político, clase social, condición económica o religión”.
Sabemos que la secretaria Sánchez Cordero ha revisado una decena de biografías y que está consciente de que sus pasos sobre el futuro del INMUJERES serán determinantes para garantizar la interlocución del gobierno con un movimiento plural que nunca se ha sometido a ninguna línea dogmática contraria a su naturaleza democrática y libertaria.