jueves 21 noviembre, 2024
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«COLUMNA INVITADA»: El valor del voto

 

La tarde noche del sábado 8 de junio, por fin se resolvieron los juicios de nulidad de la elección de Puebla, confirmando el triunfo de la coalición PAN-PRD Y MC.

Las nulidades de las elecciones tienen que ver con elementos cualitativos y cuantitativos, esto es, la calidad y los números de las votaciones. En el caso particular de Puebla y como también ocurrió con la alcaldía de Coyoacán resultó de mayor peso el tema del número de votos frente a la posible vulneración de la elección.

Uno de los elementos que se analizan es si las irregularidades que se acreditaron son determinantes para afectar el resultado de la elección, esto es, que si a través de los actos contrarios a derecho llevados a cabo durante y después de la jornada y en el resguardo de la papelería electoral, permiten que transcienda en el número de votos que dieron el triunfo a quien obtuvo mayor votación.

Dentro de la resolución de la noche larga del sábado los magistrados disidentes con el proyecto que a la postre fueron mayoría, determinaron que las irregularidades debían desestimarse pues en ningún momento pusieron en peligro la jornada electiva y de los resultados no se apreciaba que hubiese existido manipulación de los paquetes electorales ni influencia alguna de parte de autoridades gubernamentales o electorales locales, tampoco se acreditó la existencia de falsificación de la documentación electoral. O bien que los actos de violencia hayan sido generalizados en la entidad además de que esos actos no incidieron en los resultados de la elección.

Con lo anterior quienes integran la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación concluyeron que debía confirmarse el resultado de la elección, pues de las irregularidades no se acredita la vulneración al voto, ya que se mantienen sus características: universal, secreto, directo y libre; lo que se traduce en un respeto irrestricto al principio de legalidad que debe observar todo proceso electivo.

De ahí que, bajo la presunción de que los actos llevados a cabo durante la jornada y hasta los cómputos distritales son válidos, se impone el principio de conservación de los actos válidamente celebrados y se protege el voto mayoritario de los poblanos.

Sin embargo, con tal determinación dividida y lograda con una mayoría de cuatro frente a tres votos en el Pleno de la Sala Superior, queda un mal sabor, puesto que, si bien, existe, como sucedió en Coyoacán, una mayoría de sufragios, alrededor de ese resultado existieron actos de difícil medición, pero que afectan medularmente la calidad de la elección.

Nos quedaremos con señalamientos de vulneración de la papelería electoral, de autoridades gubernamentales inmersas en el proceso, fuertes puntualizaciones en contra de las autoridades del Ople, y como sucedió en la alcaldía en mención un lamentable hecho de violencia política de género que, al no estar debidamente tipificada no “alcanza” para que se anule una elección aunque existan los hechos y actos que dan lugar.

Puede ser criticable la comparación entre estas dos elecciones, en efecto son temas distintos, sin embargo, la crítica se centra en que, desde mi perspectiva, ninguna elección debiera contener elementos de duda respecto de la calidad del proceso, independientemente de su etapa, con mayor razón cuando se refiere a la emisión del sufragio garantizado con sus características y más aún al tratarse de los resultados: cómputo en casilla y distrital, además de la custodia y protección de los paquetes.

Respecto de la cadena de custodia, la Sala Superior de manera mayoritaria, consideró que el resguardo de los paquetes de la elección de la Gubernatura de Puebla, no sufrieron detrimento en su resguardo y no se acreditó la manipulación de los materiales electorales. Insisto, más allá del análisis de los titulares de las magistraturas, no debemos, no merecemos elecciones con dudas expuestas de posibles vulneraciones, además de que el argumento para no considerar que se violentó la cadena de custodia redunda en números, más no en la calidad de la elección.

En efecto, las elecciones se ganan con votos, ahí es importante la calificación cuántica, sin embargo se invierten demasiados recursos humanos y económicos como para que los procesos electivos tengan sesgos o dudas de su transparencia y apego a los principios rectores de la función electoral.

 

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