martes 14 mayo, 2024
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COLUMNAS SARAÍ AGUILAR

«EL ARCÓN DE HIPATIA»: La culpa no es de la tanga, es de la violencia

 

 “Hay que ver cómo iba vestida. Llevaba una tanga con encaje”.

El caso de una presunta violación en Cork, Irlanda, causó indignación cuando la defensa del acusado utilizó la ropa interior de la víctima para exculparlo.

Sugiriendo que la demandante —una mujer de 17 años— estaba “abierta a conocer a alguien”, la abogada Elizabeth O’Connell dijo: “Hay que ver cómo iba vestida. Llevaba una tanga con encaje“.

El acusado fue absuelto con un fallo unánime, después de que el jurado debatiera durante 90 minutos. El descontento no se hizo esperar. La diputada Ruth Coppinger sacó de debajo de su manga una pieza de ropa interior y la mostró en alto en una sesión del parlamento irlandés.

La prenda femenina consternó a sus colegas. Fuera del recinto, las mujeres se lanzaron a las calles llevando su ropa interior en las manos. En Cork, docenas de tangas fueron exhibidas en los escalones de los tribunales. El jueves, en Belfast, manifestantes ataron tangas a sus carteles y gritaron: “No significa que sí quiero”.

Miles de mujeres publicaron fotografías de su ropa interior en Twitter con los hashtags #Yosítecreo y #EstoNoEsConsentimiento.

La controversia en torno a este juicio recordó a la indignación que ocasionaron los detalles íntimos que se hicieron públicos en un juicio contra dos jugadores de rugby de alto perfil, quienes fueron absueltos de violación en Irlanda del Norte a principios de este año.

Estas controversias no respetan fronteras. La violencia sexual es el único crimen en el que la primera sospechosa es la víctima. La frase la pronuncia Mercedes Hernández, directora de la Asociación de Mujeres de Guatemala, quien lanzó una campaña en 2016 a raíz del caso de Ana, una joven que llegó a España como refugiada y fue agredida sexualmente de forma reiterada por su exprofesor, la única persona en la que ella confiaba. Después de aguantar mucho, cuando se atrevió a denunciar no le creyeron.

“¿Cómo ibas vestida?” es una pregunta que implícitamente culpa a la víctima. La acusa de que, quizá, de no haber usado algo tan sexy o revelador, no hubiera sido víctima de un ataque sexual. ¿En verdad no tener determinada ropa en nuestro armario nos libera de ser víctimas de abuso sexual? Para Jen Brockman, directora del Centro de Educación y Prevención de Agresión Sexual de la Universidad de Kansas, este es un mito: no podemos eliminar la violencia sexual simplemente cambiando nuestra ropa. “No es la ropa la que causa la violencia sexual, es la persona la que causa el daño“, señaló. Así actúa y se promueve la cultura de la revictimización de la víctima, la cual supone, permite y promueve que los hombres abusen sexualmente de las mujeres pues “ellas lo propician”.

Basta de buscar atenuantes. La ebriedad, ropa, horas, oficio o estilo de vida de la víctima no la hace corresponsable de una violación. Los culpables de todas las violaciones son los violadores. Esta frase es una obviedad, pero a veces no lo parece, ya que a menudo vemos casos en los que se culpabiliza a la víctima. El debate tiende a girar en torno a la culpa que tuvo la mujer en el asunto. Con tanga o sin ella, el no es no.

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