El pasado 6 de septiembre el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados ordenó publicar el Bando Solemne con el cual se dio a conocer a toda la República la declaración de Presidente Electo.
A partir de ese momento iniciaron los trabajos para organizar la sesión solemne que se celebrará el próximo 1 de diciembre, dentro de las tareas está enviar invitaciones a Jefes de Estado de otros países, todas estas actividades se realizan bajo un protocolo estricto, también para la confirmación y la visita de los mandatarios o sus representantes.
Desde septiembre que se empezaron a girar las invitaciones han ocurrido algunas confirmaciones, algunas han llamado la atención, pero nada comparado con las reacciones de esta última semana ante la evidente visita del Presidente de Venezuela.
Derivado de ello, no han sido menores las críticas por la determinación de Maduro a acompañar al Presidente Electo, las manifestaciones de la sociedad han tomado distintos tonos, por ejemplo las solicitudes de retirar la invitación que han emitido dos expresidentes.
Sin embargo, es importante resaltar que el tema tiene que ver con la diplomacia mexicana más allá de invitaciones personales, las que se realizan a los Jefes de Estado tienen otra connotación: visitas oficiales o visitas de Estado. En este caso, los Jefes de Estado acudirán a la toma de posesión del presidente electo por la mayoría de los mexicanos en el proceso electoral pasado.
No debemos separar los temas de democracia y diplomacia en nuestro país, pues a ésta última le ha correspondido en múltiples ocasiones responder a cuestionamientos internacionales de los contextos por lo que ha pasado el país en los últimos años. Ha sido complicado responder por las circunstancias del crimen organizado, la pobreza, la injusticia y la corrupción.
Si bien es cierto, otras naciones tienen complicaciones similares, vergonzosas si queremos calificarlas, pero no es esta nación la que debe pedirles cuentas. Mucho menos cuando pesan sobre los hombros de México cuestionamientos como un Pemexgate, Monexgate, la guardería ABC, Ayotzinapa, Apatzingán, Tlatlaya, una Casa Blanca, huachicoleros, los Duarte, conflictos de interés, socavones y un sin fin de acontecimientos, no todos de titulares dignos de defensa.
Aún con ello, el Presidente de México en turno o los representantes diplomáticos, eran recibidos para las distintas actividades diplomáticas previamente convenidas, los escándalos inclusive de delincuentes de alta peligrosidad escapándose de penales de máxima seguridad o de funcionarios de alto nivel enredados en temas de corrupción no fueron motivo para que los países anfitriones suspendieran la visita del Primer Mandatario.
No es simplemente lanzar un tweet para pedir que un mandatario de otra nación no pise suelo mexicano, por solidaridad con su patria, en este país también hemos necesitado no solo el abrazo solidario de los demás países de la América del centro o del sur; adolecimos de la voz de que quienes nos representaron, sin que los expresidentes levantaran la voz en contra de las irregularidades y no lo hicieron.
No señores, ustedes bien que saben lo que implica en un tema internacional retirar una invitación, no son cuestiones de ocurrencias. México siempre ha estado hermanado con otras naciones, particularmente con las de su mismo continente. La diplomacia es un instrumento necesario para operar las relaciones internacionales con los Estados del mundo.
La política exterior que se ha implementado por décadas en este país ha sido un trabajo fino, desde el Senado de la República, de los mandatarios en turno y sus respectivos cancilleres, así como de quienes se han profesionalizado en el tema de la diplomacia y sirven desde distintas trincheras. No puede ser solo la ocurrencia de decir que el Presidente de Venezuela no puede pisar este país y que en automático el gobierno mexicano retire la invitación, o el equipo de transición se desdiga de dicha cortesía.
Se les olvida lo que le costó a este país el “comes y te vas”, eso fue un incidente diplomático que dañó una relación de dos naciones, más allá de los problemas internos de la Isla, no le correspondía al Presidente Mexicano en turno sancionar así a su similar en Cuba.
La anécdota de Cancún, cuando la canciller venezolana respondió al canciller mexicano respecto de las declaraciones de que en aquel país se viven rasgos autoritarios, a lo que la diplomática visibilizó la crisis en el tema de derechos humanos que se vive en el país, asesinato de periodistas, narcotráfico y remató diciendo que México es uno de los países más peligrosos del mundo. Eso llevó a un enfriamiento casi total de las relaciones diplomáticas entre México y Venezuela.
Quienes exigen que un mandatario no pise suelo mexicano, no han hecho declaraciones respecto de la confirmación de la visita a la toma de posesión que ha anunciado el gobierno de los Estados Unidos de América de su Presidente. Se les ha olvidado que la amenaza del muro sigue vigente o ante esa nación no les conviene manifestarse en contra.
Mirar la paja en el ojo propio impedirá que nos desgastemos en criticar la paja en el ojo ajeno. Bienvenidos a México.