sábado 18 mayo, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS IVONNE MELGAR

«DURO Y A LAS CABEZAS»: Cada quien su 2 de octubre

 

Para quienes hemos vivido la conmemoración del 2 de octubre desde hace varias décadas, no pasaron desapercibidas las particularidades del 50 aniversario de aquella matanza.

Si bien es cierto que la importancia histórica de la fecha nos permite a cada quien conferirle su propio significado, los actos de este 2018 marcan un antes y un después en la efeméride.

Esta afirmación podría resultar temeraria para quienes nos alertan que la vida nacional no puede ni debe refundarse con el cambio de sexenio. Es cierto. Y a ellos les recuerdo que ya en otros momentos le dimos a la noche de Tlatelolco otros alcances.

Lo hicimos en 1986, como integrantes del primer CEU, cuando llenamos el Zócalo después de 18 años de ausencia universitaria en aquella emblemática plaza, espantando entonces los fantasmas de la represión y el enfrentamiento.

Y lo hicimos en 1998, cuando la Ciudad de México contaba con su primer gobierno electo y hubo festejo oficial capitalino sin impugnaciones.

Luego vendría el 40 aniversario, en medio de uno de los sexenios con mayor polarización política y encono en torno a los símbolos históricos.

Es con esos antecedentes que hoy me atrevo a considerar que tres situaciones le otorgaron, ayer, al 2 de octubre, una condición inédita.

Una: el sentido de fecha emblemática que le asignaron los universitarios, a unas semanas de que se activó la conciencia colectiva en torno a la violencia y la consigna de “¡Fuera porros de la UNAM¡”.

No es casual el impacto que alcanzó en las últimas horas la imagen de la fachada de la Torre de la Rectoría con la frase: “Nunca más”.

Dos: la inscripción del Movimiento Estudiantil del 68, con letras de oro, en el muro de la Cámara de Diputados, después de al menos tres décadas en que esa iniciativa era literalmente bateada por las mayorías parlamentarias de otros tiempos.

Y tres: el discurso del futuro presidente Andrés Manuel López Obrador señalando al Estado Mayor Presidencial como responsable de la represión militar de entonces.

Se trata, después de medio siglo, del primer gobernante que asumiría como propia la narrativa de los bastiones que recriminaron al Ejército como actor de aquella matanza.

De manera que más allá de la afinidad o de la crítica que se tenga hacia el futuro Presidente, es un hecho incontrovertible que este martes el capítulo negro de la noche de Tlatelolco ingresó, por fin, al calendario oficial de México.

Porque más allá de las controversias que todos los héroes y villanos suscitan, hoy los estudiantes de aquella gesta universitaria ya son parte de la épica nacional.

 

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