Quizá el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, aún no se da cuenta de que uno de los integrantes de su equipo cercano, su jefe de gabinete, el empresario Alfonso Romo, está generando malestar no sólo entre quienes lo ayudarán a gobernar y administrar este país, sino, principalmente, entre militantes de Morena que, con ironía, ya lo nombran el “vicepresidente” porque trata y ordena a todos como si fueran empleados de sus empresas.
Recientemente, durante una de las giras que López Obrador hizo a un estado del sur del país, el empresario impidió que los morenistas encargados de recibir al tabasqueño se le acercaran a pesar de que la instrucción era, y es, que en cada entidad los enlaces del Presidente lo esperen en el aeropuerto para trasladarlo a los puntos de trabajo agendados con anterioridad.
Romo dispone, sobre todo en el norte, de un staff de colaboradores, amigos y empresarios para hacer el trabajo que corresponde a los morenistas, incluyendo el de chofer, por lo que muchos ven con preocupación cómo el regiomontano los está haciendo a un lado para obtener un control absoluto sobre el próximo mandatario. Se está convirtiendo, dicen, en el José María Córdoba Montoya que gobernaba detrás del en ese entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
Faltan dos meses y medio para que Andrés Manuel López Obrador sea investido como Presidente de México. Sin embargo, durante el proceso de transición del gobierno peñista al obradorista Alfonso Romo ha movido los hilos para que sean algunos de sus colaboradores, como Víctor Villalobos, nombrado secretario de Agricultura, tema y negocio predilecto del empresario, sea uno de los que ayude al tabasqueño a lograr la cuarta transformación.
El “vicepresidente”, sobrenombre que le dan los morenistas, se mueve con la seguridad y confianza que le da su cargo: jefe de gabinete, un hombre que controla con una sonrisa aparentemente amable a todo aquél que quiere acercarse a su jefe, quien, en parte, le debe ser presidente.
El tabasqueño es amante de la historia, debe saber que la vicepresidencia fue restablecida en 1904, recayendo primero en Ramón Corral, luego en Abraham González y, finalmente, en José María Pino Suárez, asesinado en 1913, y pese a que no existe en México desde ese año, algunos secretarios de Estado, sobre todo de Gobernación, la han ejercido en el pasado reciente.
El comportamiento de quienes ocuparon formalmente el cargo de vicepresidente en nuestro país ha sido, al igual que el de los presidentes, muy variable, pero es indiscutible que el poder que pueden ejercer puede incluso afectar la firmeza y estabilidad del Estado. Basta recordar el poder que ostentaba Córdoba Montoya, temido por toda la clase política durante la administración salinista.
A mi memoria llega el texto de Luis Hernández Navarro, articulista del diario La Jornada, que escribió: “Ironías de la política, el empresario conservador Alfonso Romo, enemigo del aborto y de la propiedad social en el campo, será el segundo hombre más poderoso de un gobierno que ganó las elecciones con el voto de quienes rechazan las reformas estructurales, defienden el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y reivindican el ejido y la comunidad indígena”.
Los empresarios amigos y socios de Romo no tendrán de qué preocuparse, como siempre, este grupo saldrá beneficiado, deberán preocuparse quienes representen un dique para el hombre de negocios que supo esperar su momento.
Alfonso Romo el que fuera socio del dictador chileno Augusto Pinochet es ya el que gobierna detrás del trono, es el “vicepresidente” de México…