“No es de extrañar que se haya dicho que estamos entrando en una época histórica en que la imagen se impondrá a la palabra escrita. Dada esa información, es de máxima importancia aclarar las posibilidades de la imagen en la comunicación”.
Esto fue escrito hace 46 años por Ernst Gombirch (Historiador de arte y director del Instituto Aby Warbug de Londres).
A partir de 2002, cuando se integra la captura fotográfica en los dispositivos móviles, entramos de manera abrupta a la era de la masificación de la imagen. Las interacciones sociales con fotografías aumentan de manera exponencial. Pongamos en proporción numérica la masificación de la imagen:
La red social más conocida en interacciones con fotografías: Instagram en 2016, registró 38,194 imágenes posteadas por minuto, y en 2017 registró 46,200 imágenes también en un minuto.
La red social con mayor afluencia en adolescentes: Snapchat, en 2016 registró 527,760 imágenes por minuto, y en 2017 fueron 1.8 millones de imágenes también en un minuto.
Youtube en 2016 registró 2.78 millones de videos vistos por minuto, y en el mismo tiempo un año después duplicó a 4.1 millones de videos vistos.
Es decir que en lo que usted termina de leer este artículo, miles de imágenes están siendo vistas, e interpretadas según el ojo del espectador.
Esta masificación genera saturación visual, lo que quiere decir, que vemos sin ver en realidad. Nuestra visión está expuesta a una gran cantidad de información visual que nuestra percepción ocular, lejos de aumentar su capacidad en el cúmulo de datos, lo da por entendido o supone lo que ve, interpretando sin razonar aquello que se mira. Aquí hay dos problemáticas, nuestro ojo humano no está evolucionando a la par de la tecnología, lo cual o se puede decir que nuestro ojo se estresa (irritación de la fóvea, o aborta información fomentando atención dispersa). Esto abre posibilidades de dar valor de verdad a todo aquello que una “mayoría” opine, a dar veracidad en lo que se mira (sabemos que hay gran cantidad de manipulación de la imagen hoy día).
Existen varios niveles de información de datos visuales que poco a poco iremos compartiendo.
Pongamos dos ejemplos: Recientemente el video de Nicky Jam y J. Balvin hacen viral el videoclip del nuevo tema “X”, superó casi 4 millones de vistas en su canal de Youtube, fue producido y dirigido por especialistas de renombre y en el minuto 2:21 del video el “Dolly” de la cámara se asoma al centro de la imagen.
Bien, quizás esto no tiene gran relevancia, pongamos otro ejemplo, ¿Recuerda la seductora escena de Sharon Stone en la película de Bajos Instintos? Parece ser que ¡se vio todo! menos los frenos que tenía en los dientes cuando sonreía en la gran pantalla del cine.
Estos son ejemplos muy simples y sin mayor relevancia de lo tanto que sucede frente a nuestros ojos.
En éste tsunami de imágenes que compartimos en medios digitales, sólo hablamos de la cantidad de información visual, pero a ese dato hay que agregarle la velocidad de exposiciones de imágenes, o bien, digámoslo más sencillo ¿Cuánto tiempo tarda usted en mirar una imagen? Le puedo asegurar que son milésimas de segundos, quizás una fotografía que le haya gustado tardará solo unos segundos, y en ese tiempo ¿Qué tanto pudo su percepción visual interpretar? Luego entonces, tenemos tres problemáticas en la masificación de la imagen: cantidad, velocidad y contenido.
Si mencionamos que a partir del año 2002 comenzamos a hacer la historia visual desde el colectivo (o sea todos los usuarios de un dispositivo móvil desde la autodidaccia). Ha notado qué nuevos problemas socio-culturales han venido desde la imagen. Mencionemos algunos al azar: A principios de este milenio las adolescentes comenzaron con problemas de anorexia, identificándose o aludiendo a no solo lo famélico que lucían algunas modelos, sino, que la manipulación de la imagen distorcionó la proporción de estás en fotografías. La violencia naturalizada en la imagen, la cosificación de la mujer (éste tema merece una columna especial). La atención dispersa en infantes obedece en una buena parte a los estímulos visuales que obedece por naturaleza el ojo humano…
Estamos sobre expuestos a una cantidad de información visual, que señalar estos dos ejemplos de los videos en detalle, puede ser baladí, pero es solo la punta del iceberg.
Recordando a Gombrich: “…es de máxima importancia aclarar las posibilidades de la imagen en la comunicación…”
Vemos y no vemos, ese es el dilema de la masificación.
Cristina Ortega. Fotógrafa desde hace 25 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades – U.N.A.M. y U.A. de C.