Durante la clausura de los trabajos de la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión, ufano, desde la tribuna, Ernesto Cordero, Presidente del Senado señaló que diputados y senadores deberían sentirse satisfechos de lo que hicieron como legisladores, porque cumplieron con patriotismo y lealtad a México.
¿De verdad cumplieron? Será que realmente entregan buenas cuentas a quienes pagamos sus nada despreciables dietas, bonos, gastos médicos, autos, gasolina, bueno, hasta los servicios de peluquería que tienen dentro de las instalaciones legislativas.
Porque según, Integralia Consultores, en su más reciente reporte de evaluación legislativa, señala que fue una legislatura improductiva, cara y opaca en el manejo de su presupuesto.
Con 187 comisiones, 56 en la cámara de Diputados y 64 en Senadores, además de las especiales y bicamarales, el Congreso mexicano ocupa los primeros tres lugares con más comisiones en el mundo, con los costos que ello implica. Recursos extras para cada comisión, además de entorpecer el trabajo legislativo.
El informe advierte que hay “burocratización del sistema de comisiones, debido al clientelismo legislativo: dar cargos y estructuras burocráticas a legisladores para su promoción política personal con cargo al erario y a la eficiencia del trabajo legislativo”.
Ninguna comisión cumplió con la obligación de reunirse mensualmente, muchas no presentaron planes de trabajo ni informes de actividades.
Eso sí, al principio de cada legislatura, las comisiones son muy peleadas, pero a la hora de rendir cuentas nadie da la cara.
Esta legislatura también se caracterizó por el gran número de iniciativas presentadas, sin que esto sea un indicador de productividad. Solo subir a la tribuna y cumplir con intereses personales o de partido.
¿Usted de acuerda de alguna iniciativa, que haya que celebrar?
En los tres años, los diputados presentaron 6 mil 186 iniciativas de reforma, de las cuales el 13 por ciento se aprobó; el 56 por ciento quedó en la congeladora y el resto desechadas o retiradas. En el Senado se presentaron 1953 y solo se aprobó el 5 por ciento.
El estudio plantea la necesidad de reducir los montos de asignaciones a grupos parlamentarios, recursos que funcionan de manera discrecional y en ocasiones como “caja chica” de los coordinadores parlamentarios. Nadie sabe qué hacen con ese presupuesto. En 2017 el monto fue de más de 2 mil millones de pesos en ambas cámaras.
Vienen otros tiempos en el Congreso. Será histórico, dicen algunos. Lo que es cierto, es que la LXIV Legislatura que arranca el 1 de septiembre tendrá un compromiso fundamental en la vida política y democrática del país.
Luego de la aplastante victoria de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional tendrá el poder en ambas cámaras.
Con sus mayorías, serán los responsables de aprobar o no las iniciativas no solo del Presidente, sino las que ellos mismos construyan.
En la Cámara de Diputados, a la coalición (MORENA, PT, PES) solo les faltarían 25 votos para la mayoría calificada, mientras que, en el Senado, les faltarían 16, para hacer cambios, por ejemplo, a la Constitución.
Se ha hablado mucho de la austeridad, de los recortes, de erradicar el flagelo de la corrupción, pero dicen por ahí que, del dicho al hecho, hay mucho trecho.
Una cosa son las intenciones y otra las acciones. A ver cómo nos irá con la legislatura entrante, que tendrá la posibilidad de marcar diferencia o de plano ser un fiasco.