Por BÁRBARA LEJTIK
Esta más que una columna es una reflexión, un desahogo, una búsqueda de empatía, en estos tiempos en que es cada vez más común el Divorcio y la crianza de los niños en hogares “Uniparentales”. Mucho se habla sobre el valor de las mujeres al aventarse a la vida de divorciada y responsable de la custodia de los hijos, tanto que incluso caemos en la burla y el chascarrillo, llamadas –Madres Luchonas, Guerreras, mariposas de barrio– etc…
¿Pero es verdad que alguien que no sean otras mujeres valoran este esfuerzo?
Pasado el proceso de divorcio, independientemente de quién lo haya solicitado o como se haya llegado el acuerdo, el dolor y duelo son similares para las dos partes, he notado en mi larga vida como madre divorciada y la de muchísimas de mis compañeras que viven la misma situación que mientras pasa el tiempo los hombres o las mujeres que no se quedaron con la custodia 24 por 7, van a la vez que sanan sus heridas encontrando actividades que convenientemente llenan sus espacios de tiempo, mientras las madres que por lo general nos quedamos con la custodia de los niños luchamos, si luchamos cada día, cada hora, cada minuto por sacar a flote el barco, por llevar una casa en orden en el aspecto literal de la palabra, por educar, cuidar, ya no digo lograr hacer personas de bien, llegar cada noche a la cama con los hijos vivos y sanos, vivir el día a día de sus necesidades, prioridades, requerimientos, resolver desde la comida hasta la pubertad y los asuntos emocionales de nuestros Motores o bendiciones como a veces burlonamente los llaman.
También resulta que judicialmente estamos obligadas a aportar la mitad del sustento económico de los hijos, la pregunta es ¿por qué los papás no están obligados a resolver la mitad de los requerimientos de los niños y el hogar?
Con la mano en la cintura te informan un viernes en la noche que ese fin de semana no van a poder pasar a recogerlos porque tienen un asunto ”pendiente” (llámese trabajo, o plan con amigos, deporte, nueva conquista o cualquier otro pretexto) hay algunos que lo prolongan todavía más, y no llegan ni siquiera a pasar con sus hijos 48 horas seguidas ni una vez al mes, incluso al año. Deberíamos ser mucho más comprensivos, ellos están trabajando, estudiando, superándose, mientras que uno vive literalmente en un circo de tres pistas para ya no digamos superarnos ni mucho menos, sacar el día a día, cuántas mujeres hemos llegado con los hijos al trabajo porque están enfermos y no tuvimos con quién dejarlos, cuántas veces nos hemos tenido que dividir en 10 para tratar de cumplir con todo, ya ni mencionar las cosas que dejamos en el camino porque sólo obtendremos una respuesta: Fue nuestra elección.
Es aventurado pero real decir que muchos padres incluso disfrutan viendo a sus exparejas en aprietos, mientras ellos cuando bien nos va pasan por los hijos dos fines de semana al mes o como en mi caso al año para llevar a los niños a pasarla bomba, pero lejos están de conocer la realidad del día a día de sus hijos. Y no quiero generalizar, conozco infinidad de padres maravillosos que se rifan por llevar ellos a sus hijos a la escuela, por recogerlos de las fiestas, por llevarlos a sus clases, por estar al pendiente de sus necesidades por estar presentes, en lo personal no puedo comprender cóomo alguien se puede desentender y conformar con depositar lo que considera pertinente para la pensión alimenticia y sin ningún problema “Visita” a sus hijos de vez en cuando.
Les tengo una noticia: Los hijos viven diario, diario comen, diario estudian, diario gozan y sufren, diario tienen tareas y encuentran obstáculos en la vida que resuelven cómo pueden, muchas veces la madre tratará de ayudar pero muchas sería responsabilidad del padre, de hacer valer la imagen paterna en las situaciones de la vida, muchas veces la madre estará trabajando o estará demasiado cansada y desafortunadamente la pregunta quedará sin responder, el problema sin resolver, las dudas sin contestar.
Papitos de domingo, o de Navidad, que olvidan que tienen hijos el resto del año, o que dejan de encontrarles el encanto cuando dejan de ser bebitos o niños pequeños y empiezan una adolescencia que les confronta y es incómoda, Papitos y Mamitas de Domingo que secretamente se alegran de ver cómo su excónyuge la pasa mal y hace malabares para resolver las cosas más sencillas y cotidianas de la vida, que se molestan si la ”Madre luchona” logra alguna vez un ascenso, un viaje, volver a tener una relación, que intentan castigar con el presupuesto y el tiempo compartido deberían de saber que los que se castigan son ustedes mismos, porque cada día solo existe una vez y no se repite, perderse la cotidianidad de cada momento, de los pasos sencillos que dan los los hijos cada día y privarlos de beneficios físicos por no querer dar lo suficiente para que la otra persona padezca la consecuencia de haberse divorciado no los hace ni dignos ni justos, ni más felices ni más libres, solo los hace ser unas visitas, unos extraños unos padres o unas madres ausentes que están perdiendo lo más por lo menos y que tarde o temprano lamentaran no haber sido parte de lo más maravilloso y noble que la vida nos puede dar, ver crecer a nuestros hijos.
@barlejtik