jueves 21 noviembre, 2024
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COLUMNAS HANNIA NOVELL

«EL RING DE LOS DEBATES»: Tres historia de una brutalidad abominable

Por HANNIA NOVELL

Ana Lizbeth

El domingo 15 de julio, aproximadamente a las 7 de la noche, Ana Lizbeth se separó de su madre. Estaban en las oficinas de la ruta de autobuses 527, en el municipio de Juárez, en Nuevo León, donde la señora Dulce Ramírez trabaja.

La niña, de 8 años de edad, jugaba afuera del lugar, cuando un hombre adulto la abordó. A Dulce le extrañó no verla, aunque creyó que podría estar en una plaza contigua en la que hay juegos infantiles. La buscó sin éxito, por lo que llamó a su esposo. Ambos rastrearon los alrededores, pero nada.

Los padres de Ana Lizbeth dieron aviso a la policía municipal y junto con ellos continuaron la búsqueda. El reporte se realizó a las 11 de la noche a través del 911. La mañana del lunes 16, la madre de Ana Lizbeth acudió al Centro de Orientación y Denuncia (CODE) de Juárez, desde donde se notificó a la Fiscalía General la desaparición de la menor.

A las 9:00 de la mañana se emitió la Alerta Amber, al considerar el riesgo inminente que corría la vida de la menor. El martes se localizó el cuerpo sin vida de una niña en un lote baldío ubicado en la misma colonia donde ocurrió el rapto de Ana Lizbeth. Con profundo dolor, Dulce y su esposo la identificaron.

Las cámaras de seguridad permitieron captar al sujeto cuando se acercó a la menor y se la llevó. Las imágenes del sujeto fueron difundidas por la Fiscalía General del Estado y se lanzó un llamado a la ciudadanía para que colaboraran a localizarla.

Llamadas anónimas permitieron ubicar y detener a Luis Fernando “N” la madrugada del jueves. Fue capturado por agentes ministeriales en el municipio de Santa Catarina.

Luego se comprobó que se trata de un expolicía ministerial de Monterrey con antecedentes penales y dos órdenes de aprehensión que no se habían ejecutado por delitos sexuales. Fue ingresado al penal de Topo Chico y puesto a disposición de un juez de control para que se inicie el proceso en su contra.

Aleida Estrella

En Altamira, Tamaulipas, la noche del lunes, una madre y su hijo de nueve años salieron de casa. Iban por la cena y a alcanzar al jefe de familia que trabaja como albañil. Aleida Estrella, de siete años, dormía, por lo que se quedó en el inmueble.

Ya de regreso, el hermanito de la pequeña se adelantó y descubrió a la niña tirada en el suelo de la sala, bañada en sangre. Los padres, horrorizados, la trasladaron a la clínica del IMSS de La Morita. Tenía una herida profunda en el cuello y unas 20 más en todo el cuerpo.

Nada pudieron hacer los médicos por salvarle la vida.

Las primeras indagatorias revelaron que el presunto culpable de este crimen es un “amigo” del padre de nombre Juan, conocido en el barrio como “El Gordo”. Testigos aseguraron verlo llegar a la casa buscando al papá de la menor, pero al no encontrarlo, entró a la habitación de la niña, la llevó a la sala, abusó de ella y le infringió las 20 puñaladas. Luego la degolló para huir del lugar.

El cuerpo de “El Gordo” fue hallado colgado de un árbol. Tenía golpes en varias partes del cuerpo. La Procuraduría General de Justicia del Estado investiga la presunta responsabilidad del sujeto y las causas de su muerte.

Marlene

La abuela de la menor ingresó a Marlene, de entre ocho y nueve meses de edad, al Hospital General de León, alrededor de las 02:30 horas del martes 17 de julio. Presentaba diferentes heridas y golpes. Minutos después, los médicos la declararon muerta.

Presuntamente, las lesiones le fueron provocadas por su propio padre. Isaías, alias “El Negro”, quien fue detenido horas después por la Policía Municipal de León, por el delito de posesión de drogas.

La Procuraduría guanajuatense señaló que hasta el momento se han abierto dos carpetas de investigación por los delitos de homicidios en grado de parentesco y maltrato infantil.

Jesús Aguilera, director de la Unidad de Investigación Especializada de la Procuraduría de Justicia de Guanajuato, reveló que la causa de muerte de la menor fue traumatismo cráneo-encefálico.

Al parecer, el sujeto, bajo los influjos de la droga, se molestó porque la bebé no dejaba de llorar, y la golpeó hasta matarla.

Son tres historias, tres. Son relatos de una brutalidad abominable. De un México que no debiera existir. De un país que nos duele y que debemos erradicar de raíz. Casos como estos nos llevan a pensar en lo que nos estamos convirtiendo, en la inmundicia que debe haber en los corazones de un borracho, de un padre drogadicto y un expolicía violador, pedófilo. Nuestra sociedad se está enfermando y el contagio se extiende, gente como esa debería de recibir el peor de los castigos, porque sujetos como ellos nos están arrebatando lo más preciado: la inocencia de seres absolutamente indefensos. Vaya este texto en la memoria de Ana Lizbeth, Aleida Estrella y Marlene.

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