Por PATRICIA BETAZA
Nada me hace feliz que ver a la gente feliz. Y nada como una final de futbol como recipiente de las pasiones que van de la emoción de ver ganar al equipo favorito hasta la oportunidad de convivir con la familia y amigos. Por aproximadamente 90 minutos que dura el partido, todo se olvida: el mal humor, las preocupaciones del día a día, el celular y cualquier otro distractor. El domingo todos nos volvimos franceses o croatas, porque esa es la magia de este deporte que permite mimetizarnos por unos cuantos minutos. ¡Bendito Futbol!.
Bendito seas Futbol porque permites distraer de verdad la mente. Porque mientras tus jugadores corren tras la pelota, hacen fintas y se encaminan a la portería, tu haces que el corazón palpite y se entusiasme. Porque nada existe alrededor mientras la pelota se mueve de un lado a otro, sorteando piernas y cabezas. Eres capaz de levantar el ánimo a quiénes incluso no te conocemos a plenitud. Pero una final de una Copa Mundial, es una final.
Durante 90 minutos las calles están vacías. Los cafés en los que casi siempre no cabe un alfiler están sin clientes. Los vendedores de periódicos no aparecen porque están concentrados en algún lugar viendo la pantalla de televisión. Sí, eres realmente mágico. Bendito sea por existir. Previo al encuentro Francia –Croacia, ya muchos saben más de lo que sufrió este último país en la guerra de la ex Yugoslavia. Ya supimos que algunos de sus jugadores, son hijos o nietos de alguien que murió en la guerra fraticida contra los serbios. Los neo aficionados o villamelones que tal vez somos millones, queríamos verlos triunfar. No fue posible. Se impuso la Francia con jugadores muchos de ellos hijos de la inmigración, esa ahora tan denostada y tan señalada.
Y tras el el triunfo, qué mejor que ver al presidente Emmanuel Macron brincando de alegría, nada de protocolos, un gol es un gol. Y qué tal las imágenes de la presidenta de Croacia abrazando a los jugadores. Y al que no se le movió como siempre ni un músculo fue al presidente de Rusia Vladimir Putin, anfitrión del mundial, quien por cierto fue el único protegido con paraguas al momento de la premiación. Una cosa fue el estadio Luzhniki de Moscú y otra ver los festejos en Francia. Ríos humanos rodearon el Arco del Triunfo festejando la segunda copa mundial que conquistan los franceses. La Torre Eiffel con los colores de la bandera de Francia lució espectacular. Bueno hasta en el Angel de la Independencia se congregaron algunos franceses a festejar el triunfo de su selección. Así es el futbol. Gracias por dar esa felicidad a veces tan difícil de sentir. ¡Bendito Futbol!