POR MARISSA RIVERA
No tuvimos que esperar hasta las 11 de la noche. Más temprano de lo que imaginábamos se reconoció el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. El zócalo era una fiesta.
Una aplastante victoria, en la que ya no hizo falta preguntar por quién votaron los indecisos.
El 1 de julio de 2018, ya tiene un lugar en la historia de México. Con civilidad, los ciudadanos salieron a votar y en algunos estados, vencieron al abstencionismo con porcentajes de participación nunca vistos.
El efecto AMLO impactó a todos. No hubo fraude, como advertían algunos. Tampoco incidentes graves y ahora sí, la mayoría de las casas encuestadoras no fallaron.
Y es histórico, no solo por la aplanadora con que ganó López Obrador, sino porque el partido en el poder, el Revolucionario Institucional, lo perdió todo.
Ya en las elecciones de 2016 se anunciaba la debacle del PRI. Hace dos años perdió en 7 de 12 estados donde hubo elecciones.
El domingo, además de la Presidencia, perdió la mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, perdió en las nueve entidades donde habrá cambio de gobernador. En una quedó en segundo lugar, en siete, en tercer lugar y en una en cuarto lugar. Ganó una de las 16 alcaldías. Los lugares que alcanzaron sus senadores plurinominales son menos de 10.
De esa magnitud fue el castigo de los ciudadanos al PRI. Ni con un buen candidato les alcanzó para un segundo lugar. Devastador.
Cuando Enrique Peña Nieto ganó en 2012, el tricolor gobernaba en 21 estados. Cuando tomen posesión los nuevos gobernadores en diciembre próximo, el PRI solo gobernará 12, el nivel más bajo desde que se dio la alternancia en nuestro país. Un durísimo golpe al partido de presidente, del que es casi imposible que se recupere, dicen sus detractores.
Esa crucial victoria de MORENA deberá ser un parteaguas en México. Algo tenía que ocurrir y ocurrió. No será con una varita mágica como se reviertan los males que aquejan al país, pero sin duda, ahí está la oportunidad de desterrar flagelos como la violencia, inseguridad, corrupción, impunidad, desigualdad, desempleo, inseguridad y otras situaciones a las que los mexicanos dijeron ¡basta!
Andrés Manuel López Obrador hizo muchos compromisos y según los números es la esperanza de millones de ciudadanos. Por el bien de México ojalá y así ocurra.
Muchos de los ciudadanos que votaron por él, no lo hicieron por las ambiciosas pensiones y apoyos monetarios, lo hicieron porque quieren un cambio, en el que puedan tener empleo y una buena remuneración económica. Que haya trabajo.
Ya vimos como la sociedad castigó en las urnas al todavía gobierno.
Lo difícil está por venir y más con una sociedad fragmentada por la elección.
El apretón de mano entre Peña Nieto y López Obrador circula en todo el mundo. ¡Amor y paz!
Y entre los ciudadanos ¿seguirá la descalificación y el encono?