Redacción /México. Comentarios sexistas, bromas constantes, alusiones que degradan y humillan en el ámbito personal o profesional y acoso sexual, son parte del trato constante que reciben las mujeres enroladas en la ciencia, medicina e ingeniería, en universidades de Estados Unidos.
Los datos recopilados en el informe Acoso sexual en las mujeres: clima, cultura y consecuencias en las Academias de Ciencia, Ingeniería y Medicina han sorprendido incluso hasta el sector masculino, al arrojar que más de la mitad de las mujeres en esos tres ámbitos, y a todos los niveles (alumnas y profesoras), han sufrido algún tipo de acoso, laboral o sexual o ambos.
Los abusos también incluyen agresiones sexuales, desprecio o menosprecio profesional y personal durante su formación o el ejercicio de su profesión.
El análisis publicado el día de ayer que consideró a tres instituciones educativas estadounidenses es el trabajo más exhaustivo sobre este tema hasta la fecha. Durante más de dos años consideró centenares de estudios, entrevistas, estadísticas e informes que se remontan a la década de los ochenta.
En el caso de la Universidad de Texas se tomó testimonio a más de 10 mil estudiantes de grado, posgrado y profesorado revelando un comportamiento constante de acoso por parte del profesorado o el personal. “Alrededor del 20 por ciento de las estudiantes de ciencias (grado y posgrado) lo sufrieron, más de una cuarta parte de las estudiantes de ingeniería y más del 40 por ciento de estudiantes de medicina”.
En tanto, en la Universidad Estatal de Pensilvania se realizó una encuesta similar y encontró resultados parecidos: el 33 por ciento de las estudiantes de grado, el 43 por ciento de las de posgrado y el 50 por ciento por ciento de las estudiantes de medicina se vieron relacionadas en un tema de acoso.
Respecto a grupos minoritarios, el informe apunta a que las mujeres que pertenecen a colectivos LGTBIQ o son de raza negra son objetivos más habituales que cualquier otra mujer blanca y heterosexual.
Así también, explica que los empleados de instituciones académicas tienen la segunda tasa más alta de acoso sexual –en Estados Unidos- con el 58 por ciento (los militares tienen la tasa más alta, el 69 por ciento).
Las encuestas fueron completadas con cuarenta entrevistas a profesionales de todos los campos, de distintas edades y a distintos niveles, de los cuales alrededor de la mitad denunció algún tipo de acoso físico, sin embargo, el psíquico también se revela como una importante arista a limar. “La mayoría de ellos están degradando a la mujer, encerrándola en el lugar de trabajo, menospreciándola frente a otros colegas, diciéndole que no es tan capaz como otros, o hablando mal de ellas al resto… No es solo tocar o invadir sexualmente, sino más bien a nivel intelectual. Intentan hacer esos juegos mentales para que no puedas defenderte físicamente”, señala una profesora asistente de Ingeniería.
Sin embargo, quienes se atreven a denunciar suelen toparse con la culpabilización, el miedo, el descrédito, e incluso represalias. Otra agravante es que las políticas y los protocolos actuales para controlar esta situación no dan signos de funcionar y las consecuencias suelen ser el freno a las carreras profesionales de las mujeres o incluso el abandono.
Y aunque no parezca visible, el estudio sentencia que el “acoso continuo tiene consecuencias para el avance del bienestar económico y social del país y su salud pública en general”.
Finalmente, en sus más de 300 páginas incluye recomendaciones para erradicar este flagelo que van desde abordar de forma directa el acoso sexual e ir más allá del mero cumplimiento de las leyes para cambiar desde la raíz la cultura y el clima en esas instituciones; generar ambientes más diversos, inclusivos y respetuosos; mejorar la transparencia y la responsabilidad en todos los niveles; rebajar al máximo esas relaciones jerárquicas tóxicas que se dan entre las alumnas y el profesorado, con un poder marcadamente concentrado y que sobrevuela el futuro de las estudiantes; dar siempre apoyo a la víctima; hasta comenzar investigaciones que puedan seguir dando luz a esta realidad e iniciar cambios legislativos y políticos para paliarla.