11 de junio, 2018
El aeropuerto de la CdMx huele a caca por defectos en la obra pública. Las policías están coludidas con los criminales, los oleoductos de Pemex son ordeñados en todo el país por delincuentes, las carreteras son peligrosísimas por los asaltos, la impunidad de los delitos del fuero común ronda el 95 por ciento, la infraestructura del país está construida con las patas (socavón dixit).
Los servicios de salud en crisis, la educación pública paralizada por una reforma no nata, los jueces corrompidos, el ejército rebasado, los estados y municipios atenidos a la Federación. Las reservas de petróleo agotándose, los mantos acuíferos en el desastre. El dólar se disparó, lo mismo que el gas y las gasolinas.
La deuda pública se descontroló este sexenio. Además los Borge, los Duarte, la estafa Maestra, la estela de Luz, la Casa Blanca, la casa de Malinalco, Odebrecht, la Línea 12, las fotomultas y los parquímetros que son un barril sin fondo. Y un presidente insensible que nos regaña por retobar ante esta descomunal realidad. Y gobernadores incompetentes y alcaldes güevones que se sientan a ver la guerra de baja intensidad que se pasea por sus narices.
Cada bache que encuentro en el asfalto de la CdMx daña a mis llantas y a mi paciencia ciudadana. Es un crimen que la Condesa, la Roma y la Delegación Benito Juárez, por ejemplo, parezcan zonas de bombardeo. ¿Qué funcionarios estarán millonarios por meter materiales de bacheo defectuosos? Imagino perfecto a los hijos de esos funcionarios, todos prepotentes, gastándose en Disneylandia y en Cancún ese dinero malhabido. El típico naco que no respeta filas ni turnos y se conduce como Mi Rey.
Recuerdo un experimento de Biología, donde metías una rana viva en un balde de agua templada y la ponías a fuego lento. La temperatura del líquido y del animal comenzaban a subir al mismo ritmo, por lo que éste acababa cociéndose prácticamente sin darse cuenta, hasta morir. Así estamos: la realidad brutal, grotesca, salvaje, sangrienta, corrompida, atroz, se ha venido desarrollando a nuestro alrededor de manera que ya nos acostumbramos al horror que nos salpica.
Hace poco quería pueblear un fin de semana y pensé: Morelos no, porque está violentísimo. Guerrero peor porque está fuera de control. Michoacán tampoco porque hay autodefensas y narcos por todos lados. En Puebla hay una amplia región bajo control de huachicoleros violentos. Veracruz está sumido en el horror vandálico. Guanajuato menos porque hay docenas de muertos como nunca. Guadalajara no porque hay balaceras a medio Chapultepec. Los alrededores de la Perla Tapatía menos; ahí secuestraron y mutilaron a los chavos cineastas. Total, que me descubrí secuestrado en mi propio país; aislado en la CdMx donde, pa’cabarla de chingar, dicen que ya llegó el Cártel Jalisco Nueva Generación.
¿Qué tal si condicionáramos el pago de nuestros impuestos al resultado de cada autoridad? Acepto pagar si y solo si mejora este servicio, está infraestructura, esta contraprestación, etcétera. Quizá aquí si valiera emular a AMLO y llevar a revocación de mandato a cada legislador, jefe delegacional, gobernador y alcalde, según resultados. Así respetarían ellos mismos las promesas que profieren cuando al comienzo de su mandato exclaman: “¡Si, protesto!”. Por lo pronto yo también protesto. A güevo que protesto.
Raúl Rodríguez Rodríguez. Escritor y analista político. @rodriguezrraul