Nada mejor, como dicen por ahí, encontrar a alguien con tu misma locura, y aún más todavía si ese alguien es tu hijo adolescente y te da la cuerda que necesitas para lanzarte al Museo Franz Mayer a disfrutar como niño de la exposición de Tim Burton, poco nos faltó a los dos para irnos caracterizados de nuestros personajes favoritos y es una lástima que nos haya dado pena, porque afuera del recinto habían personas disfrazadas magistralmente.
Jack, Sally, Willy Wonka, La Reina de Corazones, El Sombrerero, entre otros maravillosos personajes, estaban sentados junto a la fuente, gustosos se acercaban para tomarse una foto contigo a cambio de un pago voluntario. Nico y yo soportamos heroicamente las dos horas que nos tocó hacer de fila, eso sí voy a comentar aquí, la exposición es una maravilla pero la organización y la dinámica un horror.
Por fin llegamos a la entrada, las fauces llenas de filosos dientes de uno de los característicos monstruos de Burton nos dio la bienvenida, como cuando vas al estadio o a algún concierto y te identificas con los demás espectadores por la pasión que sientes, nosotros nos identificábamos con nuestros compañeros de excursión pues sabíamos que todos los que estábamos ahí, conocíamos y gozamos desde hace muchos años de la locura de Tim Burton, de su humor negro, de su acidez y grotesca visión del mundo.
Con gran emoción y entre sonrisas de complicidad fuimos pasando al recinto que nos recibió con una serie basta de servilletas y hojas de hotel con dibujos de diferentes personajes, algunos se realizaron en películas, otros se quedaron en papel, en el mundo alterno que hay en la imaginación de Tim Burton.
Lánguidos personajes, ojos enormes y desorbitados, extremidades interminables, cabezas perfectamente detalladas y pies apenas perceptibles son algunas de las similitudes que puedes apreciar en sus bocetos, por la perfección de su trazo pareciera que los personajes se realizan solos, que solo ocupan de una mano y un poco de tinta para cobrar vida, no hay borrones ni dudas en los dibujos, los personajes se crean uno tras otro por reproducción espontánea, cada uno cuenta una historia, cada uno tiene una personalidad propia, se van sucediendo también escenarios, cuando te topas con algún espacio que reconoces de alguna película te sientes participe de la magia.
Hay también notas de Tim dirigidas a sus colaboradores, a productores, al mismo Johnny Deep, muchos de los bocetos y pruebas que fueron rechazados por Disney anteriormente, no creo que haya necesidad de cuestionarse el porqué, ahora todos quieren filmar con Tim Burton, sus personajes son únicos, originales y reconocibles por cualquiera. Tim Burton es un verdadero genio, no hay secreto en su magia, no hay enfermedades, no son necesarias drogas ni ningún tipo de sustancia para retratar lo que de su mente brota, una genialidad única, como la de los verdaderos maestros del arte, personajes a la vez tiernos y grotescos, a los que aunque no queramos encontramos parecidos, porque eso son, la parte que todos llevamos en algún lugar escondida, que muchos trabajamos toda la vida por no dejar salir a la luz y que él conoce y presenta como espejo frente a nosotros, a veces nos asusta, a veces nos encanta, a mi sinceramente me seduce y me conmueve.
Visitar la exposición de Tim Burton en el Museo de Franz Mayer es una aventura que se describe en si sola, la muestra de monstruos y personajes en una construcción que se remonta a los inicios del virreinato, para ser exactos 1582, con más 4 siglos de antigüedad que funcionara primero como el hospital de Los Desamparados, y después como el primer hospital de La Orden de San Juan de Dios y posteriormente como Claustro de Las Hermanas de La Caridad y por último destinado por el Emperador Maximiliano de Habsburgo para la atención y cuidado médico de prostitutas, me hace pensar que los personajes de las servilletas, las hojas, los oleos, las esculturas de resina que ahí se exhiben se encuentran perfectamente cómodos y felices en este lugar.
Sí recomiendo muchísimo esta visita, pero eso si, vayan con zapatos cómodos y mucha paciencia, lo que van a ver después vale la pena.
Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik