Heladas, heladísimas mañanas posteriores al temido y ya por todos reconocido “Blue Monday”, el día más triste del año, corresponde según los expertos (no sé expertos en qué, pero supongo que en comportamiento humano) al segundo lunes del año, en este caso el tercero, el que cae en la quincena, y es muy fácil entender porqué.
Todos venimos de la euforia de las fiestas decembrinas y a estas alturas del mes no sabemos ya ni quiénes somos, sabemos solamente que hay un estado de cuenta que no nos atrevemos a abrir, un montón de recibos por pagar, varios kilos de más en la báscula, ni una botella en nuestra cava, aún en muchas casas un triste y marchito árbolito de navidad, más seco que las tortillas que sobraron del recalentado, en mi casa afortunadamente Francisca, mi ángel guardián, sospecha y teme de mis instintos suicidas, lo quita antes siquiera que yo se lo pida, porque si no de verdad no sé de qué les estaría platicando.
La gran mayoría de los chilangos anda por el periférico y viaducto sin medicamento para la depresión ni la ansiedad, ya no hay regalos bajo el árbol, ya no hay planes ni intercambios perfectos, solo hay ropa que no nos queda, cuentas por pagar, incrementos en los precios de la gasolina y de toda la canasta básica, porque además es típico que hace un mes ni cuenta nos dimos de los precios en el súper mercado, con la inercia festiva compramos ingredientes para los mejores platillos como si el mundo se fuera acabar, y hoy nos preguntamos ¿en qué momento se dispararon los precios de esta manera?
Pareciera una broma de pésimo gusto, no señoras y señores, no es “Blue Monday” les tengo una devastadora noticia, es el “Blue Year”, la “Blue Life” es la triste realidad, nos enfrentamos a un año electoral lo que tiene ya desde ahorita mis nervios destrozados, las precampañas, distinguidas una vez más por la tendencia absoluta de todos los interesados en el hueso mayor de México por descalificar y exhibir a sus contrincantes con argumentos muchas veces todavía no comprobados, es suficiente para que el mismísimo club de los optimistas cierre sus puertas y se declare en quiebra.
Ese y otros pensamientos todavía más terroristas se turnaban en mi nublada mente que no funciona todavía bien y menos antes de las doce del día, mientras llevo a los niños, que siempre serán niños al colegio, las noticias dan un reporte del hackeo y supuesto mal uso que dio la gente a las tarjetas con monedero electrónico de Bansefi, que tan generosamente otorgo el gobierno federal a los damnificados por los sismos de septiembre del año pasado, a mí que la actividad hormonal no me deja mucho espacio para el entendimiento me sigue pareciendo falso y manipulado.
Tres coches hacen alto y nos dejan pasar a los que venimos de una callecita intentando atravesar al otro lado del camellón, al lograrlo yo hago lo propio cediendo el paso a los peatones y concediendo el uno a uno con los coches que vienen del otro sentido de la calle, cargo gasolina, porque mi papa siempre me dijo que cargara gasolina temprano cuando el auto aun esta frío y no sé qué más y el señor que me atiende no para de toser, hay 3 grados afuera de mi coche y lo único que atino decirle cuando le doy la propina es: “Tápese porque hace mucho frío”. A lo que él responde: “Usted también linda, que tenga un buen día”.
En la radio ahora hay anuncios comerciales en los cuales piden nuevamente la ayuda y generosidad de la población civil para apoyar a una fundación que pretende sacar de la pobreza extrema y brindar educación, oportunidades y beneficios a la gente con peor suerte que nosotros.
Fui a ver “La Forma del Agua” y en ningún momento pretenderé emitir una crítica sobre la película, desde mi humilde y bajo perfil de mujer al tope de sus hormonas reconozco solo para mis adentros que no me gustó ni tantito, seguramente influyó el Blue Weekend, concedo absolutamente el beneficio de la duda y reconozco antes de que me lo digan que la que está mal soy yo, soy una fanática del cine y no solo eso, soy una mujer que sabe de amor.
No se me antoja ni tantito ver la posibilidad de la materialización del amor entre un ser mitológico, resultado de nuestra propia contaminación y víctima de nuestra codicia y desmedida necesidad de sentirnos una especie superior, con una persona que ante la imposibilidad de hablar como los demás utilizando solo el lenguaje de las manos y el amor logra establecer un contacto y hacer un lazo con dicho ser, me pareció injusto y soberbio, creo que los seres humanos todavía no hemos fracasado del todo y podemos aun ser merecedores de una historia sin requerir escamas.
De la fotografía, la narrativa y la impecable dirección no tengo ninguna queja, véanla porque es nuestro deber apoyar y contagiarnos del entusiasmo y el orgullo del trabajo hecho por mexicanos.
Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik