miércoles 01 mayo, 2024
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COLUMNA INVITADA

«Georgina Juárez Lledias»: Estrés postraumático, la otra herida

No es sólo la pareja la que violenta a las mujeres, es la propia sociedad que las señala repetidamente.

En México la violencia está generalizada, es tan cotidiana que es invisible y se da en todos los lugares y para el 43.9% de las mujeres se vive al lado de su pareja, la “Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares” (ENDIREH) 2016 así lo informó en agosto pasado.

Esta medición arrojó también que: 59.6% sufrieron violencia emocional, 16.9% física, 17.5% económica y patrimonial y 6% agresiones sexuales por parte de su compañero o expareja. En estos casos la violencia es constante, los episodios se repiten con frecuencia y van en aumento, el 64.3% de las mujeres que declararon haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su esposo o novio, señaló consecuencias emocionales también, tales como: tristeza o depresión; el 50% angustia o miedo y para un tercio de las víctimas problemas alimenticios. Incluso, 8% de ellas pensó en el suicidio y el 3.4% lo intentó.

Desde hace unos años se ha comenzado a vincular estos eventos con secuelas más permanentes, y en diversos estudios se estableció la relación entre la violencia doméstica y el “Trastorno de Estrés Postraumático” (TEPT). En nuestro país, la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres 2003, realizada en el sector salud (dentro de instituciones de primer y segundo nivel) señaló que una de cada 3 mujeres ha vivido esta forma de violencia, siendo la psicológica  (19.6%) la más frecuente. Este trastorno se relaciona con supervivientes de conflictos armados y soldados, pero este mecanismo de respuesta también se presenta en las mujeres víctimas de violencia, ya que lo que desencadena estas respuestas es haber vivido un episodio altamente estresante que amenaza la vida o la integridad, sensación de miedo intenso y otros síntomas como el recordar repetidamente el suceso, evitar lugares o personas que se relacionen con el hecho, insomnio, irritabilidad y ataques de pánico. Experiencias que viven muchas mujeres al interior de sus propios hogares.

Y es que el propio reconocimiento del fenómeno es relativamente nuevo, la “Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica” realizada en 2001 y 2002 comenzó a evidenciar esta relación, para el 2005 se publicó la “Prevalencia de sucesos violentos y de trastorno de estrés postraumático en la población mexicana” donde se muestra que el género sí es un determinante en las víctimas, ya que las mujeres presentaban más vulneración 2.3% por 0.49% en los varones y es que el propio estudio explica que las mujeres al ser víctimas de violaciones, acosos y abusos sexuales, son más propensas a desarrollar TEPT.

Otro factor importante es que este padecimiento es discapacitante, ya sea por las lesiones de las víctimas o la depresión que conlleva, pero se puede medir también en días de trabajo, ya que al año son 21.4 jornadas por persona, en las que estas mujeres no pudieron asistir a sus centros de trabajo (Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México 2001-2002).

Así pues, el fenómeno de la violencia en sí mismo es difícil de entender, pero la violencia de pareja es particularmente compleja, pues intervienen prejuicios sociales, está llena de estigmas y opiniones simplistas y poco informadas que culpabilizan a la víctima, responsabilizándola de la situación que vive, poco se sabe de la codependencia que desarrollan estas parejas a nivel económico y afectivo, una de las razones por la que es tan difícil romper este ciclo, tampoco se sabe que las propias mujeres se culpan de esta situación y en contraparte, disculpan constantemente a sus agresores. Estudios a nivel internacional establecen que el 70% de las mujeres que viven violencia doméstica, llevan más de 5 años al lado de la pareja que las violenta.

Recientemente se observa la presencia de otro factor denominado “indefensión aprendida”, concepto desarrollado por Martin Seligman, en el que muestra cómo al estar expuestos a situaciones de intenso dolor (en este caso resultante de situaciones de violencia), la víctima se paraliza, luego de las frecuentes agresiones a las que se ve sometida, cree que no hay salida, que cualquier acción es errónea y entonces prefiere aceptar la violencia y “aprende” a vivir y sobrevivir en ella. Esta teoría establece que las mujeres se congelan, son incapaces de ayudarse a sí mismas como consecuencia del maltrato reiterado, y que llegan a esta “indefensión aprendida” cuando se les expone a peligros físicos constantes, amenazas, descalificaciones reiteradas y abuso físico continuo.

Así pues, no es sólo la pareja la que violenta a las mujeres, es la propia sociedad que las señala repetidamente, que las etiqueta y las pone en verdadera orfandad, ya que en principio la víctima se aísla o la aíslan, y su entorno la señala constantemente por “permitir esa violencia”, revictimizandolas una y otra vez.


Georgina Juárez Lledias. Colaboró en el suplemento cultural “El Búho”, publicado en el diario Excélsior y dirigido por René Avilés Fabila. Además, habitual colaboradora de suplementos culturales en Milenio Diario. Autora del libro digital “Alerta Femenina”, encaminado a difundir los derechos de las mujeres ante las distintas formas de violencia.

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