sábado 18 mayo, 2024
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ARTE ABREVADERO DE LETRAS COLUMNA INVITADA

«ABREVADERO DE LETRAS»: Cuevas de carne y hueso

Durante mis años como Jefe de Prensa de Difusión Cultural de la UNAM, el maestro José Luis Cuevas me concedió el desigual y exigente privilegio de admitirme como uno de sus interlocutores en su estudio de Fresnos 17, en San Jerónimo.

Aquel día, bien lo recuerdo, 11 de noviembre de 1991, nos reunimos a ejercer el milagro de nuestra condición humana: la conversación. Conversamos, esto es, conversaba conmigo o, mejor aún, me conversaba a mí.

Como si estuviéramos en una cantina mexicana de los tiempos anteriores a la entrada de las mujeres, hablamos claro, de su tema favorito: la mujer, la inteligencia femenina. “Tanto más destacada que la masculina. Las mujeres son menos racionales que los hombres, por eso más inteligentes”, dijo y dibujó una contagiosa sonrisa.

Ya en su papel de artista, el José Luis Cuevas pintor, escultor, hombre de debate, dibujante, escritor y amante del cine, me compartió que jamás se destacó por su modestia y que nació en un callejón miserable del Centro Histórico, entre Fray Servando y Chimalpopoca, que entonces irónicamente se llamaba El Triunfo; que detestaba la traición y que, sin duda, el único pecado imperdonable en México sea el éxito.

La tarde iba cayendo pero la charla seguía con puntualidad litúrgica, sin que el de la voz perdiera detalle.

Luego de experimentar durante algunos años un ateísmo que consideraba incurable, el ex enfant terrible de la pintura latinoamericana reconoció haber recuperado nuevamente la fe. “Habiéndola rescatado de nuevo, podría decir que el arte es también la mejor manera de lograr una comunicación con Dios”, aseguró.

Más adelante destacó que otro significado que veía en la pintura era una reflexión sobre la vida y la muerte, aunque también un firme pensamiento sobre su relación con las mujeres. “La mujer, de alguna manera, siempre está presente en lo que hago”, añadió.

Ante su insistencia por el tema femenino, Cuevas se declaró un individuo de carne y hueso al tiempo que confesaba no buscar en las mujeres sus cualidades intelectuales. Y sin rubor soltó lo siguiente: No busco en ellas la conversación culta e incluso la compresión hacia mi obra artística; busco, sobre todo, su atractivo físico, que sean casadas, madres y, de ser posible, ricas.

En lo personal, se autodefinió como un tipo valiente y macho a la antigua, quien nunca había llorado, ni de chiquito, expresó con firmeza; aunque sí temeroso. “Temo a la irracionalidad y a la muerte; pero no a correr riesgos por evitarla, sino al hecho de ser mortal. El saber que me voy a morir me produce mucho miedo“, admitió.

Y fue su habitual entusiasmo por la presencia femenina, que hasta el último de sus días le dio brillo a sus ojos siempre claros, el que le jugó un mal lance con la aparición de otra huesuda fémina y a la que tanto temía, este lunes 3 de julio, a los 86 años de edad, en un hospital del sur de la Ciudad de México. Se le extrañará.

Cut Domínguez. Es periodista cultural. Ha dirigido espacios como la jefatura de Prensa de Difusión Cultural de la UNAM; coordinador de Prensa en la Ciudad de México del Festival Internacional Cervantino; Subdirector de Difusión del Polyforum Cultural Siqueiros; Jefe de Prensa de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes. Asimismo, ha sido colaborador de diarios y revistas nacionales.

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