Estos días en Cancún estuvieron nublados, nos ganó la lluvia. Algo debemos estar haciendo mal como ciudadanos mexicanos y como gobierno, para que Venezuela nos critique categóricamente las deficiencias en ciertos rubros. ¡Híjole!, lo peor es que tienen razón, y se quedaron cortos. Y no es por menospreciar a los sudamericanos, pero nos demostraron que aquí no cantamos para nada mal las rancheras.
Refresquemos nuestra memoria. Durante esta semana se llevó a cabo la 47 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la ciudad de Cancún, Quintana Roo. Acudieron diversos funcionarios y representantes de países de la región. Pero para no hacerle el cuento largo (que seguramente usted ya sabe), resulta que el tema de las sesiones se centró en la crisis política, social, económica y hasta diplomática, que Venezuela está padeciendo hoy en día.
Luis Videgaray y Delcy Rodríguez, cancilleres de México y Venezuela, respectivamente, se enfrascaron en recíprocos señalamientos sobre la gobernabilidad en uno y otro país. Subieron de tono, a tal grado que nuestro secretario de Relaciones Exteriores no se tentó el corazón para abordar la escasez de la democracia venezolana. Comentó, entre otras observaciones, que en el país sudamericano se viven “rasgos autoritarios” desde el gobierno, por lo cual la comunidad internacional debe mediar a través de canales diplomáticos.
Y prepárese, tome aire para resistir la bola de fuego que le regresaron a Videgaray Caso. La funcionaria replicó rápidamente que el“narcotráfico, asesinato de periodistas y violencia social convierten a México en uno de los países más peligrosos del mundo… “México hoyes uno de los países más desiguales de nuestra región, comprometiendo seriamente el buen funcionamiento de la democracia… y (Luis Videgaray) pretende lo imposible: construir un muro entre nuestros pueblos, unidos por lazos históricos de dignidad indisolubles”, remató ella. Ni cómo defenderlo.
Si bien es cierto, Venezuela está hundida en un conflicto plagado de protestas, manifestaciones, más de 70 muertos en dos meses y medio, insuficiencia de alimentos y productos, pocos servicios y nula democracia. ¿Pero qué me dice de México? Hay que acordarnos del sabio dicho popular de que el buen juez por su casa empieza. Le respondieron a nuestro diplomático mexicano con un tácito no te metas en otros asuntos, antes de limpiar tu casa. Eso dolió.
Imagínese, a mí en 2 minutos de respuesta de Delcy Rodríguez, me hizo recordar que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), concluyó en uno de sus estudios más recientes que la pobreza en nuestro país aumentó en dos millones de personas, al pasar de 53 a 55 millones (casi el 50% de la población); que en 2017 tuvimos el arranque de año más violento cuando en algunas entidades se dispararon hasta en 500%, con datos del propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; que el narcotráfico, que los desaparecidos, que la corrupción, que la persecución de periodistas… ya no más, por favor.
México siempre se ha caracterizado por el respeto bilateral con otros países, el principio de no intervención. Que nos duele lo que le pasa a Venezuela, claro que nos duele, pero para corregir al amigo alcohólico, ya debimos haber estado en rehabilitación y superado el problema nosotros.
Por tradición, los mexicanos siempre nos quejamos en reuniones sociales, discursos públicos, fuerte y quedito, de la intromisión de Estados Unidos en el resto del mundo. No caigamos en lo mismo. El hecho de que Nicolás Maduro esté o no esté al frente de su país, no va a sacar a los mexicanos de su pesadumbre cotidiana. La Asamblea de la OEA en Cancún dejó sinsabores, no hubo acuerdos ni fallos, tampoco sol ni buen clima, nos ganó la lluvia.
Atalo Mata Othón. Egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García. Tiene 19 años en el ejercicio del periodismo. Conduce noticiarios en Excélsior TV y es profesor universitario.