Los feminicidios, transfeminicidios y asesinatos de periodistas que se han intensificado en los últimos meses, tienen en su haber macabras coincidencias y alcances que no se deben aceptar ni normalizar.
Empecemos por esto último. Bajo la premisa de que México vive un entorno de inseguridad y de que éste es el tema pendiente (del que, gobernantes, partidos y candidatos no aciertan a ni siquiera en proponer soluciones), al que pretenden acostumbrarnos, hacernos creer a través de diversos medios de comunicación que esto es lo normal.
1.- Revictimización
Las autoridades, ineptas para impartir justicia y detener a culpables, se dedican a revictimizar a las víctimas:
Si te asesinan porque eres transexual, gay o lesbiana, pues es porque eres lo prohibido, eres la perversión y el desvío; mereces que te maten por ello.
Si eres mujer y te matan es porque desobedeciste al marido, al padre, al hermano, a la pareja; porque te vestiste provocativa, porque andabas a deshoras de la noche, porque andabas sola, porque eres mujer.
Si eres periodista, pues hay varias razones: gajes del oficio, porque te metiste con quien no debías, porque tocaste intereses innombrables y un montón más de estúpidos etcéteras.
2.- Silencio Cómplice
Ningún organismo “social” por la vida se pronuncia al respecto; más bien callan. Ese es otro punto en común: además de la revictimización, las diversas organizaciones que supuestamente luchan por la vida, ni se pronuncian ni reclaman ni hacen eco de ello. No veo al Frente Nacional por la Familia, ni a la Iglesia Católica ni a PROVIDA enfrentando esos verdaderos atentados contra la vida misma. Alguien me dirá: “Ay, Alicia, no seas ingenua, no es su asunto”.
3.- Odio y reacción ante avances libertarios
Dos puntos más de estas macabras coincidencias: Primero el odio ancestral e irreflexivo contra lo diferente, contra lo que se sale de control, contra lo que te hace tomar conciencia: los feminicidios parecen ser la respuesta de la ideología patriarcal a la lucha de las mujeres por lograr la equidad y a los espacios ganados.
Los transfeminicidios y crímenes de odio homófobo, parecen ser una reacción coordinada y cómplice contra las libertades que poco a poco hemos ido obteniendo, reacción sangrienta que pretende justificarse en el discurso con el estúpido argumento de la supuesta existencia de una ideología de género.
Los asesinatos de periodistas se intensifican ante la pérdida de control de los medios y la construcción de espacios de un periodismo independiente que cumple de verdad una función social. Se intensifican ante la supuesta libertad de expresión del Estado; la realidad es que alguien más hace el trabajo sucio: la delincuencia organizada y cómplice.
4.- Impunidad
Y el hecho que unifica a todo este ambiente sangriento, violento e inadmisible, se llama impunidad.
Porque en todos los casos los delincuentes, en lo individual y en grupo, actúan seguros de que el cumplimiento de la ley no se hizo para ellos. ¿Qué temor se puede tener cuando los más altos niveles de gobierno y los más destacados líderes políticos delinquen con una impunidad cínica?
Ante este negro panorama, el horizonte inmediato se ve tormentoso, sombrío y desesperanzador.
5.- Alternativas
Sin embargo, creo que no todo está perdido. Es importante mirar hacia adentro y hacia afuera para reflexionar y entender que sí hay alternativas que comienzan en lo inmediato y que podrían cambiar las cosas a mediano y largo plazo.
Tres palabras que nos pueden ayudar al cambio: Unión, Integración y Organización
En el caso de los periodistas en México, no hay unión ni integración y menos organización. Por el modelo económico y político de los medios, así como nuestra cultura, en nuestro país no existe un Colegio de Periodistas, como sí lo hay en Argentina, España, Costa Rica y Chile; un gremio unido cuyas funciones abarcan desde la profesionalización y la ética hasta la defensa de los derechos gremiales y, sobre todo, la defensa del ejercicio irrestricto de la libertad de expresión.
En el caso de las mujeres, existe un sinfín de organizaciones feministas, instituciones y asociaciones a favor de la equidad, en defensa de los derechos y contra la violencia de género, pero su actuar es también aislado, criticado, atacado y, por su parte, las instituciones gubernamentales aunque de inicio bien intencionadas, carecen de proyecto, viabilidad y acciones concretas. Están lideradas por políticas que, muchas veces, están ahí auténticamente para “taparle el ojo al macho” y malgastar presupuesto.
Organismos civiles a favor de la diversidad y los derechos de Transexuales hay muchos, pero muy pocos verdaderamente eficientes y enfocados. Sobre todo, hay mucha división, mucho interés partidista y oscuro. Lo que falta es unificar esfuerzos, buscar acuerdos y entender que hay objetivos en común: detener la violencia de género en todas sus manifestaciones; lograr el respeto de la diversidad sexual como ciudadanos y una libertad de expresión plena. Para lograrlo requerimos de esfuerzos unificados y así madurar como sociedad libre y plena.
En todos los casos, de encontrar esta unión, es importante buscar varios modos de integración y organización, de lo cual hablar{e en próximas colaboraciones. Pero en esencia creo que en los tres temas es importante lograr:
Aplicación de la ley: seguimiento y monitoreo de denuncias a través de un observatorio ciudadano que lidere una institución de educación Superior para impulsar, medir y exigir el cumplimiento de la Ley.
Educación y prevención: generación de conocimiento sobre temas nodales como diversidad y equidad de género, a través de la educación y prevención, lograr la toma de conciencia plena de lo que es inadmisible y no aceptar la normalización.
Protección de periodistas a través del impulso de un Colegio de Periodistas que entre otras cosas, cuente con un buen acompañamiento de la sociedad a través de sus organizaciones.
Y para ello podemos sumar encontrar qué organismos internacionales, como la ONU, que instituciones educativas como la UNAM y otras de educación Superior, pueden apoyar con su conocimiento, espacios, para realizar todo el trabajo de investigación, preventivo y educacional; así como su plena participación en el momento de hacer presión política para exigir de las autoridades el cumplimiento de sus obligaciones legales y su compromiso en la lucha contra la impunidad.
Yo digo que sí se puede: no perdamos la esperanza y avancemos en unión, integración y organización.
Alicia Guerrero es mercadóloga y comunicóloga, orgullosamente mujer trans en proceso de cambio. Ha dirigido diversos organismos gremiales de ambos rubros. Actualmente es asesora en estos temas así como de equidad de género, combate a la violencia y empoderamiento femenino.